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Concurso cuento corto: El viaje al centro de un libro



El viaje al centro de un libro.

Unas vacaciones más, unas vacaciones menos, ¿Cuál es la diferencia? Pero, ¡sí que fue diferente!...Cuando supe que iba a terminar clases, decidí tomar cartas en el asunto, me dediqué a buscar en internet el resumen de diferentes novelas que quería leerme. Simultáneamente, iba buscando en la biblioteca virtual de la universidad si éstos estaban disponibles. El último día de clase, presté tres libros: Dispara, yo ya estoy muerto, El tiempo entre costuras y otro del que ni siquiera recuerdo su nombre.
 
Me animé a comenzar por el más gordo y al igual que su tamaño, así fue de sorprendente: junto a Samuel, el protagonista de esta historia, mi viaje comenzó en la maravillosa, helada y, para ese entonces, despiadada Rusia; no nos pudimos quedar mucho tiempo, tuvimos que correr hacia París para salvar nuestras vidas de las persecuciones que los judíos sufrían. Ya en París todo fue más tranquilo; hicimos amigos, comenzamos a trabajar. Pero, como la revolución, el cambio y la lucha por encontrar un sit io donde quedarnos para siempre nos perseguía continuamente, tuvimos que huir nuevamente. Esta vez, nuestro destino era mucho más desconocido: ¡la tierra prometida!
 
Jerusalén no nos recibió con los brazos abiertos, precisamente: la pobreza, la desconfianza en los judíos y la congestión de cristianos, musulmanes y árabes quienes reclamaban la misma tierra, nos atacaron. Prácticamente, ahí estaba el problema: la diversidad de religiones, costumbres y hasta de comidas, no querían aceptar un forastero más. Con el pasar de los días, Samuel y yo hacíamos amigos por montones pero, también hicimos enemigos: personas que no podían convivir con alguien que pensara diferente, alguien que siendo mujer no bajara la cabeza cuando pasara un hombre, que no llevara velo puesto y mucho menos, que interrumpiera en las conversaciones de los hombres.
 
Como decía nuestro gran amigo Ezequiel ―lo que nos falta a los judíos y a los árabes es ponernos en la piel del otro― ¿Por qué lo dices Ezequiel? Precisé ―sin recibir explicación alguna... Aunque, no se necesitaron muchos días para comprenderlo. Samuel y yo presenciamos la guerra que se desató entre árabes y judíos. Nuestros amigos se olvidaron de los tiempos pasados y decidieron atacarnos. Para el final de esta masacre so lo quedaron pérdidas para ambas partes: hijos, hermanos, padres, familias enteras. ¿Ahora, qué sigue? el hambre, la angustia y la nostalgia invadían tierra santa, en la que siglos atrás todos se refugiaron bajo varios dioses.
 
Y así… sin salir de mi casa, recorrí el mundo, junto a personas que no conocí y nunca olvidaré. Aprendí historias y viví guerras que tal vez no eran mías, pero marcarán mi vida para siempre. Todo esto, gracias a Julia Navarro y su novela. Historia que patrocinó mis vacaciones… un viaje diferente…
 
La mujer de la gran sonrisa.

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