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Mostrando entradas de 2022

VI Concurso de Cuento Corto: Aarón

                                                                                                                                          Reminiscencia   Aburrido dentro de la prisión de la creación, sentenciado como observador del génesis por miles de años, finalmente tuve la oportunidad: un poco de polvo cósmico entró por un pequeño agujero. Siempre he sido muy diestro fabricando; por eso ellos me encerraron aquí. Pensé por un instante que esa sería la última oportunidad que tendría para distraer mi abandonada existencia. A pesar de que el polvo era poco, sabía que podría mold...

VI Concurso de Cuento Corto: Los Rieles del Tren

  Para Gloria Después de escuchar y pausar tres veces la alarma de mi celular que, particularmente, tiene un tono que Samsung apodó «dreams», comienzo mi rutina. Mientras tomo café, escucho que alguien va subiendo pausadamente por las escaleras. Observo la ventana y me percato de la figura de mi abuela. -Buenos días, abue!- le grito desde el interior de la casa al patio donde lleva dos minutos detallando la lavadora… parece distraída. -Buenos días, mijo. ¿Cómo amaneció?- me pregunta. -Bien, gracias a Dios, abue. Preparándome pa’ la universidad.- le respondo. Sin contestar, se devuelve por las escaleras al segundo piso. Mientras me cepillo los dientes, recuerdo la fecha de hoy: 7 de abril. Ahora entiendo por qué se ve tan distraída. Antes de salir de la casa, paso por el segundo piso y la veo sentada en el comedor sujetando una taza de porcelana y una biblia abierta sobre la mesa. -¿Hace cinco años murió el abuelo, no?- le pregunt...

VI Concurso de Cuento Corto: LAS TINIEBLAS COMO REFUGIO.

Al terminar la cena, cuando ya estábamos a punto de irnos a la cama para dejar entre las sábanas el agotamiento producido por el intenso día de actividades campestres, escuchamos golpes en la puerta. Mis padres se pusieron nerviosos y se quedaron estáticos. Acudieron a mi mente los recuerdos de las amenazas recibidas durante los últimos días por parte de aquel grupo armado que nos instaba a abandonar el lugar. No dispuestos a dejarse quitar el lote de tierra que tanto esfuerzo les había costado, mis padres habían intentado negociar con el comandante del grupo, pero había sido inútil, nos querían fuera y nos habían dado una fecha límite para que nos marcháramos, fecha que ya se había cumplido varios días atrás. Mis padres sabían lo peligroso que era pero habían decidido resistirse hasta el último momento, dado que ese pedazo de tierra donde después de meses de trabajo habían logrado sacar adelante un cultivo, era lo único con lo que contaban para su sustento y el de su hija de diez años...

VI Concurso de Cuento Corto: LA DIGNIDAD DE UN CAZADOR.

  Ocurrió un viernes en la noche, luego de que Ricardo, uno de los habitantes del pueblo, decidiera que esa era una noche perfecta para casarse uno o más venados o conejos. En compañía de sus dos hijos, se introdujo en la quebrada corocito, uno de los lugares más propicios del sector para la cacería, mientras su esposa quedaba en la casa terminando los últimos quehaceres para sentarse a ver su imperdible telenovela de las ocho. Con un par de remos, los muchachos hacían que la canoa en que se transportaban se deslizara sobre el agua hacia el fondo de la quebrada, haciendo el menor ruido posible para pillar desprevenidos a los conejos y venados que estuvieran bebiendo agua en las orillas, mientras Ricardo con su escopeta lista para disparar, dirigía el chorro de luz de su linterna hacia todo lo que se moviera intentando divisar su primera víctima. Por desgracia, De repente el potente haz de luz que despedía la linterna empezó a debilitarse hasta convertirse en un titilante y...

VI Concurso de Cuento Corto: LA MANO BLANCA

Salieron como si nada hubiera pasado. El Hombre Blanco, dueño y rey de todo lo que se atraviesa frente a sus ojos, se llevaba esta vez un botín mucho más grande. No solo son tierras fértiles, no solo son familias, no solo son recursos naturales. A la sombra de la impotencia y la pasividad de los astros que alguna vez se hicieron llamar dioses, se enfrenta la humanidad una vez más al más cruel de los deseos del hombre: la codicia.   Dakota y su familia han vivido por generaciones de los bienes que les entrega la madre tierra. Han perseguido al Búfalo en su trayecto hacia el sur, cazándolo para comer y protegerse con sus pieles. Son largos años los que envuelven a una cultura que fue construida por la tradición. Lo que Dakota nunca se imaginó, es que esa figura maligna en los cuentos que su abuela le contaba cuando ella era una niña, iba a tener rostro. Peor aún, jamás se imaginó que su abuela estaría tan equivocada en la descripción del mal, porque Dakota nunca había visto un rostr...

