Al revés
Por
Liratru
Cuando comencé mi último año de bachillerato estaba muy emocionada. Una profesora bonita y joven hubiera sido perfecta entre ese montón de vejestorios que enseñaban en mi colegio.
—Buenos
días,
soy
su nuevo
profesor
de
historia—dijo
un
joven
apuesto
entrando
a
mi
salón
de
clases.
No
sé
exactamente
qué
era,
pero
el
profesor
tenía
algo
en
su
mirada
que
me
atraía
demasiado.
Yo, por supuesto,
no podía
dejar
de
mirarlo.
Así pasaron
algunas
semanas
y
la clase
de
historia
se
convirtió en
mi
favorita.
— ¡Tiph!
¿Qué
es lo que
te está
pasando?
— mi
mejor
amiga
me preguntó
al oído.
—No
lo
sé—
realmente
no
sabía
qué
me
estaba
sucediendo.
Supongo
que
ella
había
notado
mi nerviosismo
y
la estúpida
sonrisa
que
salía
a
flote
en
mi cara
cada
vez
que lo
miraba.
— ¿Te
gusta?
— me preguntó
alarmada.
— ¡No!
¿Cómo
se
te
ocurre
que
me
va
a
gustar?
Sabes
que
soy
homo y
que
he
tenido
muchas
novias—respondí
apurada
tratando
de defenderme.
—Espero
que
sea
cierto.
Tú
sabes
que
el
problema
aquí
no
es
que
él
sea
tu
profesor,
sino
que
es¡un
hombre!
—suspiró
asqueada.
Yo lo sabía,
era
consciente
de lo
que significaba
amar
el
sexo
opuesto
en mi sociedad…
Los
chicos
de
mi
clase
estaban
tragados
de
él
y las
chicas
admiraban
su
belleza.
Sin
embargo,
la única
chica
que
se
sentía
atraída
por él
era
yo.
Un
día,
el
profesor
me
citó
en
su
oficina.
Empezó
diciendo
que
estaba
preocupado
por
la
forma
en
la
que
yo
lo
miraba.
Me dijo
que él
estaba
acostumbrado
a recibir
ese
tipo
de miradas
de los hombres,
pero
no de
las
mujeres.
Yo me
sonrojé
y
me disculpé
torpemente.
Él continuó
diciendo
que había
escuchado
comentarios
de que yo
gustaba
de
él.
Yo
quise
que
me
tragara
la
tierra
en
esos
momentos.
Me
disculpé
nuevamente
y
le
confesé
que no era
mi
intensión
sentirme
así,
que de
pronto
estaba
enferma.
Él
me
interrumpió
y me
dijo
que
mi
situación
no
se
trataba
de
una
enfermedad,
sólo
que
a
veces
los seres
humanos
se
sentían
atraídos
por
el
sexo
opuesto,
que
de
hecho
él
mismo
lo
había
sentido.
Hablamos
por
más
de
una
hora
ese
día
y
los
días
siguientes;
con
él
sentía
que
podía
ser
yo
misma.
La
gente
siguió
expandiendo
rumores,
pero
yo
no les
di importancia.
Poco
tiempo
después,
citaron
a
mis
madres
al
colegio
y ellas
alarmadas
hablaron
conmigo
para
“hacerme
entrar
en
razón”.
Me dijeron
que
el
profesor
era
una mala
influencia
para
mí,
pues
yo
estaba
confundida
y al
acercarme
tanto
a
él
me
confundía
más.
Recuerdo
que
esa
noche
me pasaron
la
Biblia
para
que
yo
reflexionara.
Yo
enojada
tiré
el
libro
y me
puse
a
gritarle
como
si me entendiera.
—¡Estúpida
Biblia!
en
tus
páginas
dice
que las
primeras
personas
en
el
mundo
fueron
Eva
y Adan,
pero
él
trató
de
aprovecharse
de
ella.
Por
lo
anterior,
Dios
exilió
a
Adán
y
creó
a
Lilith
de la
costilla
de Eva,
haciéndola
su
igual.
Así
que,
para
mantener
una
relación
de igualdad,
Dios destinó
a las
mujeres
a
amar
a
las mujeres
y
a
los
hombres
a amar
a los
hombres.
Honestamente,
que
la gente
creyera
en
las
palabras
de un
papel
me
parecía
absurdo.
Yo
prefería
creer
en
la
teoría
de
la
evolución,
la
cual
decía
que
hace
miles
de
años
los
humanos
evolucionaron
de
los
simios
y la
única
forma
de
reproducción
era
el
coito
entre
un
hombre
y una
mujer.
No
obstante,
debido
a
la
sobrepoblación,
fue
necesario
crear
una
droga
para
esterilizar
a los
hombres.
A
medida
que
pasó
el
tiempo,
las
cosas
se
salieron
de
control
y las
personas
no pudieron
volver
a
reproducirse
de
esa
forma.
Entonces,
al
no
haber
una
razón
biológica
que
uniera
a un hombre
con
una mujer,
los
seres
humanos
se
dieron
cuenta
que con
los
de su
mismo
sexo
encontraban
más
igualdad,
lealtad,
confianza
y
amor.
Por
lo
tanto,
la
homosexualidad
pasó
a ser
lo normal
hasta
el punto
en que la
heterosexualidad
terminó…
… Nadie
sabe
cuál
es
la
verdad.
Lo
único
que
sé es
que,
al
otro
día,
llegó
un
nuevo
profesor
de
historia.
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