Fue
en la vereda La Plata, junto al radio, que Arsenio cayó en cuenta de la
miserable ciudad.
De
sol a sol había trabajado el opita durante cuarenta y ocho años en su tierrita.
Entretanto, una radio vieja le contaba historias en forma de noticia: un virus
había parado el mundo. Pero Arsenio, ni sabía lo que era un virus ni lograba
imaginar un mundo. La vida en sus sembrados no paraba, el Sol no incumplía y en
el cielo cada día más pájaros volaban. Divertido por las historias que la radio
se inventaba, apagó el cacharro y volvió al trabajo con su compadre.
• Mano, en el noticiero alguien dijo que
todos estamos jodidos. Yo no me había dado cuenta.
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