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BiblioExperiencia: Tic-toc


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Autora: Mónica Fernández Pineda
Estudiante Universidad del Valle


Tic-toc.Tic-toc.Tic-toc. 

Llevaba escuchando ese sonido varias horas, había llegado un punto en que no podía definir si sonaba su reloj, el del muchacho de la mesa de al lado o si se imaginaba el incesante ruido. 

La biblioteca de la universidad cada vez le parecía más grande, los pasillos más amplios y el silencio más atronador. Siempre hay cierto sinsabor cuando se fuerza al orden. 

Tic-toc. Tic-toc. Tic-toc. 

Miró al libro con tristeza, las páginas parecían extenderse a medida que las leías y todo a su alrededor empezaba a ser más interesante. 

bibliotecaria y sus gafas graduadas eran toda una atracción, ella quería darse un aire de secretaria pero a fin de cuentas era un militar. 

La expatriación era el castigo. 

En medio de su dilema interno ella llamó su atención. 

Caminaba suavemente, como si estuviera pisando una nube. Todo en ella era hermoso, ella era hermosa. Tenía la piel pálida y los labios rojos, era alta y su figura estilizada. 

Hacía tiempo que le ocurría lo mismo, la veía de lejos y su corazón comenzaba a palpitar desesperado. 

Tic-toc. Tic-toc. Tic-toc. 

Recordó que tenía un temario por delante, y continuó con la lectura. La percibió antes de que se sentara a su lado, fue como si el aire se viciara con su aroma y todo a su alrededor se llenara con su esencia. 

Ella abarcaba cada uno de sus sentidos. 

-Buen día, mi capitán- Le sonrió despampanante mientras se apoyaba sobre la mesa - ¿Cómo va todo en alta mar? 

-Sin novedades, mujer- Respondió como si nada, como si su alma no estuviera a un ritmo desbocado ya que la tenía a su lado. 

Ella comenzó a hablarle. En algún punto ya no le entendía, sólo se concentraba en ver cómo hablaba ella, si alzaba las cejas o no, si movía las manos. Todo alrededor de ella era ensordecedor, sólo podía percibir a lo más lindo del mundo mientras le decía no sabía qué cosa. 

Tic-toc. Tic-toc. Tic-toc. 

La bibliotecaria apareció de la nada, con sus pequeños tacones y el ceño fruncido. Miró con reproche mientras se acomodaba las gafas, colocó el letrero que decía “Silencio, genios construyendo ideas” y se retiró malhumorada. 

Era la primera sentencia a la conversación. 

Tic-toc. Tic-toc. Tic-toc. 

Ella pretendió empezar a leer una hoja en blanco, como si no notara que su presencia tenía distraída a la persona a su lado, que pasaba páginas sin leerlas.

Los pensamientos saltaban de su cabeza, a ella no le agradaba el silencio. Decidió romperlo de nuevo. 

-¿Qué harías si hoy fuera el último día de tu vida?- Ella le preguntó sacando a relucir su sonrisa, esa que devastaba toda su calma. 

Tic-toc. Tic-toc. Tic-toc.

 - Casarme contigo -

 Por toda respuesta, ella le sonrió. 


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