LA NOCHE EN QUE
LOS CUERVOS HICIERON DE LAS SUYAS.
Alas de Libertad
Las campanas de la iglesia sonaron nostálgicamente. Se persignó 3
veces y miró al cielo; los cuervos sabían de memoria cómo, cuándo
y en qué momentos sucedían esos, sus más grandes festines en
aquella época de lluvia donde la carroña escaseaba.
Se quedó de espaldas al muro, esperando en silencio el infortunio de
su destino. El polvo corría libremente, el sol golpeaba y los
curiosos del pueblo intentaban echar un vistazo desde las afueras.
El potente estruendo del rudimentario cañón perturbó la alborada,
con la parsimonia con que una bajilla de cerámica italiana con
detalles barrocos se rompe en el silencio de una casa adormitada, en
oscuras y probablemente abandonada.
Los restos melcochados, al rojo vivo, fueron 3: uno, dos y tres. Eran
las doce del medio día… Aquella noche los cuervos bajaron a hacer
de las suyas.
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