BiblioExperiencia: Manuel López Izquierdo: el escritor del futuro

Leidy Xiomara Ponce Castillo

Autora: Leidy Xiomara Ponce Castillo

Estudiante

Es un poco confuso lo que enocasiones se le ocurre a los hombres. Unos creen que con el hecho de madurar indican sabiduría. ¡Qué error! La gente se pone más tonta porque esconde al niño para sacar al hombre

Lexi P11

Esta frase podría definir la vida e historia de Manuel López Izquierdo; aunque nadie hubiera dado un centavo por él, es hoy por hoy un escritor de cuentos infantiles. Sus libros desde hace poco han logrado introducirse en muchos hogares de nuestro país, y piensa extenderse en otros países como Chile, Ecuador y México.

Manuel López Izquierdo un hombre que desde hace 48 años habita este planeta con el fin de disfrutarlo; apasionado por la vida y por todo lo que está a su alrededor, le encanta escribirle a la muerte, al anciano que estuvo y ya no está, a las mujeres y su profundo sexto sentido, a la sociedad, la naturaleza, al canto de las aves y hasta al regaño de su mamá. Mientras dice esto “me mira de forma coqueta sonriéndome y guiñándome un ojo”. Me encanta la epistemología, aunque soy escritor por naturaleza.

Por un momento, Manuel se queda pensando y coloca su mano en posición de “espera un momento”, lo miro cuando de repente suelta una gran carcajada “lo olvidaba, lo olvidaba”; no recordaba la última página que estaba leyendo.   Recuerdo tanto el libro, sus hojas, parecía que habían sido leídas una y otra vez ¿me dejas ver el libro? - le pregunté - en su caratula decía:0 Alicia en el país de las maravillas.

La biblioteca estaba totalmente silenciosa, yo solo miraba a mi alrededor.  Por un instante me sentí incómoda, todos los ojos estaban puestos en la mesa donde estábamos solo él y yo; pero hablaba con tanta propiedad, que no sé en qué momento olvide el lugar donde estaba, solté el libro de Bergson que leía, y sin conocerlo solo recuerdo que le pregunte: - ¿cómo descubres tu amor por la escritura?-

Inmediatamente lancé la pregunta, Manuel se ríe de manera silenciosa, se detiene, y me dice: - ¡sabia que pronto hablarías! - fue en ese momento cuando Manuel se presentó y empezó a contarme un poco de su vida: -“desde muy joven empecé a escribir todo lo que veía y lo que vivía, me daba pena hablar, me sentía muy mal conmigo mismo, mis compañeros se burlaban porque tenía un retraso en el desarrollo del habla que se fue mejorando a partir de los 17 años por eso digo que escribí toda mi vida y lo haré hasta que deje de existir”-.

Cuando ingresé a estudiar los profesores decían que tenía algo místico en mis escritos que atrapaba al lector, que convertía los problemas de la sociedad en impactante historias literarias, tenía magia y sarcasmo a la vez.  Yo no le paraba bolas a eso…

Volvió a sonreír y se detuvo de nuevo, repitiendo el mismo gesto al no recordar la última página que leía de su libro: Alicia en el país de las maravillas.  Esta vez se paró de la mesa donde estábamos y me dice -¿vamos por un café?- me paré, e inmediatamente mientras caminábamos hacia la cafetería retomó su respuesta. -“..Yo no le paraba bolas a eso… como ya sabía hablar ahora solo quería reír, gritar, cantar y enamorar bellas mujeres.  No me preocupaba escribir, solo vivir mi juventud. Hasta que el amor cambio mi vida.” - Pero… -¿De qué amor hablaba Manuel?-

Saca una billetera de color café con un bello tejido artesanal y en la mitad de ella se encontraba una foto, era la imagen de una hermosa mujer, sin lugar a dudas: de tez trigueña, cabello negro y crespo, ojos grandes y expresivos.   Se aferró a ella con mucho sentimiento.

¡Mi esposa: ALICIA! sonrió dándole un beso a la foto.  Por ella volví a escribir, esta hermosa mujer es sordo muda no podía hablar, cuando la vi por primera vez me encantó, no sabía de su discapacidad, sin pensarlo le regalé un poema.

“De las flores Caleñas usted es la más bella.

Y del cactus colombiano yo soy un bacano”

- Cuando la vi que sonrió me le acerque y le dije ¡hola! nunca respondió, sacó un lápiz y un papel, empezó a escribir letra por letra ¡hola! repetí la misma acción y estuvimos hablando ¡perdón! escribiendo por horas y desde ese día decidí no dejar de escribir.

Solo así comprendí la relación del libro que leía Manuel en la biblioteca Alicia en el país de las maravillas.

A este hombre parecía que nada le molestaba.  “Lo observaba mientras terminaba su último trago de café y fue cuando decidí hacer la pregunta que me intrigaba.

¿Siempre eres así de alegre, abierto y expresivo?

Manuel vuelve a reír, pero esta vez no de una manera silenciosa, de una sola carcajada deja salir todo su sentimiento diciendo -¡sí, claro que sí! Aunque, Rechazo la idea que con todos los problemas de la sociedad, el mundo esté dando vueltas como loco y los que habitamos en ella tratando de cambiar y trasformar todo. Creen que con eso saldremos del tercer mundo y quieren llamarse los genios, los sabios o dioses de la ciencia-.  Olvidaron el carro de madera para coger el carro de vapor, presumiendo así esconder al niño y sacar al hombre.  Piensan que con el hecho de madurar la gente se pone más sabia, pero la gente se pone más tonta.

Estas fueron las últimas palabras de Manuel, mientras se alejaba del lugar de una manera muy partícular, como cuando los niños corren en caballito de dos en dos. Nunca volví a saber de él.  Hasta la fecha no sé si lo que Manuel me contó aquella tarde en la biblioteca es mentira o verdad.

Lo que sé es que después de esta experiencia con este hombre en la biblioteca, empecé a ver la vida de diferentes formas y asumirla de distintas maneras.  Manuel es sin lugar a duda un hombre misterioso que no ha dejado ir a su niño interno, pero con una mente brillante, se rehúsa a sacar al hombre que lleva dentro, pues así él es feliz.