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Mostrando entradas de septiembre, 2024

VIII Concurso del cuento corto, EL DEAMBULANTE

1 aquella clase no la soportaba, me adormecía escuchando la voz del profesor. No soy alguien de muchas palabras, por lo mismo no tengo amigos, pero siempre iba acompañado de algún samaritano que creía que hacía bien interrumpiendo mi soledad, Emilio Herrera era quien hoy me acompañaba a la biblioteca. -No marica, ese profesor habla y me da sueño- Le dije a Emilio queriendo cortar la tensión del silencio. -¿Por qué asistes entonces? - Responde con un tono de regaño. Odio cuando piensa que soy su amigo, no tiene porqué regañarme. Llegamos a la biblioteca y le dije a Emilio -Oiga Emilio, yo no puedo sacar otro libro más de aquí- le comento para poder huir de él, quedándome en la biblioteca - ¿Por qué? -Porque ya tengo libros en mi casa de aquí, y no los he regresado, y ya tengo una multa por ello- - ¡ahg!, ¡chino! Está bien, nos veremos en otra ocasión- Se despide de mí, con el gesto típico de cortesía y veo como con sus libros se retira a estudiar.  Mientras tanto, me quedo un rato e...

VIII Concurso del cuento corto, SANTA ELENA CITY

Dicen que estoy loco. Algunos se preguntan cómo terminé aquí, pescando en el caño de la galería Santa Elena. Yo les digo que no es ningún caño, que es un río, pero que ellos todavía no lo pueden ver. Se ríen de mí, tomándome como un caso perdido. Qué más da, sigo en lo mío, tratando de pescar alguna rata en este majestuoso río negro que se extiende por toda la ciudad. ¿Que cómo uno termina viviendo a la orilla de un caño, en medio de la basura y de los adictos? Eso es fácil de responder, toda la respuesta radica en que uno se aburre, se cansa, se fastidia de llevar una vida inalterable. Se cansa de las mañanas en las que te levantas y quieres seguir durmiendo, pero sabes que si sigues durmiendo al rato llegarán las llamadas de tu jefe para preguntarte no cómo estás, sino cuánto tardas en llegar. Un ser humano normal se fastidia del día a día, de la lucha por la supervivencia urbana, de los malos tratos entre nosotros mismos, de los horarios, de las metas que tienes por cumplir. Díganme...

VIII Concurso del cuento corto, SERIES Y DESPEDIDAS

Series y despedidas. Fue un sábado en la noche que Daniel no quiso salir y decidió quedarse en su casa, estaba cansado después de una larga semana de trabajo. Todo iba bien hasta las 10 pm, ya se había acomodado en el sofá, hizo palomitas y con un refresco se puso a ver una nueva serie en Netflix. TOC TOC Sonaron golpes en la puerta, algo confundido, Daniel se levantó a mirar quién era, él no esperaba a nadie. Más, al abrir la puerta, nadie había, solo se vio una calle vacía. No le dio importancia y corrió devuelta al sofá. Más al sentarse sintió mucho frío cuando antes todo era cálido. Abrir la puerta cambio el ambiente dentro, pensó, no obstante, nuevamente se concentró en la serie o al menos lo intento, algo se sentía raro, se sintió observado. Sé reacomodó en el sofá y tomo su bebida, por un rato todo marcho bien... cuando de la nada, la televisión se apagó y aunque tomo el control remoto, este no encendió. Se levantó para mirar que sucedía, pero no más llegar frente a TV esta se e...

VIII Concurso del cuento corto, EL OLOR DE MI MUERTE

El olor de mi muerte Sus manos temblaban, el olor desagradable que emanaba, quemaba mi ser lentamente, la veía morir y no podía hacer nada para salvarla, veía como su vida terminaba, aunque yo le decía que apenas comenzaba en incontables ocasiones con el intento de salvarla un poco. - Hijo, cada vez que me levantó siento que ya no estoy aquí, sé que lo hago está mal, no quiero hacerles daño a ustedes.  - Madre, ¿a qué le tienes miedo? Tú puedes dejarlo, no naciste fumando. Reafirmé la lógica de esta confirmación que anteriormente me habían dicho.  Llegaba de la universidad a las seis de la tarde como ya era habitual todos los viernes, no sé qué tienen los viernes para mí, que le recuerdan en el crepúsculo del día que uno tiene unos problemas en la vida que no ha solucionado, le recuerdan a uno que no somos ajenos de nuestra propia vida, aunque muchas veces queramos que así sea. Vi a mi mamá que probablemente había llegado una hora antes como también era de costumbre, con la mi...

