Tercer Concurso de Cuento Corto: SIENDO INTRUSA



SIENDO INTRUSA

Y fue entonces cuando estando con él, vi a su amigo con una actitud que siempre odié en los hombres pero que resultó como foco de atención ante mi insatisfacción del juzgamiento. Estuvimos en un club nocturno, la única presencia femenina era yo, consciente de todo lo que podría causar una mirada, un simple tacto de mi mano sobre su brazo o quizás mi sonrisa como manera de aprobación a todo lo que decía él; lo hice. Sabía que podría ser el comienzo de algo que daría por sentado en tan solo unos pocos días. Siempre fui una mujer consciente de sus capacidades de seducción, no porque mi belleza sea avasallante sino porque los hombres jamás se negarán a un cuerpo joven y más aún sí esta es presentada como símbolo prohibido, en mi caso: ser la nueva conquista de su mejor amigo y peor aún, con un pasado que puede ser llamado prontuario.

Fue fácil, siempre ha sido fácil con este tipo de hombres. Los pasos a seguir no tienen variación, empezar una conversación con algún pretexto verosímil, sonreír, llevar la contraria, etc… es sencillo. Sin embargo, siempre habrá dos opciones, si todo sale bien, empezaremos un romance fugaz y si sale “mal”, el proceso se demorará un poco más, pero de igual manera finalizará como la primera opción. Pero este caso se salió de mis coordenadas, me empecé a sentir sofocada con mi primera conquista y pensé que mi redención sería abordarlo a él: con el conocimiento y gran certeza de que sería el fin de mis juegos. Este hombre es invencible, no puedo traspasar la barrera que nos divide, me tiene en jaque, en pausa, en suspensión. Es aquí cuando deduzco que yo soy la intrusa entre ellos dos y mi fin será cercano, como todo intruso, tendrá cárcel; y mi cárcel será la indiferencia. No me pone nerviosa, tal vez, un poco inquieta…

HENRRIETA

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