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Mostrando entradas de agosto, 2019

Cuarto concurso de cuento corto: Oficios fluidos

Oficios fluidos Ars La señora H entró cuando ella empezaba apenas a lavar un plato. No fue sino que se largara a hablar, para que empezara a restregar, con unas ganas de sacar hasta lo más mínimo, de dejarlo limpio y sin una mancha ni una historia que contar. Pero lo malo con los platos es eso: que apenas se toca la superficie. Y así salió la señora, mientras el plato empezaba a escurrirse, y ella quedó como con una expresión de fracaso, de que le faltó más. Estuvo unos minutos mirando el fondo de un pocillo, lleno de agua jabonosa. Y entre la espuma se alcanzaba a ver un color negro, ligero, que podría haber sido una premonición, una advertencia. Pero era solo café... solo eso. Su mano libre se apuró a agarrarlo apenas oyó la puerta abrirse y la otra le plantó encima la esponja tan pronto la alcanzaron las primeras palabras que surgieron de la puerta. Y así escuchó, mientras limpiaba el pocillo, embebida, y raspaba las viejas manchas negras que se aferrab...

Cuarto concurso de cuento corto: Performance

Performance Así lo ven a uno todo el día, a duras penas moviendo un poro para dejar salir una gota de agua y refrescarse, o moviendo un brazo aletargado un poco más a la derecha. Y no habría problema si tan solo nos miraran con ojos vacíos, como si no existiéramos. Pero no, nos miran con esa superioridad marcada y ese odio y ese amor y qué conflicto el que cargan, que les arruga la frente desde jovencitos y los tiene frunciendo el ceño, con las cejas ya cansadas. Y nosotros que les devolvemos la mirada, con algo entre temor y orgullo, y quién sabe qué pensarán cuando nos ven así, tan altaneros; quizá aguantan la respiración y por unos segundos se ven más oscuros, más imponentes, y nada más nos queda admirarlos y encogernos. Y en esos instantes, es como si el aire se volviera más tenso y nuestro propio aliento nos sofocara. Y vaya que es un alivio cuando, tranquilamente, ellos vuelven a abrir la boca y todo es más ligero y más cálido, porque es como si su sombra se quita...

Cuarto concurso de cuento corto: El espejo.

El espejo. Era una excursión de la escuela, íbamos al parque de diversiones porque los boletos estaban al dos por uno, entramos en una atracción común: el salón de los espejos, estaba oscuro, había una intriga en el ambiente y de repente apareció un haz de luz revelando un mago, con traje y sombrero de mago, bastante normal, junto a él una figura rectangular cubierta con una manta blanca, retiró la manta inmediatamente después de presentarse y como sospechábamos era un espejo; nos invitó a acercarnos y nos explicó que no era un espejo cualquiera, que "revelaba el futuro", como todos pensamos que era una obvia mentira, nos dijo que miráramos nuestros reflejos, inmediatamente todos volteamos y aparecieron reflejos de adultos, vestidos de distintas profesiones, enfermeras, soldados y un par con casco de ingenieros, pero yo, yo seguía igual, mi reflejo era mi versión infantil, ¿por qué? fue una pregunta que inmediatamente hice al mago, el cual miró a la docente en...

Cuarto concurso de cuento corto: Made in

Made in Un par de manos unirán cuidadosamente todas las piezas y harán funcionar ese extraño mecanismo que tiene un control remoto. El producto saldrá del taller de manufactura y surcará el mar por varios días. Recién llegado a su destino, el control será bautizado: código de barras número 017347942. Paseará por toda la ciudad, entre muchas manos, antes de que algún desprevenido lo tome a cambio de un par de billetes. Ya con su dueño, en casa, se encargará de encender la tevé y, de manera azarosa, sintonizará algún noticiero sudaca: «Las condiciones laborales en las industrias indochinas son precarias… ¿sabe usted cuánto gana un trabajador por moldear el plástico?». Por supuesto no escuchará nunca, nadie, lo que esas manos tienen que contar. El televidente invidente, sordo, regresará de la cocina, se tumbará sobre el sofá y rápidamente cambiará de canal.                                 ...

