Sara y Camila se conocen desde bebés, Sara vivía al frente de la casa de Camila y al crecer estudiaban en el mismo colegio. Ambas eran inseparables. Los padres mimaban demasiado a Camila, ella tenía una habitación enorme, llena de juguetes y una cama de princesas. Los padres de Sara tenían una vida modesta, pues Sara tenía tres hermanos mayores, sin embargo, vivía en un hogar amoroso y feliz. Mientras que Camila, a pesar de estar rodeada de lujos no tenía hermanos y en su hogar la madre y el padre permanecían ausentes la mayoría del tiempo por trabajo. Ambas niñas compartían sus vidas alegremente, pero en su interior envidiaban la vida de la otra, lo cual nunca fue impedimento en su relación hasta que llegó el décimo cumpleaños de Camila. En aquella fiesta llena de pasteles, bailarinas, juegos, niños correteando y decoraciones festivas, fue el día en el que ambas amigas escucharon una conversación en la que la madre de Sara le preguntó a la madre de Camila si no pensaban...