Charles Bukowski |
Autor: Christian Ramírez
Estudiante
Lloré
ese día cuando tomándonos un café me dijiste que yo era un vago,
un tipo cagado de miedo por no querer enfrentar una vida alejada de
ficciones y metáforas, por mantener en la biblioteca leyendo a
Céline, a Pavese, a Henry Miller, y no a Krugman, a Friedman, a
Keynes; como si tu aburrido mundo de modelos no fuera una burda
pretensión por entender las decisiones de los hombres. Hiciste mucho
énfasis en mi cobardía al estar en una carrera que no quería.
Recalcaste mis notas mediocres desde tu atalaya de primer puesto cada
semestre. Criticaste la forma de autocompadecerme con el lugar común
del suicidio y mi idolatría por el club de los 27, mi afán por
revestir de misticismo eso que a ti te parece la prueba máxima de
fracaso.
Iba
decidido a mostrarte el primer borrador de mi novela, dispuesto a
escuchar tus comentarios mordaces, pero dejé el café a medias y
casi salí corriendo a sentarme en el sillón rojo de siempre en la
biblioteca. Con un libro abierto en el único poema de Bukowski que
me gusta, del que alguien dijo lo salvaba como escritor, porque sus
cuentos y novelas eran simples recuentos escatológicos de su vida de
borracho, un coprolálico sin remedio, me largué a llorar en
silencio mirando a través del ventanal las hojas secas. Sentí
muchas ganas de estamparte el poema en la cara y decirte gritando que
no eras más que una Genio de la multitud. Aborrecí mis sacrificios
para invitarte a ese restaurante de comida kósher, y la manera como
yo sudaba frío al pedir la cuenta porque ordenaste lo más caro para
compensar tu suplicio de salir conmigo; conté temblando las monedas
debajo de la mesa, y las puse con mucho pudor encima del recibo,
mientras tú me mirabas entornando los ojos con asco. Antes te había
invitado a cine, y te saliste a mitad de la película porque la
juzgaste un bodrio. Después te regalé el mejor álbum de Arctic
Monkeys, y sólo atinaste a decir que era música muy básica,
tonadas para adolescentes.
Me
enjugué las lágrimas y pensé en la cara de Bukowski para darme
moral. Lo que tú no sabes, y jamás quiero que sepas, es que eres la
única mujer que me ha hecho llorar. Me heriste profundamente con tu
crueldad maquillada de verdades, porque no entendiste que yo dejé de
respirar sin proponérmelo ese día que entraste y resolviste
sentarte a mi lado, porque no he decidido instalarte deliberadamente
en mi cabeza las noches de desasosiego en mi cuarto. Y por eso te
maldigo, porque siempre se ama sin querer y a veces uno tropieza con
personas como tú que a cada instante hacen recordar lo vil de la
existencia.
Que dura experiencia. Muy bien narrada.
ResponderEliminarHola, Andrea. Gracias por comentar nuestra publicación
EliminarChristian, una vez más he releído tu Biblioexperiencia. Muchas gracias por escribir y fresco el amor es asi...
ResponderEliminarHola, Alba. Gracias por comentar nuestra BiblioExperiencia.
EliminarInteresante :D :) esperando ansiosamente la siguiente experiencia.
ResponderEliminarHola, David. La primera fase del proyecto BiblioExperiencias concluyó el pasado 15 de diciembre. Esperamos poder reiniciar el próximo semestre. Si te gustó esta BiblioExperiencia seguro también disfrutarás las otras. Te invitamos a seguir leyendo.
EliminarGracias por comentar