Cuarto concurso de cuento corto: La muerte de Ánderson Zamora

La muerte de Ánderson Zamora «Nunca estuve tan lejos de mi cuerpo» Alberto Spinetta. En el parqueadero del Hotel Oro Verde había esparcida una capa vasta y densa de sangre. Una multitud de gente, también vasta y densa, se arrumaba a su alrededor. « Iba a robar el hotel », dijo una turista exaltada. « ¡Él sacó un arma pero el otro fue más rápido! », señaló un hombre con las manos sobre las sienes. Otra mujer gritó: « ¡abran paso, llegaron los paramédicos! ». Y en pocos segundos pusieron al herido sobre una camilla y la ambulancia viajó hacia el Hospital Teófilo Dávila. No llegó con vida. Esa sangre era mía y ese herido era yo. Y sólo yo conozco los motivos que condujeron a mi muerte. Ésta no tuvo relación con aquel cargamento que llevé a Puerto Bolívar en el 86, ni con ese hombre a quien asesiné por robar su maleta en el 93, y menos tendría relación con ese cuerpo al cual mis disparos al azar alcanzaron en el 98. Las cinco balas que atravesa...

Cuarto concurso de cuento corto: La historia que nunca fue

La historia que nunca fue W. Hepburn Frente a la ventana miraba el remolinar de las nubes en lo alto, en su mente trazaba las letras, miles a ella llegaban y ninguna se quedaba. Era la historia de un caballero y una doncella, era la leyenda de un guerrero, era el mito de un reino sin rey y sin reinado, era el cuento de dos hermanos, era la fábula de un reencuentro, era la comedia de una tierra sin complicaciones y preguntas, era la tragedia de un mago solitario, era la aventura de un viajero que nunca embarcó. Su lápiz no se movía, y al hacerlo sobre la hoja ennegrecida por el polvo y curtida por el tiempo, solo recibía endebles garabatos ilegibles. Una vez más, ante la mirada desaprobadora del escribano, su mano arrugó con desprecio el papel y le arrojó al vacío junto con un millón de ideas jamás escritas. Respiró hondo y puso otra hoja sobre el mesón, con la profecía de que sería el próximo pergamino de un relato clásico. La música del tocadisc...

Cuarto concurso de cuento corto: La mafia de las mentas

La mafia de las mentas Con el dulce sabor de la juventud, enfocado en el “carpe díem” . Jamás tomé con el sentido que debí la frase siguiente, propiedad del gran Rubén Darío: “ Juventud, divino tesoro, ¡Ya te vas para no volver! (...)” ¡Cuán pronto fueron los años gloriosos!, en efecto, del 2012 al 2015. Años en los que las cosas marcharon de la mejor manera en mi vida. El vender información a compañeros de clase y que esto se prestará para obtener ganancias extra, por la venta restringida de golosinas en las difíciles horas de clase después del descanso, según unos; el más dulce de los néctares para mí, me permitieron sentir lo que es un “ monopolio ”. Cada miembro perteneciente al grupo ejercía una labor requerida, uno era el encargado de generar los “nicks” , otro siempre hizo los señuelos requeridos, Adames (el único de los miembros con quien mantengo contacto) junto a mí nos encargábamos de rotar lo solicitado, en otras palabras,...

Cuarto concurso de cuento corto: La chica de fragancia tangerina

La chica de fragancia tangerina En un mundillo con una realidad repleta de: colores, figuras, sonidos y aromas… Un sol de verano que evaporó las nubes, perduró en el sitio en todo su esplendor e hirvió aprisa la piel de quienes transitaban la zona. Ante la señal de color rojo, el protagonista aguardó a la aparición del color verde. Al mismo tiempo, en este desierto de concreto, se escuchó el rugir bárbaro de los motores, al instante, nubes grises cubrieron el panorama y el olor a “ smog” envolvió la intemperie. Un aroma atípico, en medio de este desecado espacio produjo gran alboroto. Este en tal atmosfera inerte delató a una señorita como su propietaria que al ser identificada a más de un sujeto clamó su atención. Dos calles apartaban la jungla mercantil propia del centro comercial del bosque de conocimientos característico a la universidad. La protagonista atravesó de la jungla mercantil al bosque de conocimientos, asimismo con sagacidad él fue tras su arom...

Cuarto concurso de cuento corto: Héroe Sin Capa

Héroe Sin Capa En una época, donde Goloctone sufría de una guerra contra los evolucionista por un planeta llamado Plarinox, existia un científico que quería hacer parte de la Autoridad de Seguridad Goloctonia, pero no podía hacer parte ya que no era muy fuerte ni muy ágil, se llamaba Tartay Atmara; este decidió trabajar con ellos como investigador, buscaba nuevas tecnologías para ayudarlos en la guerra de la evolución, como se había apodado. Un día, estaba en la base de Nir-Losh, un complejo de islas que están ubicadas cerca al norte de la Plarinox, estaban equipando a los soldados, ya que sabían donde estaban la base de los evolucionistas, y estaban decididos a atacar, ya que según la inteligencia decía que ellos estaban trabajando en un super arma, la cual no podía ser destruida por las armas normales de Goloctone, solo con las de destrucción masiva, pero no las podían usar por el último acuerdo que llegaron entre todos los planetas del sistema; todos los soldados...

