Historia de un colombiano diferente
El
cuerpo
de
Clark
Torres
fue
encontrado
un
día
de
agosto
en
horas
de
la
mañana
cerca
de
la parroquia
local,
con
una
estaca
clavada
en
el
pecho.
La
vida
transcurría
con
anormalidad
para
Clark
Torres,
un
vampiro
colombiano
que
vivía
ocultando
su
identidad
desde
niño
por
miedo
al
rechazo.
Sus
padres
le
llamaron
Clark
porque
siendo
los vampiros
propios de
la cultura
extranjera,
un
nombre
colombiano
no sería
de
ninguna
forma
apropiado.
Ni
Clark,
ni
sus padres,
ni
ninguno
de
sus
familiares
que
conocía
su
identidad oculta
supieron
jamás
porqué
en
su
familia
había
nacido
un
vampiro;
en
la
reuniones
familiares,
donde
siempre surgía
el
tema para
amenizar
el
ambiente,
se
especulaba
que
el
bisabuelo
Alberto
pudo
haber
tenido una aventurilla
con
alguna
estrella
de
alguna
película
de terror
de Hollywood
por
esos
días en
los
que
viajó
a
probar
suerte
a
los
Estados
Unidos.
Clark
Torres,
un
chico
normal,
cabello
color
blanco
plata,
piel
pálida,
ojos
azules,
aislado
y de
personalidad
introvertida,
normal
para
su condición,
extraño
para
su
cultura;
aprendió
todas
las
maromas
que
implica
ser
normal.
Nunca
brilló
en
los
deportes,
no
tenía las
mejores
notas,
no
destacaba
en
nada,
no era
atractivo
para
las chicas
y
no era
popular
entre
los
chicos,
nadie
se le
acercaba
porque
es bien
sabido
que
en
español
colombiano
“extraño”
y
“malo”
son
intercambiables
en
cualquier
oración.
Se
le
veía
solo, caminando
en
la noche
siempre
tan
oscura
como
su futuro;
evidentemente
las
personas
le
huían
por
miedo
al
contagio,
porque
dicen
que
lo
malo
se
pega.
Regresando
de sus
clases
nocturnas
cruzaba
el
parque
del
sector,
se
sentaba
en
las
gradas
cerca
a
la
cancha
del
barrio
y
se
quedaba
en
silencio,
su
lengua
nativa.
Los
niños
que
jugaban
en
la
cancha
le
llamaban
“El
Zombi”,
no
solo
por
su
aspecto
físico
bastante
tenebroso
sino también
porque
su
paso
era
lento y
medido,
como
si
no
quisiera
llegar
a
ninguna
parte,
y su mirada
era
lejana,
demasiado
profunda
para
mentes
superficiales;
se
dice
que
los
ojos
son una
puerta
al
alma,
no
los
ojos
de
Clark
Torres,
su
alma
era
muy
liviana
y se
le
escapaba
de tanto en
tanto.
Las
vecinas
del
sector,
siempre
tan
bien
informadas,
cuentan
que
la
noche
del
suceso
no
se le
vio
sentado
en
las
gradas
como
era
de
costumbre,
ni
se
le
vio
pasar
de
regreso
del
colegio;
algo
sucedió
entre
las
7pm,
ultima
hora en
la
que
un
profesor
dijo
haberle
visto
con
vida,
y las 4am
cuando
fue descubierto
por un
borracho
que orinaba
en
los
arbustos.
A su
funeral
solo asistieron
su
familia,
algunos
profesores
enviados
por
la
coordinación
de
la
escuela,
una chica
rubia
cuya
belleza
contrastaba
con
la
modesta
presencia
del
resto
de
participantes,
y
un chico
que
se
mantuvo a
cierta
distancia
durante
toda
la
ceremonia
y
solo
dejó
una
nota
sobre el
féretro
que
fue enterrada
con
el
mismo.
Unas
pocas
plegarias
fueron
elevadas
por
las ancianas
como
para
no perder
la costumbre
-
¿Qué
caso tiene
al fin de
cuentas
rogar
por una
creatura
sin alma?
-
Un
burdo
discurso
fue pronunciado
en
su honor
y
fue
sepultado.
¿Quién
mató a
Clark
Torres?
se
rumora
que
lo
mató
el
fanatismo
de
una
cultura
que
ama
las
películas
de terror
pero
teme
vivir
en
una;
otros
creen
que la
familia
le
tendió
una
trampa
y
se
deshizo
de él
para
poder
empezar
a
hablar
de
otra
cosa;
otros
dicen
que
murió
de
pena
de
amor
y la estaca
solo
fue una
forma
de
exteriorizar
su
pena;
otros
como
yo,
creen
que
Clark
Torres
ya
venía
muriendo
de a
poquito
y
al
final,
se le vino
el mundo encima
dándole
la estocada
final
a este
pobre
infeliz.
Lo
cierto
es
que nadie
lo supo y
en
el
fondo nadie
lo quiere
saber.
Clark
Torres
murió
como
vivió,
pasó
a
la
historia
y nadie
le
extrañó,
solo
en
eso
pudo
ser
igual
a todos
los
demás
por primera
vez
en
su
vida
– o
más
bien en
su
muerte
–
como
lo
haremos
todos los
que
no
alcanzamos
a
encajar
en
este
pacífico
país
tan
incluyente
y tolerante
para
con
todos sus habitantes.
Seudónimo: Praxis
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