VI Concurso de Cuento Corto: Los Rieles del Tren


 

Para Gloria


Después de escuchar y pausar tres veces la alarma de mi celular que, particularmente, tiene un tono que Samsung apodó «dreams», comienzo mi rutina.


Mientras tomo café, escucho que alguien va subiendo pausadamente por las escaleras.


Observo la ventana y me percato de la figura de mi abuela.


-Buenos días, abue!- le grito desde el interior de la casa al patio donde lleva dos minutos detallando la lavadora… parece distraída.


-Buenos días, mijo. ¿Cómo amaneció?- me pregunta.


-Bien, gracias a Dios, abue. Preparándome pa’ la universidad.- le respondo.


Sin contestar, se devuelve por las escaleras al segundo piso. Mientras me cepillo los dientes, recuerdo la fecha de hoy: 7 de abril. Ahora entiendo por qué se ve tan distraída.


Antes de salir de la casa, paso por el segundo piso y la veo sentada en el comedor sujetando una taza de porcelana y una biblia abierta sobre la mesa.


-¿Hace cinco años murió el abuelo, no?- le pregunto.


Baja la taza y me mira mientras sus cortinas blancas dejan pasar la luz del sol.


-Si, señor. Hace cinco años.- me dice mientras bajo a la puerta.


-¿Su mamá nunca le contó que la abuela Carmen tuvo otro pretendiente antes de casarse con el abuelo?- me pregunta.


-¿Cómo así, abue?- le respondo con intriga y un leve gesto de desilusión. Me devuelvo y me siento en un sillón al lado del comedor.


-Usted sabe que el abuelo Lorenzo fue muy pobre. La familia de él vivía en un pueblito del Huila. Yo le he mostrado la foto. El abuelo desde los 7 años paseaba por las calles recogiendo latas de cerveza, las vendía y ganaba plata pa’ colaborar en la casa… eran muy pobres.-termina la oración con un pequeño suspiro.


-¡¿Por qué no ha salido?!- me grita mi madre.

-Estoy hablando con mi abuela. Ya casi salgo.- le respondo.


-Y a la abuela Carmen la abandonaron los papás cuando ella era una niña. La familia del abuelo se hizo cargo de ella y así se criaron, juntos. El resto, todos lo saben: se casaron muy jóvenes y aquí estamos, once hijos y setenta años después. Pero mi mamá dice que antes de casarse a ella la perseguía un muchacho.


Pongo mi maleta en el piso y espero por tres segundos.


-Ese muchacho era «buen mozo» como decían antes. Era del ejército, y cada vez que veía a la abuela le traía sus flores y la llevaba en una barca por el río Cali.


-¿Cómo que en una barca?- le pregunto con una sonrisa.


-¡Sí! Antes eso se hacía. Y así la enamoró. Pero ella sabía que se iba a casar con mi papá. Se conocían de toda la vida… se querían… pero el muchacho no sabía eso, y cuando mi mamá le dio la noticia…


-¡Muévase que va a llegar tarde!- me grita de nuevo mi madre.


-Váyase, mijo. Después le termino de contar.- me dice mi abuela.


-No, abue. Esto está mucho más interesante que salir con ese sol.- le digo señalando la luz que se refleja en la pared.


-Pues la cuestión es que el muchacho estaba tan enamorado que no soportó la noticia. Pa’ ese entonces el tren venía seguido de Buenaventura. Un día el muchacho esperó a escuchar el tren, se acostó entre los rieles y el tren le pasó por encima.- aprieta los labios, sube las pestañas e inhala un poco de aire.


-A mí nunca me contaron eso, abue.- le dije después de cinco segundos de silencio. Pero, ¿y la abuela Carmen qué hizo?


-No sé. Hasta ahí llega el bochinche. A la familia no le gusta tocar ese tema.- se levanta de la mesa con su taza y se va al lavaplatos.


-¿Hoy vas a ir a visitar a la abuela?- le pregunto con mi maleta de nuevo al hombro.


-Todo depende del clima. Acuérdese que me voy en cicla y ese sol es puro sol de lluvia.- me responde mirando entre las cortinas blancas.


-Chao, abue.- me despido a punto de cerrar la puerta.


-Chao, mijo. Que Dios lo guarde.- me dice mientras escucho que abre las cortinas.



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