Cuarto concurso de cuento corto: El camino

El camino Caminaba yo por un callejón de esos que llaman sin salida. No percibí el final de la calle por andar caris bajo pensando en las tremendas desilusiones que había vivido. Choqué de frente contra un muro y caí al piso casi de inmediato. Me levanté un poco sorprendido y continué caminando de vuelta hacia mi hogar. Algunas personas me miraban extraño y yo les hacía gestos obscenos para que dejaran de mirarme. Quizás estaba tan borracho que ni yo mismo me percataba de mi estado. Llegué a mi casa pero no había nadie. Apagué una vela que se había quedado encendida y vi la televisión. Las mismas noticias de siempre, los mismos héroes de cada día, las mismas víctimas que se lanzaban hacia la cámara como queriendo estar vivas para contar su tragedia, los niños abandonados que ni sonriendo podían ocultar la tristeza, el presentador encorbatado pensando en si a esa hora su hijo estaría drogándose, el anciano tranquilo en su playa de 1000 años, viendo el mar y el final del ...

Cuarto concurso de cuento corto: Recuerdos de una mujer olvidada

Recuerdos de una mujer olvidada Mientras observaba el iris negro y profundo de sus ojos, recordaba como nuestras vidas se habían transformado irreversiblemente en un instante. Mi abuela, una mujer empoderada con 80 años de fortalezas y tristezas, ante mis ojos hoy era una mujer totalmente diferente. El Alzheimer se había apoderado de su mente. Sus pensamientos flotaban en un mar de recuerdos, más felices que tristes, todos a punto de explotar. Pero, aquel día por primera vez en mucho tiempo su miraba se posaba en la mía, hallaba cierto brillo en sus ojos, en ellos recaían anhelos, temores, cansancio, todo el dolor y amor del mundo. Era el primer lunes de diciembre, lo recuerdo muy bien porque ese día llovía muy fuerte, los árboles se movían con mucha fuerza, sólo se escuchaban las gigantes gotas caer en el suelo. Como todas las mañanas, entré al cuarto de mi abuela a darle los buenos días, pero aquel día, algo cambió. Ofelia esbozó una sonrisa, diminut...

Cuarto concurso de cuento corto: BANQUETE

BANQUETE Me encontraba ahí, bailando con aquel hombre, sonriéndole tímidamente y excusándome por mi falta de practica al bailar; lo despreciaba tanto, pero mi rostro era impasible, mientras repasaba en mi mente todo lo que estaría a punto de suceder. Aun no claro está, solo esperaría el momento oportuno y así desencadenar la serie de fantasías hechas realidad; solo un poco más, dame un momento para saborear esto por favor, la dulce caricia de mi lengua degustando la saliva ansiosa lista para salir a catar el metálico sabor de la sangre de mi oponente. ¡Rayos! no podía más, incluso podría gritar de éxtasis con el simple hecho de apretarme a un cuerpo que sin duda dentro de poco estaría frio, seco, muerto. Que sensación tan placentera, pero que no podía retrasar más. Apoyé mis antebrazos en sus hombros y acerque mi cuerpo al suyo, se sonrojó ante la idea de rozar mis pechos contra él, y en un suspiro mi rodilla alcanzaba su ingle, dobló su torso maldiciéndom...

Cuarto concurso de cuento corto: La muerte en el ser que habla.

La muerte en el ser que habla. El aire frío de la noche se filtraba por las ventanas, la luz trémula de las velas amenazaba la tranquilidad de los porteños y de nuevo, la extraña sensación de desasosiego en el ambiente. Pastora escuchó la última ruta del Ferrocarril y con ella, llegó la incertidumbre y el miedo. Aún no amanecía, los pescadores como de costumbre ya iniciaban su labor, inmersos en el río magdalena, cerca del puente Monumental, lo vieron… la distorsionada imagen de un cuerpo boca abajo. Figura que perpetuaba con ella la monotonía que suponía sus vidas. Conforme pasaban las horas, los habitantes del pueblo entendían el mensaje que los gallinazos daban al sobrevolar las aguas del río; un nuevo cuerpo sin vida, sin esperanzas, con una gran historia que contar y que simplemente no sería contada. Los pescadores recogieron el cuerpo inerte de un hombre corpulento, de estatura promedio, y mediana edad, en cuyo rostro yacía incrustada una bala; el rast...