ELLA
Ese
día
estaba
preciosa,
llevábamos
varias
semanas
sin
cruzarnos,
moría
de
ansiedad
por verla.
Puedo
decir
sin
temor
a
equivocarme
que
es
una
de
las
mujeres
más
bellas
que
he
visto. Sentirla
cerca
siempre
me
deja
paralizado,
quedo
reducido
por
su
mirada,
esos
ojos
mágicos tienen
la
capacidad
de
observarme
y
no
comunicar
nada,
como
mirando
mi
interior, penetrando
en
lo
más
profundo
y
así
conociendo
mis
miedos;
su
ternura
y
entrega
son
las culpables
principales
que
yo
le
ame.
Es
increíble
el
poder
que
tiene
sobre
mí,
puedo
sentirme totalmente
débil
si
no
está
cerca;
es
real
cuando
digo
que
su
presencia
me
reconforta,
su compañía
me
transporta
a
un
mundo
lleno
de
paisajes
coloridos
que
nunca
quisiera
dejar
de explorar
y
que
anhelo
recorrer
junto
a
ella,
mostrárselos
y
que
los
disfrute
tanto
como
yo. Recuerdo
todo
perfectamente,
yo
no
quería
caminar
hasta
el
restaurante,
prefería
pagar
un taxi,
pero
con
los
ojos
enternecidos
me
pidió
que
camináramos
un
poco,
que
sentía
que
su cuerpo
le
pedía
a
gritos
que
hiciera
algo
de
ejercicio.
Por
supuesto
no
me
pude
negar,
tiene siempre
un
truco
bajo
la
manga
para
conseguir
de
mí
lo
que
desea,
no
recuerdo
muchas
cosas a
las
que
me
haya
negado,
y
por
supuesto
esta
no
sería
una
de
esas.
Mientras
caminábamos contemplaba
cómo
el
viento
jugaba
con
su
hermoso
cabello.
Intentaba
acercar
mi
mano
a
la suya
para
ofrecerle
ayuda,
cuando
de
repente
me
tomó
del
brazo
y
lo
usaba
como
apoyo, mientras
paso
a
paso
llegábamos
a
nuestro
destino.
Sin
ningún
problema
me
hablaba
de
infinidad
de
temas,
cualquier
cosa
ella
lo consideraba digno
de
rememorar,
yo
solo
me
limité
a
escucharla y
asentir
con
la
cabeza
mientras
me contaba
con
gran
emoción
sus
historias
cotidianas.
Una
vez
llegamos
al
restaurante le
ayudé
a
sentarse,
estábamos
en
una
mesa
que
da
justo
al balcón
desde
donde
se
podían
contemplar
las
nubes,
esa
era
una
de
sus
actividades
favoritas, y
yo
empezaba
a
disfrutar
hacerlo
con
ella,
podíamos
pasar
horas
buscando
figuras
en
el
cielo y
reír
a
carcajadas
con
nuestra
creatividad
para
nombrar
las
imágenes
que
veíamos.
Cuando se
acercó
la
mesera
le
solicite
traer
el
plato
que
sé
que
le
encanta,
pasta,
me
miró
sonriente
y se
formaron
esos
hoyuelos
que
me
encanta
ver,
sé
cuando
está
realmente
feliz
por
esa
señal. Pasaron
algunos
minutos
y
llegó
nuestra
comida,
empezamos
a
comer
pero
la
verdad
no
tenía mucha
hambre
y
jugaba
un
poco
con
la
pasta
moviéndola
de
un
lado
a
otro,
por
supuesto
se molestó
y
me
lo
hizo
saber
de
inmediato.
Pedí
disculpas
y
continuamos
comiendo.
Al
terminar
pedimos
dos
tazas
de
café,
nuestra
bebida
favorita,
y
unos
palitos
de queso. Mientras
los
servían
le
pedí
que
me
contara
lo
que
me
había
dicho
anteriormente
que
quería hacerme
saber,
me
miró
fijamente
a
los
ojos
y
me
dijo
que
aún
no
era
el
momento, que disfrutáramos
un poco
más
del
encuentro.
Así
lo
hicimos,
dijimos
un
par
de
bromas,
reímos juntos
y
de
repente
se
hizo
un
silencio
incómodo.
Sentí
en
mi
interior
que
algo
no
marchaba bien,
la
miré
fijamente
a
los
ojos,
la
tome
de
las
manos
y
rompió
en
llanto.
No
entendía
bien qué
estaba
sucediendo,
le
pregunté
qué
ocurría
y
me
dijo
–
no
es
fácil
lo
que voy a
decir, estuve
en
el
médico
y
me
informó
que
tengo
poco
tiempo,
por
eso
estamos
aquí,
haciendo
las cosas
que
más
disfrutamos
hacer
juntos,
no
quiero
dejarte,
pero
así
lo
ha
decidido
el
destino, pronto
dejaré
este
mundo
y
ya
no
podremos
vivir
estas
experiencias. Mientras
llega
ese
día quiero
tenerte
a
mi
lado
lo
más
que
pueda,
hijo
espero
haber
sido
una
buena
madre.
–
micorazón
se
partió
en
mil
pedazos, ella
es
la
mujer
que
más
he
amado,
es
casi
perfecta
y
me niego
a
perderla.
Sentí
impotencia,
ella
me
dio
la
vida,
y
ahora
la
vida
me
la
arrancará
de
las manos
sin
poder
hacer
nada.
Solo
atiné
a
decirle
mientras me
deshice
en
llanto.
–
Madre
te amo
demasiado,
eres
la
mejor
madre
que
pude
tener,
por
favor
no
me
dejes.
Pero
fue
inútil.
Moraluna
Como público mi cuento ?
ResponderEliminarGenial.
ResponderEliminarHermoso cuento! Amé el final!
ResponderEliminarHermooooso
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