EL COCTEL1
A sus treinta años
era uno de los arquitectos más importantes del país. Era innegable
el empeño y la dedicación con los que trabajaba y los que
impulsaron su carrera, pero la popularidad de su nombre y su fama
crecían en paralelo que su adicción a las drogas, las cuales habían
empezado a consumir de manera recreativa, pero ahora parecía que era
la única forma en la que podía desinhibirse y lidiar con el estrés
de su cargo.
No había podido
pegar el ojo en toda la noche, encontrar a aquella chica en su
apartamento lo había dejado perplejo. Ella había intentado
asesinarlo, aduciendo que él la había violado.
No se acordaba de
nada, su cassette se había borrado, pero era imposible que él
obligara a alguien a costarse con él y mucho menos que tomara a
alguien por la fuerza, no era necesario con su atractivo y fama, era
irresistible para todas las mujeres que se cruzaba, no necesitaba
buscar a ninguna, porque ellas siempre estaban servidas para él.
Esta
vez llegó a la oficina nervioso, intentando concentrarse en el
cierre del proyecto del parque central, pero su mente no dejaba de
divagar. ¿Qué podía suceder sí esto se sabía? No solo tendría
que ir a prisión, sino que además toda su carrera la iría al
traste. Se echaría a perder no solo su esfuerzo sino además un
talento innegable con el que contaba.
La chica no pudo
ocultárselo a su pareja, él era uno de los obreros del nuevo
hospital ubicado al sur de la ciudad para las clases menos
favorecidas, proyecto que lideraba el arquitecto.
A pesar de estar
prohibida las relaciones entre empleados, por un rumor de necesitar
personal había logrado ubicar a su mujer en la oficina central de la
constructora como auxiliar de servicios generales. Ambos habían sido
novios de toda la vida, pero migraron a la ciudad en busca de mejores
oportunidades y con la idea de casarse muy pronto. Dentro del trabajo
aunque era poco lo que se podían ver fingían no conocerse, pero
afortunadamente los dos estaban vinculados laboralmente, y todos los
sueños armados hasta ahora parecían más reales con el correr de
los días.
El obrero había
sospechado que algo no iría bien durante el día. Era muy
supersticioso y había tenido un sueño tan horrible que había
tratarlo de olvidarlo durante el transcurso del día. Llegar a casa
representaba para él un aliciente. Sin embargo, la llamada de su
mujer diciendo que llegaría tarde, a causa del coctel de cierre del
proyecto del hospital donde ella participaría como mesera lo dejó
mucho más intranquilo. Reconocía que necesitaban el dinero, pero
hubiese dado todo lo que tenía porque ella no realizara dicha labor.
Al
verla llegar con moretones y la ropa rasgada no necesitó
explicaciones para saber lo que había ocurrido. Ella le contó con
mucha dificultad, más dolor emocional y rabia que dolor físico, que
el arquitecto había insistido en llevarla a casa y aunque se negó,
la tomó por la fuerza y la
subió al coche. Unas cuadras más adelante ante los gritos y el
llanto, la tiró en un terreno “escarpado” y abusó de ella. Cada
uno sin contarle al otro decidió vengarse.
Pasaron algunos
días, la pena y el dolor físico no dejaron a la mujer levantarse de
cama, cuando tuvo las fuerzas fue hasta el apartamento del arquitecto
y con un arma rentada le apuntó, pero no fue capaz de herirlo. Ante
esta aterradora escena, él solo pudo llamar a la policía y tratar
de dormir sin lograr conseguirlo.
Era un día crucial,
por fin se cerraría el proyecto del parque central, diseñar un
parque para la ciudad había sido uno de sus mayores sueños. Para la
firma del contrato estaban no solo el secretario de desarrollo
urbanístico, sino además el Ministro de Hacienda.
El
obrero llegó primero y lo esperó con calma en recepción. El
arquitecto aceptó hablar con él en su oficina, pero al momento de
cerrar la puerta le recordó calmadamente lo ocurrido. Ante la
desesperación del arquitecto y su intento por salir huyendo, el
obrero lo detuvo y reivindicó lo ocurrido a su mujer apuñalándolo
reiterativamente en el vientre.
Maru
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