Lagrimas sinceras.
Por Gamove18
Sofia sabía
perfectamente que estaba sobreactuando. La verdad es que ella no
sufría tanto como hacia parecer. Seguro que extrañaba un poco a
ambos, pero exagerar su dolor le traía muchos beneficios. Podía
usar eso a su favor junto con una expresión miserable para que los
profesores fueran mas flexibles con ella o soltando un par de
lágrimas para que sus tías le compraran bonitos obsequios.
La chica había
tenido una vida de lo más normal. Eso cambio hace un mes. Cuando su
madre decidió irse a otro país (Sofia no se molestó en recordar el
nombre) para buscar trabajo, llevándose de paso a su hermano menor.
Dejando a Sofia al cuidado de su padre.
Ella pensaba que el
cambio no estaba mal. Después de todo ella ya contaba con 17 años y
se llevaba muy bien con su padre. Además, este era mucho más
relajado que su madre. Así que no la molestaba con la hora de ir a
dormir, el horario para llegar a casa, las responsabilidades con las
que debía cumplir y el límite de salidas con amigos.
Sin embargo, había
pequeñas cosas que extrañaba, como las deliciosas comidas de su
madre y ver series con su hermano. Y es cierto que ahora Sofia no
soportaba estar mucho tiempo en su propia casa. Siempre estaba
oscura, vacía y carente de vida. No parecía un hogar y mucho menos
un sitio al cual ella ansiara regresar. Así que permanecía lejos de
la residencia todo el tiempo que pudiese. Pero se dijo a si misma que
solo se aburría estando demasiado tiempo encerrada. Hasta que un
día, un torrente de emociones la embargo.
Ese día de su vida
había sido muy interesante: atropellaron el bus en el que Sofia iba
hacia la escuela, quedo en el segundo puesto en una carrera, le
habían dejado la tarea de donar juguetes en la escuela y había
ganado con su equipo un partido de baloncesto muy difícil. Pero
cuando Sofia llego a su casa, esta estaba completamente oscura y
sola. Al principio se molesto porque no había nadie a quien contarle
como le fue en el día. Inmediatamente la invadió una gran tristeza
y soledad. La chica se acostó en su cama para llorar, por primera
vez, sinceramente en la oscuridad maldiciendo a su madre por haberla
abandonado y haberle quitado a su hermano. Extrañaba comentar sus
libros con ella, que le preguntara por su día, que le hiciera ricos
almuerzos en su cumpleaños, que le ayudara en las tareas, los
abrazos que los tres compartían, las caminatas juntos, las peleas de
cosquillas, los besos que su madre daba por todo el rostro de ambos.
Todo eso se había ido y no volvería.
Mientras Sofia
estaba ocupada revolcándose en auto compasión, sonó el teléfono
desde la sala. Ella se levanto y contesto con voz temblorosa. Una
pequeña y frágil sonrisa ilumino un poco su rostro cuando una voz
le pregunto desde el otro lado de la línea como le había ido en el
partido de baloncesto. Talvez Sofia no estaba tan sola como creía.
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