VI Concurso de Cuento Corto: EL VISITANTE

El día que fui a visitar a mi hijo nadie se dio cuenta. Me había ido hace un tiempo, sin previo aviso, y no charlábamos desde entonces. En muchas ocasiones pensé ir a verle, pero el sólo imaginar su mirada, encendida por el resentimiento, hacía que diera media vuelta cuando ya estaba frente al portón. Lo arruiné todo algunos años después de su boda. Dejé a mis muchachos, de los cuales él, mi José, era el mayor. Nunca me perdonaría el inesperado abandono al que sometí a su madre, una mujer como no la hubo en ninguna otra parte. Tampoco el haberme ido sin si quiera despedirme. Tomé la costumbre de caminar por el barrio en horas de la noche, cuando ya no había vecinos agolpados contra los ventanales, y de tanto cruzar las avenidas noté cómo los descampados se poblaban de edificios. Ya se habían ido los Montenegro, los Espinoza, los Guerrero. Adela, mi esposa, se mantuvo soltera hasta el día en que su corazón, agotado, decidió tomar un descanso sin retorno. Después de esto mis hijos se...

VI Concurso de Cuento Corto: YOMI

  En las tardes, cuando ya me he cansado del oficio diario, suelo buscar un risco bien escarpado donde la brisa pueda acariciarme el rostro. Me voy hasta arriba, porque desde allá se ven los pastizales que crecen en el piedemonte. No hay prados así en mi tierra, ni árboles como los del horizonte, esos que forman pequeños bosquecillos, manchas verdosas sobre el llano. Eso no lo hay donde yo nací, allá sólo hay arena y piedras y un intenso calor. Todo aquí es tan distinto.   ¡Vaya impresión me causó lo que llaman el mar! Llegué a este lugar en el día, maravillado con todo a mi alrededor. Me dediqué a caminar hasta la noche. Creía estar acostumbrado a la oscuridad, pero ni si quiera noté cuando el suelo se acabó. Imaginé mi cuerpo cayendo por varios segundos hasta chocar con una pared líquida. Era difícil moverme. Los ojos ardían y no podía respirar. Fui azotado contra un muro de piedra en el que clavé las uñas. Escalé el peñasco y me arrojé a dormir en una pequeña gruta. Cua...

VI Concurso de Cuento Corto: Silueta entre siluetas

  A esa hora de la tarde en que los segundos se suceden como diástoles de tiempo, cuando el malestar del día se ha vuelto un aire reconfortante, ella se apareció, primero en forma de silueta entre siluetas, luego como objeto real en situación surrealista, evocando esa confusión, esa sorpresa que traen consigo los acontecimientos que se desean frecuentemente, y que ocurren después en el momento exacto en que ese deseo se ignora. No recuerdo la situación exacta pero sí su situación, ella me contó sobre su tía Amata y el cáncer de páncreas, sobre su llanto de almohada y esos inconsolables berrinches que le habían ayudado a su consuelo, sobre el whisky y el olvido, sobre la falsa aceptación de muerte que solo la muerte pudo desmentir. Me inquietó que hubiese confiado aspectos tan propios a un desconocido, así pude percatarme de su actual soledad y de los efectos que había tenido ese estado. Yo también era solitario, también retenía emociones que compartir, de las que hablar, ...

VI Concurso de Cuento Corto: Ocaso, su alba

A esa hora es inevitable no pensar en la casa, en sus pasillos apagados porque estuvimos ausentes todo el día y el recibo de la electricidad está muy caro, en el café con poca azúcar porque el azúcar en exceso es malo y nos puede causar diabetes, en el escritorio y sus arrugados papeles, en la ventana con vistas a una calle donde solo un árbol sobresale y esa es la muestra de que el medio ambiente es un asunto serio y hay que cuidarlo, a esa hora de la tarde, cuando cada vivencia se asienta en el subconsciente para aguardar el sueño, cuando la mochila cerrada esconde el olor rancio del arroz preparado temprano en la mañana para el vianda de medio día, pero que quedó en la coca porque ya no teníamos hambre, a esa maldita hora en que los edificios parecen las flores marchitas de un inútil regalo de quince años, a esa hora, a esa hora se siente en el ambiente el eco de un día alborotado, uno que resuena en nuestros roces con el aire porque en cierto modo es el aire mismo, un zumbido que s...

