Cuento para leer en clase Salvatore no había tenido un buen año. Aunque el sol disminuía su asedio, hacía un bochorno tremendo en ese salón oscuro. Las ventanas estaban abiertas y los ventiladores a toda marcha intentando mitigar el calor. Faltaba una hora más o menos para que acabara la clase. Larrahondo los puso a escribir un cuento en el tiempo que quedaba, algunos incluso alcanzarían a leerlo. Máximo una cuartilla. —Tiempo, jóvenes. A ver, que salga el italiano—dijo Larrahondo simulando estudiar la lista. Salvatore salió al frente. Arrancó la hoja del cuaderno con violencia. Todos murmuraron y rieron cuando leyó el título: Cuento para leer en clase. Larrahondo también desconfió del título y lo juzgó escuelero. Salvatore se aclaró la voz con un sonoro carraspeo e inició la lectura. —Procuro siempre entrar primero al salón de clase para tomar el puesto más cercano a la puerta—aquí hizo contacto visual con sus compa...