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VI Concurso de Cuento Corto: Aarón

  


                                                                                                            Reminiscencia

 

Aburrido dentro de la prisión de la creación, sentenciado como observador del génesis por miles de años, finalmente tuve la oportunidad: un poco de polvo cósmico entró por un pequeño agujero. Siempre he sido muy diestro fabricando; por eso ellos me encerraron aquí. Pensé por un instante que esa sería la última oportunidad que tendría para distraer mi abandonada existencia. A pesar de que el polvo era poco, sabía que podría moldear al menos dos figuras. Estos seres serían completamente diferentes; pero resolví que compartirían mi esencia. Así que tomé el polvo, le agregué un poco de saliva para compactarlo y lo separé en dos porciones. A la primera le añadí unas gotas de niebla, a la segunda unos granos de fuego. Le di forma y detalle a cada figura con mis propias uñas. Me saqué la visión para la figura de fuego; el oído, olfato y gusto para la figura de niebla; y a ambos otorgué mi tacto. Me arranqué todo el vello para la primera y me rasgué la piel para la segunda. Con ambas manos y mucho dolor removí mis alas y se las fijé en la espalda a la criatura de visión; luego fueron mis cuernos para la criatura de olfato. La primera figura era un ser erguido mientras que la segunda comenzaba a encorvarse porque la sustancia estaba muy húmeda. Usé algunos de mis huesos y músculos para darle firmeza. Para mi creación velluda hice cuatro patas largas que se complementaban con dos de mis piernas recientemente amputadas. Por otra parte, mi creación alada recibió mis brazos desgarrados y dos piernas. Como último detalle, impregné la figura cornuda con abundante grasa, y a la otra la embebí en sangre. Me detuve un momento a contemplarlos. Decidí que otorgaría mi conocimiento a mi ser de fuego, y mi corazón a mi ser de niebla. Finalmente, y con el último aliento de existencia que me quedaba, partí mi alma en dos: una para cada una de mis criaturas.


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