No pensé
que tirarte por las escaleras podría ocasionarte tanto sufrimiento. Fue un acto
instintivo, de esos que no se pueden explicar. Yo estaba ahí, tú a mi lado,
casi en mí; las escaleras se desparramaban hacia el precipicio del primer piso;
un leve empujoncito, tu ruido al caer; sangre en la cabeza, en las fosas
nasales; el bracito izquierdo mirando hacia el sur y, después (decía yo), tu
perdón… Se me hacia una broma. Una ligereza de nuestra antigua amistad.
-
¡Eres un imbécil, un asesino!
No me
acuses. Algo une mi decisión a la tuya. Como aquella noche de agosto
¿recuerdas? en que decidimos dar el salto. No puedes olvidarlo y lo sé. Yo
tampoco puedo. Una linda velada ese día. Vino caliente en la azotea del
apartamento de Julio, muchos amigos… María, tu mujer, inquisitiva nos miraba
mientras entonábamos, recurrentemente, el son del brindis. Ya ebrios, en la
magia del momento, sentados en el muro del mirador nos dejamos caer. Te
rompiste una costilla y yo también. De tu cabeza manaba sangre a borbotones y
mi sangre había empantanado ya la calle. Tu cuerpo, quieto, en una posición
elástica; el mío, sin responder a mi exigencia de movimiento, dormitaba en una
conciencia difusa de mí y de ti. Todo era rojo por la sangre y conforme pasaban
los minutos, todo se pintó de negro.
-
¡Eres un imbécil, eres un asesino!
No, no
más, no grites más. No puedo soportar tu palabrería de indignado. Sospecho que
tus acusaciones han alertado a los médicos de este lugar. Ellos actúan a mi
lado como en presencia de un loco. Exceptuando, eso sí, al doctor Poe, adicto a
cambiar el nombre de sus pacientes -a mí, por ejemplo, me llama William Wilson,
en otros momentos Jekyll, en otros Hyde y en los últimos días, Tyler Durden-
todos me fatigan con sus ojos indiscretos y sus auras de superioridad racional.
Tú sabes que no soy indolente. Tirarte por las escaleras fue solo una broma. El
loco eres tú que te resiste a perdonarme. La tuya es una locura ventajosa. Te
aprovechas de la autoridad que te da ser la víctima y conviertes a todos en
victimarios para obtener poder.
-
¡Eres un imbécil, eres un asesino!
Ahora
estoy aquí, contigo, que dormitas en el cuarto del frente, enloqueciéndome con
tu cantaleta. Celoso de que María, tu mujer, me dedique tanto tiempo.
Por ella
te mataría hoy mismo si no nos distanciara este espejo.
hola una pregunta yo entendido que la premiación se daría a partir de noviembre pero este cuento está subido el junio 21, ¿qué sentido tiene esto? Gracias de antemano
ResponderEliminarSi todavía no sea premiado me gustaría saber cuándo va hacer la premiación
Eliminar