VIII Concurso del cuento corto, BUEN PADRE

¿Me estoy volviendo loco? Estuve preguntándole a otros vecinos sobre la situación y todos decían que vagamente escuchaban algo y que realmente solían ignorar ese tipo de ruidos. ¿Pero cómo pueden ignorarlos? ¿Están sordos? Es imposible. Tenía la convicción de que al mudarme a este lugar mi vida empezaría a mejorar y saldría del hoyo. Sigo siendo tan iluso. ¡No ha pasado ni un berraco año y ya estoy mentalmente agobiado! El mueble de la alacena tiene moho. La tubería está tapada. La ventana principal se dañó. Mis desgracias no paran. Y los ruidos... ¡no me dejan en paz! ¡No he hecho nada malo! O bueno sí, solo una vez, o dos. ¡Pero no es razón para que me estén atormentando! Lo único positivo de mis días es que mi hija me visita más seguido. Al menos tener piscina me ha servido de algo. Ahora tiene una buena razón para visitarme. Le gusta nadar, lo hace bien. Peor estaría si no pudiera verla. Me alivia sentirme acompañado. Quisiera conversar con ella, pasar tiempo padre e hija, sabe...

VIII Concurso del cuento corto, LA SILUETA HECHA HOMBRE

  Trajes de gala, un mustang del año, alfombras rojas, premiaciones, cenas importantes y todo lo que pudiera tener a mi alcance. Esa es mi vida de ensueño hoy en día. ¿Quién pensaría que alguien con tanta atención una vez vivió en las penumbras de un hombre? Nadie, así es, pero la realidad es esa hace más de 10 años fuí la sombra de un hombre intelectual llamado George, este conocía de arte, letras, música y ciencias, él era fascinante. Nadie esperaba que tan joven encontrará su perdición. En fin venga, póngase cómodo, le contaré cómo llegué hasta aquí.  Siempre fui el mártir de George, ¡era terrible!; ser sombra es mantener al pie día y noche al lado de un hombre. Cuando mi amo daba discursos nunca me permitió darle ni siquiera una sugerencia: “sombra cállate, no hables” decía siempre George. Vivía avergonzado al ver que era una simple silueta sin rostro, solo forma, no había color ni alegría en mí en ninguna parte. Muchas veces, hablé con George y nunca quiso dejarme ser lib...

VIII Concurso del cuento corto, PALETA DE COLORES

Alile es una niña linda, muy inteligente, pero estaba muy triste porque en su colegio la rechazaban por ser de color verde. Su mamá la veía cada vez más triste y le preguntó qué sucedía  Ella dijo: “mamá yo no quiero ser verde, los niños en el colegio no quieren jugar conmigo. Yo quiero ser rosada como los demás” Su mamá entendió la causa de su tristeza y le explico: “te voy a mostrar algo, cierra los ojos y cuenta hasta cinco” Ella los cerró y contó hasta cinco: “uno, dos, tres, cuatro y cinco” Cuando Alile abrió los ojos estaba con su mamá en un precioso lugar, era un bosque, donde corría una quebrada cristalina, rodeada de diversos árboles, algunos con frutas rojas, otras amarillas, flores y pájaros de todos los colores, el cielo estaba despejado y era azul radiante  La mamá le preguntó: Alile: ¿cómo te parece este lugar? Hermosísimo, mamá, me gusta mucho, me transmite alegría Luego le dijo: “cierra los ojos otra vez y ahora cuenta hasta tres” Uno, dos, tres, contó Alile. C...

VIII Concurso del cuento corto, MI PLAZA

Mi Plaza En Piendamo, me enviaban a hacerle mandados a los vecinos, me encargaban recoger pepas de higuerilla para venderlas a los comerciantes del pueblo. Cuando nos trasladamos no seguí estudiando y con razón, había pasado tres años sembrado en el sexto grado; negociando con las cocineras la exclusividad de las ollas arroceras. Cada porción la revendía a doscientos pesos en los recreos. Era tan bueno el negocio que llegue a convertirme en un “capo” del cartel del pegao en el colegio. Luego decidí acompañar a mi tía Isaura a trabajar en la plaza de mercado. Fue muy duro al comienzo. Nos levantamos temprano, nos íbamos sin desayuno. Recuerdo mucho las cantaletas de mamá: ¡Anda a ayudar a tu tía para que traigas al menos un pan a la casa! Y las justificaciones de mi tía: - ¡Qué vas a cobrar! ¡Agradece que estás trabajando! Caminábamos hasta las bodegas de carga, para llevar las cosas hasta los buses que viajaban a Cali. Siempre había tiempo para conversar con las tortilleras que aperaba...