VI Concurso de Cuento Corto: EL LAGO

  ¡Silencio eterno e inexplicable! ¡Soledad de helechos sobre los árboles! Un canto surgía de las profundas aguas del lago, en el ahogo de un violín surcando por los aires y por la luz de la niebla, aullando y trazando manchas impresionistas sobre las sombras desvanecidas de aquel fluir inacabable de las aguas, reflejando las nubes vagas del alto cielo.   La contemplé mirando lago afuera, sola y tranquila en medio de la corriente. Parecía un ave con pinceladas surrealistas, bella y extraña, bañada con un sublime plumaje blanco y suave, que caía sutil sobre su piel esmeralda. Cantaba:   <<Ojalá pudiese adentrarme en un bosque y caer en los musgos y las hiedras. Tratar de ser corteza, flor y madera para poder extenderme a los cielos como las ramas en las primaveras; que llegue el otoño para ser hoja caída acariciando la tierra, y que las espirales de los vientos me lleven al río para poder quedar atrapada en las piedras.   Su voz vadeaba las algas verdes oliva, q...

VI Concurso de Cuento Corto: LA CANCIÓN DE LA ABEJA

Como en todas las mañanas, el abuelo se levanta a recibir los derretidos rayos del sol que se cuelan por la ventana. El pueblo, que se ve a través del sucio cristal, se extiende como un arrugado velo que bordea los caminos de tierra caliente. En el alféizar descansa un ajado de flores blancas, y al lado, en la mesita de noche, una fotografía de la abuela sosteniendo las mismas flores a la altura del pecho. No era una mañana cualquiera. El calor hierve sofocante y me adentro a la bañera con el abuelo. Me limpia la espalda con mis calzoncillos viejos. El agua se hace espuma. El agua está caliente, y el borde de la bañera está amarilla. Salgo de la bañera, me seco y me visto. La casa está bañada con fotografías. Entre ellas, la del abuelo con su ancha cabeza inclinada, mangas de camisa, regla de pulgadas en la mano y el lápiz en la oreja. Tan solo verlo inmerso, poseído en sí mismo con el trabajo de la madera, llega a mí la tranquilidad y la sencillez del perfumado olor del roble y el ced...

VI Concurso de Cuento Corto: Una segunda oportunidad

Llegué al bar a eso de las doce, con mucho sueño y las botas llenas de barro. En mi fuero interno creí haberme lavado bien las manos y las salpicaduras del rostro. Estaba equivocado, pude comprobarlo por cómo me miraron al entrar. Alrededor mío se hizo un silencio profundo, como el de los cañaduzales en la madrugada. Me senté en un rincón de la barra impregnado por un intenso hedor a orina seca. Un mesero de unos quince años, con apenas unos pelillos en la barba se acercó a mí. Sostenía una jarra de cerveza en sus manos temblorosas y mientras intentaba limpiarla con un trapo sucio y roto, me preguntó si quería beber algo. Sentí pena por él, el miedo es un sentimiento natural, a mí mismo, antes de hundir la pala en la tierra, me vacila el pulso. «Soy carnicero», le dije como si así pudiera convencerlo de mi inocencia. Ni si quiera un niño podría creer una mentira como esa, pero él sí y eso le ayudó a recuperar la tranquilidad. Por fin me miró a los ojos, eran negros y profundos, igual a...

VI Concurso de Cuento Corto: Por casualidad

  Para quien sea que se lo pregunte, escribo esto para desahogarme, no tengo otra justificación y eso basta mí ¿acaso soy el único sujeto en todo el planeta que se inventa un drama para hacer la vida un tanto más sencilla? La respuesta es obvia. Pertenezco a ese numeroso grupo de soñadores inmorales y no tengo ningún reparo en instrumentalizar cualquier situación o persona si eso contribuye a formalizar el mundo ideal donde paso la mayor parte del tiempo. No soy especial ni pretendo serlo, no estoy orgulloso de mi manera de actuar, lo considero un defecto y nunca me cansaré de combatirlo, utilizando todos los medios a mi alcance. Pero basta, de mí no quiero hablar, por los hechos seguramente serán capaces de deducir mis mayores secretos. Empezaré por el principio, como es debido. Para mala suerte suya y mía, conocí a Luciana un lunes a eso de las seis, cuando entraba al salón. La encontré junto a la ventana, casualmente, mientras me acercaba a la puerta tuve un intenso de...