Tercer Concurso de Cuento Corto: ¡Jueputa que rico!



 ¡Jueputa que rico!
¡Jueputa que rico!, no sé quién era, no sé si era dios o el diablo o era el amor de mi vida, no tengo idea, solo sé, que me abrazó entre sus senos. Sí, entre sus tetas, lo hizo fuertísimo y sentí como si fuera gigante y descansara mi cuerpo sobre las cimas de dos montañas, como si un viento cálido proveniente de sus senos se colara por cada átomo que compone mi devastado cuerpo y lo dejara renovado. Me abrazó, para decirme que todo iba a estar bien, pero luego me apretó más fuerte y me dijo, todo va a estar mal, para finalmente hasta casi pulverizarme, decirme, nada va estar, nada nunca ha estado, pero aquí, en este infinitamente pequeño instante de tiempo, mientras te abrazo, todo va a estar bien. No me había atrevido siquiera a levantar mis ojos para mirar a aquella creatura que me reconfortaba, que me mataba, que me hacía querer no existir para estar en ese lugar donde ella no existe. Pero lo hice, levanté mis ojos mientras ella revolcaba mi cabello, lo cual me hizo sentir inmune a la vida, o sentir, como la vida misma, como el viento, como las hojas, como la nieve, como un bosque en su soledad, como la paz, como el caos. Vi a esta mujer que me miró y fue increíble. Su mirada era como, como la mirada junta de todas las mujeres que me han mirado, y las que nunca lo harán. Su mirada me penetraba aun hasta mi esencia, hasta lo que he sido aquí y en todas las dimensiones y vidas en las que he existido. Sus ojos eran de un color incierto, y con ellos me decía de nuevo, que no importaba, que nada importaba, que lo importante era que yo, ya estaba ahí, en ese instante de tiempo, en ese lugar, en esa vida. Que ese era el motivo por el cual la creación nos había creado, solo para ese momento. Y su pelo ¡puta madre!, su pelo era increíble, le caía hacia adelante y me cubría con él, cómo creando un túnel por el cual solo veía sus ojos. Ese pelo era el universo mismo, y me envolvió con él, con ese pelo negro que era el universo. Al despertar comprendí, que nunca volvería a sentirme como me sentí con aquel ser, como me sentí en aquel lugar, que no es un lugar. Comprendí, que nunca nadie me mirará así, me abrazará así, me dirá tantas cosas, con tan solo ver sus ojos y tal vez una leve sonrisa, opacada por la oscuridad producida por su cabello. Tal vez ahora puedo empezar a vivir.

Lucho.

Comentarios

  1. El título le falta una tilde "Jueputa, qué rico"

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    1. La ortografía es un factor que jurado calificador deberá tener en cuenta para la premiación de los tres mejores cuentos.

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