Oficios fluidos Ars La señora H entró cuando ella empezaba apenas a lavar un plato. No fue sino que se largara a hablar, para que empezara a restregar, con unas ganas de sacar hasta lo más mínimo, de dejarlo limpio y sin una mancha ni una historia que contar. Pero lo malo con los platos es eso: que apenas se toca la superficie. Y así salió la señora, mientras el plato empezaba a escurrirse, y ella quedó como con una expresión de fracaso, de que le faltó más. Estuvo unos minutos mirando el fondo de un pocillo, lleno de agua jabonosa. Y entre la espuma se alcanzaba a ver un color negro, ligero, que podría haber sido una premonición, una advertencia. Pero era solo café... solo eso. Su mano libre se apuró a agarrarlo apenas oyó la puerta abrirse y la otra le plantó encima la esponja tan pronto la alcanzaron las primeras palabras que surgieron de la puerta. Y así escuchó, mientras limpiaba el pocillo, embebida, y raspaba las viejas manchas negras que se aferrab...