Libro
y
Café
Sobre
mis
manos
reposa
un
libro
de
color
azul
celeste,
ondas
que
resultan
agradables
a
mis
ojos
miel,
herencia
de
mis
padres
y
de
aquel
que
ordena
la
luz
eterna
del
astro
rey.
Su
carátula
denota
la
clara
intención
del
autor
por
mostrar
la
importancia
evolutiva
del
hombre
en
su
caminar
por
los
estrechos
senderos
que
dejaron
los
antiguos
habitantes
de
lo
que
hoy
solemos
llamar
América.
Es
uno
de
varios
ejemplares
que
acompaña
la
colección
informal
de
uno
de
los
libreros
que
guarda
diariamente
su
tesoro
en
una
bodega
del
centro
de
Cali.
Al
abrir
sus
páginas
se
percibe
el
cuidado
que
tuvo
la
editorial
de
producir
ejemplares
de
alta
calidad,
es
como
si
fuera
a prueba
de niños
curiosos.
Su
contenido
nos
habla
del
movimiento
universal,
de la
relación
entre
saberes,
y
de
cómo
nos
han
comunicado
los Dioses
su
manera
de
amar.
Un
libro
raro
y
curioso
para
mis
gustos
literarios.
Su
dueño
temporal,
toma
tinto
comprado
a
la
señora
que
conoce
los
vericuetos
de
centros
comerciales
de
la
calle
13.
Aquella
inquilina
diminuta
y
fuerte
de
casas
del
barrio
San
Nicolás,
sonríe
taciturna.
Él
me
mira
de
reojo
al
ver
el
interés
que
tengo,
se
acerca
mientras
vocifera
a
su
ayudante
que
ponga
atención
sobre
la
clientela
y la
compra
posible.
Un
niño
sonriente
de
apariencia
vivaz
se
levanta,
sale
de
su
escondrijo,
y
mientras
guarda
su
juguete
electrónico
espeta
frases
con
aire
soñador.
-Este
es
un
libro
importante,
es
de
la
universidad
del
valle,
aquí
dice,
mire.
Cuesta
2
mil
pesitos,
está
casi
nuevo,
y es
el
último
que
nos
queda.
Nos
cayó
la
semana
pasada
con
otros
que
vendimos.
Imagínese
que
unos
manes
trajeron
varios,
y ese
mismo
sábado
los
acabamos
casi
todos.
Los
que
vienen
de
allá
son de
buena
suerte,
pues
nos va
mejor.
Mi
ojo
hurga
por
el
tendido
de
libros
que
sobre
la
calle
real
se
extiende
unos
cinco
metros
cuadrados.
Frente
al
Teatro
Jorge
Isaacs
me
encuentro
conversando
con
quien
recorre
ciudades
capitales
animando,
según
él,
a que
se
incremente
la
lectura
y
se
deje
la
vagancia.
-Aquí
llega
de
todo,
no
le
pare
bolas
al
muchacho
-dice
el
librero-.
Este
negocio
tiene
sus
temporadas.
¿Busca
algo
especial
o
deja
que
los
libros
lleguen
a
usted?
A
mí
me
gustan
muchos temas,
a uno
le
toca
leer
a veces
para
vender.
Con tanto tiempo
libre,
pues
ni modo. Aquí
en
esta
fila
están
los
poetas
malditos,
allá
están
organizados
los
del
sabio
Mutis
y
debajo de
la
manta
roja
están
los
de
política,
esos
son
buscados
por
ilustres
caballeros,
y los
que
tienen
pinta
de
hombre
nuevo.
Ayer
vendí
unos
que
no
quería
vender,
había
que
pagar
hotel.
Ahora
recojo
el
dinero
que
pueda,
porque
voy
para
las
zonas
de
concentración,
donde
espero
vender
este
material,
y
otros
libros guardados
que
tengo
en
Medellín,
Antioquia.
Pagué
al
librero
y
abordé
la
ruta
E-21
de
transporte
masivo
conocido
como
MIO
en
la
estación
que
abre
las
puertas
a la
ciudad
comercial.
En
mi
mochila
arhuaca
van
silenciosos
los
textos
adquiridos.
El
libro
de
la
biblioteca
Mario
Carvajal
titulado
historia
social
de
la
ciencia
en Colombia
volvería
de
nuevo
a su
estante
después
del
reporte
correspondiente.
-Este
es
un
libro
de Referencia,
solo
puede
prestarse
con
ciertas
restricciones,
dijo
una
funcionaria.
Hace
parte
de los
libros
que le quitaron
abusivamente
al
docente
que
estaba
realizando
trabajos
de
campo
en
la
Loma
de
la
Cruz.
Esta
devolución
es
una
novedad
para
la
Comunidad
Universitaria
en
la medida
que volver
a
conseguir
el
texto
es complicado.
Hace
meses,
al
cruzar
cerca
del
busto
del
insigne
ex-rector,
me
llegó
la
idea
de
comprobar
si
estaba
ubicado
el
libro.
Allí
estaba,
y
por
curiosidad
lo
tome
en
calidad
de
préstamo.
Ojeando
el
libro
estaba
en
las
afueras
de la
estación
Unidad
Deportiva,
disfrutando
café
con
pandebono
caliente,
cuando
unos
seres
enjutos
dijeron
con
firmeza:
siga
leyendo,
entregue
todo,
sin
escama
llavecita,
estamos
trabajando,
somos
pillos
buena
gente,
como
dice
la
canción.
Cumplí
la
orden,
y
aunque
pálido
cual
papiro
egipcio
en
época
de
sequía,
continué
leyendo
repetidamente
la
misma
página,
tratando
de
simular
perennidad
como
si
fuera
familiar
del
señor
de
Sipán.
Ferruco.
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