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BiblioExperiencia: 310...





Autor: Francisco Domínguez
Estudiante de Ciencias Sociales


Mis manos húmedas toman el telefóno y marcan 310……., lo pongo en mi oreja y espero impaciente a que alguien conteste del otro lado de la línea, me digo sin mucho convencimiento - Esta es la última vez que marcas -

Todo empezó días atrás mientras leía Relato de un Asesino de Mario Mendoza, en una de sus fascinantes formas de incluir referentes bibliográficos armó una escena en un salón de clases donde un profesor de literatura contaba sobre los poetas malditos, haciendo énfasis en Baudelaire.  Narra cómo él transcurre los últimos días de su vida recorriendo las sórdidas calles de Bruselas acosado por la sífilis y mendigando pasiones efímeras entre las prostitutas. Hermoso relato para aquel que se encuentra perdido (aunque yo lo plasmo aquí de una manera escueta), para el día siguiente tenía una meta.

Atravesé rápidamente las puertas de cristal de la biblioteca Mario Carvajal, busque a Baudelaire con el mismo afán que este buscaba calmar el hambre promiscua de su alma, encontré varios ejemplares sin saber cual elegir, recorrí una y otra vez la lista hasta que escogí Las Flores del Mal ¡oh! qué mal hice. Abrí el libro en cualquier parte y lo oli... guardado, papel viejo algo amarillento toda una historia más allá de las letras del autor a las que nadie nunca podrá acceder. Me aventure en su contenido, pasando cada una de sus páginas sólo me detenía algunas veces en los poemas que llamaban de inmediato mi atención pidiendo ser leído e interpretados, amados, recordados u odiados.

Creía estar satisfecho por tener el libro en mis manos, pero llegué a la última de sus hojas y allí estaba escrito un número telefónico y el nombre de una mujer. Este número hizo un lío en mi cabeza. Preguntas sin respuestas detonaron de todas partes ¿Quien deja su número en un libro de una biblioteca pública?¿Quiere que la llame cualquier extraño?¿La llamó?¿Por qué habría de llamarla?¿Para que?.

Esas preguntas generaron una respuesta y tenía nombre propio Baudelaire. De acuerdo a mis conjeturas realizadas en el viaje de bus hasta mi casa concluí - Ella quiere ser llamada por quien puede hablarle de este poeta maldito, si el número estaba a final del libro solo la puede llamar quien lea todos los poemas -. Esa noche desmenuce uno a uno los poemas y escogí uno para recitarle a quien contestara al otro lado de la línea. Planee llamar desde un teléfono fuera de la biblioteca y no desde mi casa por si se daba la necesidad de un encuentro. Ella según mis conclusiones pasaría tiempo en o cerca de la biblioteca como yo lo hago en algunas ocasiones.

Llegué a las gradas de la biblioteca en horas de la mañana, me acerqué al muchacho de los minutos y marque 310……., nada. La decepción me peso como el plomo y las ojeras de mis ojos aumentaron su matiz. Me dije - Es muy temprano debe estar durmiendo o en clases.-

Al mediodía volví 310……., nada. - Es hora de almuerzo debe estar en central y no escucha.- El hambre y la sed se desvanecieron de mi como pompas de jabón.

En la noche como Baudelaire se arrastraba por Bruselas yo subía las gradas bañado por la luz mortecina de esa lámpara que enceguecen más de lo que iluminan. Mis manos húmedas toman el telefóno y marcan 310…….., lo pongo en mi oreja y espero impaciente a que alguien conteste del otro lado de la línea, me digo sin mucho convencimiento - Esta es la última vez que marcas - se escucha una voz femenina, dice - Hola - Todo mi ser tiembla tomó aire y digo “dios es el único ser que para reinar no tuvo ni necesidad de existir”



Comentarios

  1. ¿Ahí concluye? ¿No hubo un posible encuentro? Ahora las dudas invaden es mi cabeza; gran relato, un final más concreto por favor, jajajaja, estas historias de poemas son fascinantes.

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    1. Gracias por tu comentario, Leidy. Esperamos que el autor tenga en cuenta tu sugerencia o responda a tu correo.

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