Sala de invidentes Biblioteca "Mario Carvajal" |
Autora: Isabel Cristina Reyes
Trabajadora social
En el cuarto piso de
la Biblioteca Mario Carvajal, se ve más allá de los libros, mi
motivación principal al escribir estas líneas, es el agradecimiento
a todo el personal humano que contribuyó y sigue aportando, para que
en este espacio de encuentro exista un lugar llamado “Sala para
Invidentes”. Este más que un espacio físico, es un escenario que
ha posibilitado que muchos estudiantes en condición de discapacidad
visual, conquistemos nuestra autonomía, al potenciar el libre acceso
a la información. En este lugar, existen computadores adaptados con
lectores de pantalla, que permiten a las personas ciegas, investigar
en internet y sumergirse en el mundo de los libros.
Hoy recuerdo el día
que conocí la sala para invidentes, fue en el año 2004, al ingresar
a la carrera de Trabajo Social; empecé a visitar frecuentemente la
sala, con el objetivo de hacer los trabajos asignados por los
profesores, lo más impactante de llegar a este sitio fue conocer a
mis compañeros, que también vivían una condición de discapacidad
visual, el reconocer sus historias de vida, se constituyó en una
fuente de inspiración para motivar mi proceso formativo en la
Universidad. Además del puente de comprensión, entre cada una de
nuestras apuestas personales, por querer un mejor proyecto de vida y
buscar nuestra cualificación a través del ser profesionales.
Este lugar, además
de disponer de equipos de cómputo adaptados, al transcurrir de los
años fue dotado con impresora braille y máquinas inteligentes de
lectura. Destaco así, el compromiso y reconozco lo visionarios de
los compañeros ciegos que me antecedieron en la Universidad pues,
sin su entusiasmo e ingenio para hacer visible su necesidad sentida
de un espacio que facilitara el estudio para las personas ciegas, yo
no hubiese podido disfrutar de toda la tecnología, que potenció mi
formación profesional.
Aún, tengo
atesorado en mi corazón, las tardes maravillosas de lecturas con
nuestros monitores, además, de nuestras entretenidas tertulias que
eran algo eclécticas, pues podíamos hablar de filosofía, política,
matemáticas y lo mejor de todo, ¡hablar de la vida! Tengo presente,
los olores, sabores y sonidos de la sala, pues, aquí muchos de
nosotros aparte de estudiar y realizar los trabajos de nuestras
carreras, construimos lazos de solidaridad, cooperación y confianza
que en mi caso, fueron soporte emocional, cuando tenía dificultades
en mi proceso formativo.
Hoy, después de
cuatro años de egresada de la Universidad del Valle, hago la
exhortación a los compañeros con discapacidad visual, que están en
la universidad y a los que llegarán, para que sigan alimentando este
espacio físico con su presencia, con sus voces, ideas y sueños;
esto con la seguridad de que con el acompañamiento del gran equipo
humano de la Biblioteca se convertirán también en aliados
estratégicos para mejorar día a día la Sala para Invidentes.
En este escrito, no
hago mención de nombres, solo agradezco a todo el personal de la
Biblioteca Mario Carvajal y a mis compañeros con discapacidad
visual, que hayan contemplado en la sala de invidentes un área de
oportunidad para facilitar nuestro proceso formativo y en mi caso,
la culminación de mi carrera profesional. Siempre que recuerde
Univalle, haré alusión del escenario de anécdotas y formación
integral que generó para nosotros la existencia de la Sala para
Invidentes.
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