El susto de mi vida
— ¡Les juro que
no es una broma!
La voz hizo eco
alrededor de la cueva. Dos pares de ojos observaban fijamente en la
oscuridad hacia el lugar de donde había salido la voz. A su vez, un
tercer par de ojos los observaba completamente abiertos del terror.
— ¡Se los dije!
No quería venir a acampar pero ustedes tuvieron que ser tan
testarudos y obligarme a venir justo el 31 de octubre cuando todos
ellos se alborotan más. Quiero irme a casa
La voz estaba
escandalizada y se escuchaba una respiración agitada. A pesar de la
completa oscuridad que reinaba en la cueva, siempre fue fácil para
ellos reconocer quienes estaban alrededor. Desde pequeños siempre
fueron un trio de amigos muy unidos. Jugando en los jardines, tomando
almuerzos juntos, todo era sencillamente calmado. Años más tarde,
Becka y Jason decidieron que les gustaban las aventuras extremas y el
pobre Harold siempre era arrastrado con ellos. Exploraciones en el
bosque, saltando a aguas profundas, observando lugares tenebrosos.
Aventuras en efecto de adrenalina pero nada tan arriesgado como
acampar en el bosque un 31 de octubre.
Siempre fue un mal
día para buscar aventuras, las energías fluctúan mucho en el
“Halloween” y demasiadas criaturas salen de sus lugares, sin
embargo, Harold aceptó ir con sus amigos a acampar. Entrada la
noche, necesidades naturales hicieron que Harold fuera a buscar un
arbusto, solo para encontrarse con haces de luz muy cerca del lugar
donde se encontraba. No era nada natural, no era una buena señal y
definitivamente era bastante tenebroso. Corriendo devuelta al lugar
del campamento, Harold alertó a Becka y a Jason quienes huyeron del
lugar adentrándose en el bosque hasta encontrar una pequeña cueva
que bloqueaba hasta el más pequeño rayo de luz nocturna.
— Tranquilo
Harold, no será fácil que nos encuentren, además dudo que te
hallan seguido.
La dulce voz de Becka hizo que Harold dirigiera su
mirada hacia el lugar donde se encontraba ella. Su corazón
latía sin cesar en una mezcla de miedo, adrenalina y otros
sentimientos que eran dirigidos únicamente hacia ella. Ignorando el
caos dentro de sí mismo, Harold respiró lentamente hasta calmarse.
Justo en ese instante, una voz extraña hizo eco desde las afueras de
la cueva. Al parecer, si los habían seguido, haces de luces se
hicieron visibles desde la entrada de la cueva y dos siluetas oscuras
aparecieron caminando entre la luz de la luna. Eran horribles, uno
solo tenía parte de su cabeza cubierta de largo pelo, sus ojos eran
más grandes de lo normal y reflejaban la luz de la luna, tenía
muchas capas de algo extraño en su cuerpo al igual que la segunda
silueta. La segunda era bajita, había algo circular en su cabeza que
taba la parte superior de esta, sus ojos eran pequeños y grotescos.
Las dos siluetas se acercaron a la cueva y los haces de luces creados
por las linternas iluminaron el interior de la cueva.
Vacío.
La silueta alta miró
a su compañero y se ajustó las gafas mientras una brisa sacudía su
largo cabello.
— Estas seguro
que viste algo John?
John, estaba mirando
atentamente un par de rocas dentro de la cueva, tomó su gorra con
una mano y sacudió algo de tierra que había sobre ella.
— Te juro que vi
algo María, no bromearía con este estilo de cosas, sabes que más
que nadie me gustaría ver algo fuera de lo común.
Con suspiros de
derrota, María y John siguieron caminando guiados por la luz de las
linternas. Minutos más tarde dentro de la cueva, una singular roca
se comenzó a mover, un par de
brazos aparecieron junto a un cuerpo humanoide de color verde
oscuro, un par de cuernos similares a los de una cabra se alzaban
desde cada lado de su cabeza. Respiraba rápidamente, mientras sus
dos ojos completamente verdes miraban una estalactita de color negro
la cual cayó pesadamente en el suelo revelando dos alas terminadas
en tres dedos y tres ojos negros en su único cuerpo sin extremidades
inferiores. Finalmente, un pozo de agua tomó forma de mujer y miró
a las otras dos criaturas sonriendo juguetonamente
— Se los dije,
son tontos después de todo.
Jheon
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