No te puedo
perdonar. Lo intenté, creeme. Pero la traición, el desazón de
saberse prescindible y la horrible realización de ser tomada por
idiota, me inundan al pensar en ti. ¿Recuerdas aquella primera
carta? Aun me siento avergonzada de aquellas palabras, tan estúpidas
e inocentes, tan cargadas de sentimientos que nunca entendiste.
Me
aterra pensar que fuiste un antes y un después. Recuerdo aquel
primer beso, el toque delicado de tus labios y el horrible dolor en
el pecho ¿Fue así la primera vez o he manchado el recuerdo?
Odio
pensar que fuiste único ¿Dónde queda el porvenir si así es? No te
quiero de vuelta, pero tampoco logro perdonarte y eso me consume.
Ojalá no me importarás, ojalá conociera a otra persona, ojalá no
te hubiese conocido.
Te
he visto pasar y quiero creer que me es indiferente, que todo esto es
solo el escozor de mi orgullo herido. Ojalá te remuerda la
conciencia, ojalá me pienses de vez en cuando. Sería patético que
solo yo pensará en ti.
Sé
que no debería arrepentirme de lo sucedido, el azar lo quiso así.
Pero podría haber sido alguien más amable y más honesto. ¿Qué vi
en ti? No eras especial, eras solo un muchacho que posó sus ojos en
mí y me hizo pensar que era interesante, que importaba.
Tengo
miedo, tengo miedo de buscarte en otros muchachos, de buscar otro
idiota como vos, de no saber apreciar a otros y terminar sola. Tengo
miedo de que nunca nadie piense que soy interesante y que si alguien
lo hace, me traicione, como vos.
Pronto
esto acabará, pronto encontraré a otra persona. Y tú pasaras a la
historia, como aquel muchacho de sonrisas fingidas y moretones en el
cuello, aquel muchacho que no merecía ni siquiera una mirada de mi
parte. Otros labios ocuparán mis labios y otros ojos llenarán mis
sueños. Entonces me serás indiferente y por fin, seré libre.
Ojos
cansados.
Comentarios
Publicar un comentario
Tus comentarios enriquecen nuestra Biblioteca ¡Gracias por Visitarnos!