UN FIN, VARIOS
INICIOS
Por
Libia DU
Olía a verde
mojado. A eso de las tres de la madrugada había comenzado a llover,
pero el aguacero cesó rápido. Tenía frío. Me puse las botas y la
gorra; el uniforme ya lo tenía puesto. Ese día me tocaba cocinar. A
pesar de que la leña estaba húmeda, prendí el fogón, puse la olla
apachurrada, le eché agua suficiente y tres panelas. Mientras hervía
fui alistando los pocillos. Los camaradas se iban levantando. Fueron
haciendo fila y sirviéndose de forma que alcanzara para todo el
mundo. Manuel, más conocido co mo “Jabón”, era quien estaba a
cargo. Él encendió el radio de pilas y le subió el volumen para
que todos escucháramos. Terminaron los titulares. «Ninguna
novedad», dijo “Jabón” mientras soplaba su aguapanela. « ¡En
marcha!», gritó “Karina”, «No perdamos tiempo». Rápidamente,
cada quien fue ubicándose donde le correspondía. Cogí mi equipo,
me lo eché al hombro y arranqué. «Otra vez nos atacaron de
sorpresa», le dije a Vicky, la camarada que tenía al lado. «La
cosa está dura. Vamos a tener que ser más rápidos», me respondió
mirando hacia el suelo.
«¡Cuidado por donde
pisan!», nos advirtió “Rasguño”, «ayer puse unas marcas por
aquí». Yo me asusté mucho. Vicky me miró fijamente, me puso su
mano en el hombro y me dijo: «Ya pasó. Ahora sólo tenemos que
sentir miedo por las hormigas. Sigamos fumigando para que no se
terminen de comer nuestras matas de café».
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