La
creación indefinida de Fra Mauro
No
puedo recordar cuanto tiempo llevo persiguiendo el fin del mundo. Mis
amigos y familiares me creyeron loco pues es de conocimiento general
que el mundo no tiene fin, se construye y reconstruye a menudo.
Nuestro dios es un demiurgo, un dios que organiza a su antojo lo
establecido, expandiéndose cada día, imitando la perfección.
Tarde
años en alcanzarlo, mi cabello encanecía y mis pasos se hacían más
vacilantes. Tantos kilómetros recorridos persiguiendo la línea
donde los colores del mundo se difuminan y terminan en un vacío
blanco.
Ese
día pensé que moriría de la impresión, la blancura era
embriagante pero no duró mucho. Vi con mis propios ojos cómo
trabajaba dios. En un parpadeo aparecieron cordilleras verde limón y
con cada segundo que pasaba se llenaban de detalles. Bosques y ríos
serpenteantes. Un mar con olas blancas y barcos gigantes. Grandes
enunciados ilegibles para nosotros.
No
fui capaz de devolverme a contarles a todos que había un sitio
intermedio entre el fin y la creación, ni sobre la finitud temporal
de nuestro universo. ¿Cómo separarme de él y de la maravillosa
creación? Seguí tras la nueva línea, si tenía suerte podía
presenciar la creación una segunda vez.
Pero tal vez dios se
aburrió de nosotros pues lo que me queda de vida se ha gastado
mientras espero aquí a que dios vuelva a crear. Parece que
desapareció o murió. Sé que no me queda mucho tiempo, tal vez un
suspiro o un recuerdo. Espero que todo esto no desaparezca cuando yo
lo haga.
Soulock
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