Obsesión
Solo
bastó
un
breve
vistazo
para
que
Jack
supiera
que estaba
ante
una
gran
joya.
Sentía
que debía
tenerla
no
importaba
qué,
así
que
decidió
regatear
con
el
viejo
vendedor:
“Oiga,
cuánto
por el
libro
de la fea
portada
rústica”,
dijo
con
un
tono
neutro
intentando
no
mostrar
interés,
pero
en
el
fondo sabía
que
aquella
característica
solo
le
agregaba
más belleza
al objeto.
“Me
entristece
que trate
de esa
forma
a verdaderas
obras
de arte.
¿Sabe?
en
una situación
normal
se lo
vendería
a
un
alto
precio
pero
sabiendo
que
la
guerra
está
a
la
vuelta
de
la
esquina,
se lo
venderé
a un módico
precio…”.
Una
vez
concretado
el
negocio
Jack
se
dirigió
apresuradamente
a
su apartamento.
Tanto
era
su afán
por
leer
aquel
libro
que
pasó
por
encima
de
los
niños
del
104
que
jugaban
en
la
entrada
del
edificio,
saludó
con
una
sonrisa
cálida
a
la
hermosa
joven
del
203,
con
quien sostenía
un
amorío
juvenil;
evitó
cruzar
miradas
con
el
bulloso
y
grosero
vecino
del
302,
que
no hacía
sino
maldecir
mientras
intentaba
arreglar
la
agujereada
puerta
de
su apartamento;
por último
saludó
brevemente
a
la
anciana
del
401,
la
cual
pasaba
el
tiempo
tejiendo
con
la
puerta
abierta
con
el
fin de
lograr
algún
tipo
de contacto
que distrajera
su
soledad.
Una
vez
en
su
hogar,
abrió
el
libro,
estaba
en
una
lengua
árabe,
pero
eso
no
era
un
problema,
por el
contrario,
era
justamente
lo
que
buscaba,
pues
Jack
era
un joven
traductor
que,
por
la guerra,
había
perdido
su
empleo
y
vivía
de
hacer
oficios
varios.
Recordó,
cuando
vio
el
libro,
que una
editorial
extranjera
le pagaría
un buen
dinero,
lo suficiente
para
huir
a otro
país,
por traducirlo.
Pensó
que
solo
sería
otra traducción
más,
pero
cuando
lo
leyó
por
primera
vez,
cosa
que
no
tomó
mucho
tiempo
pues
tenía
100
páginas,
quedó
extasiado.
Olvidó
pronto
que lo
traduciría
por dinero,
en
vez
de
eso,
lo
haría
por
amor
al
arte
de
traducir,
quería
ser
participe,
así
fuera
solo en
su
traducción,
de
aquella
magnífica
obra de
arte.
Sin
embargo,
parecía
que
el destino
le tenía
otros planes.
Una
mañana
de
sábado
llegó
una carta
del
gobierno
solicitando
– obligando
–
a
enlistarse
en el
ejército
y participar
en
la
guerra.
Jack,
cuya
actitud
había
cambiado,
estaba
obsesionado
con
la
traducción,
dejó
su
trabajo,
evitaba
a la joven
del
203
aparentando
su
ausencia.
Su
apartamento
estaba
lleno
de traducciones
infructuosas,
algunas
por su
literalidad,
otras
por recuperar
su
sentido
pero
siendo
muy
apartada
del
original,
como
otra
obra.
Sabía
que
esta
vez
no
podía
eludir
el
compromiso,
vendrían
por
él
en
exactamente
una
semana.
Sintió
terror
y horror,
sabía
que
no
sobreviviría
un
día
en
la
guerra,
además
no
quería
abandonar
su obsesión.
Durante
cinco
días
no
hizo
más que
buscar
todo
tipo
de
pretexto
para
eludir
el
compromiso,
complicaciones
médicas,
incluso
un
acta
de
defunción,
sin
embargo,
sus esfuerzos
fueron
en
vano,
nadie
lo
ayudaba
pues
o
lo
consideraban
cobarde
o
alguien
que
no quería
a
su patria.
Era
viernes
en
la
tarde
y
su
angustia
estaba
afectando
su
salud,
sudaba,
se
movía
de
un
lado a otro
dentro
de su
apartamento
como
paranoico,
mostraba
signos
de delirio,
parecía
que
fuese
a
enloquecer.
Corrió
desesperado
de un
lado
al
otro hasta
quedar
agotado,
sentándose
bruscamente
sobre
una pequeña
butaca,
quedó
ahí
silbando
una suave
melodía. Fue
como
si todo
el
edificio
hubiera
quedado
en
armonía.
Los
niños
del
104
hacían
un
golpe
con
la
pelota
que parecía
llevar
un
ritmo
de
tres
golpes
seguidos
y
uno
después.
Ritmo
que
repetía
la
vecina
del
203 con su armónica.
El
mismo
ritmo
del
vecino
del 302 que martillaba
su roída
puerta.
El mismo
ritmo
que
hacía
la
vieja
del
401
al
tejer.
Jack
se
sintió
en
calma,
y
tras
un
momento,
inspirado.
Se
demoró
traduciendo
hasta
el
amanecer
del
sábado,
se
vistió
como
para
clima
frio,
dejó
la
llave
de
su
apartamento
en
el
203
y
huyó.
La
joven
entró
al
apartamento
de
Jack,
en
su escritorio
vio dos libros
casi
iguales,
junto a ellos,
una pequeña
nota que
decía:
“mira,
he logrado
dar forma árabe al
español”.
Comentarios
Publicar un comentario
Tus comentarios enriquecen nuestra Biblioteca ¡Gracias por Visitarnos!