Ir al contenido principal

Concurso de Cuento corto: La Paz se hace letra 20.17: LOS AHORCADOS





Escrito por: Mía Faré

LOS AHORCADOS

Mi papá cuelga del cielo. Una soga le sujeta el cuello. Todo el resto se cae o quiere caerse. Todo quiere caerse. Don Braulio espera que al final del día mi papá se desparrame contra la tierra, y que así ni siquiera nuestras esperanzas se mezan entre las hojas del árbol.

La gente empieza a dispersarse. Ya no se escucha el crujir desesperado de su garganta. Una ventisca golpea mi puño. Don Braulio se ríe; celebra con sus amigos chocando cervezas. Me queda mirando un momento: es un reto. Sabe que voy a ir por él, por su hijo malparido, por su mujer, y hasta por su perro, si me lo encuentro. Lo verá, con todo y cartones de la capital. Pero no ahora. Ahora tengo que respirar. Levanto la mirada. Hay un poco de leña tirada cerca al árbol; y al fondo: la madera buena, en cruz, sobre la niña violada de hace dos días. Me cansé de repetirles que mi papá no le hizo nada a la pobre. Él mismo le llevó esas flores blancas que ya marchitaron.

Recuerdo el domingo que jugábamos parqués hasta desvelarnos, sin que don Braulio lo obligara a aceptar nada. Sin alegatos. Recuerdo también las palabras de mi papá:

—No vendamos el terreno comunal por esa miseria, don Braulio. Si lo hacemos, vendrán por el resto.

La ventisca golpea de nuevo contra mi puño. El dolor se ha convertido en este calambre: en esta mano cerrada, en esta mano que es ira. Bajo por completo la cabeza y abandono a mi papá hecho sombra. Parto en la madrugada para volver el sábado, cuando estén jinchos de tanto beberse el dinero de la venta. Esa será mi oportunidad.

Y cuando vuelvo sólo hay canecas rotas. El pueblo es un exilio. Camino desolado con mi fusil y mi machete hasta el árbol de mi padre. Todo el pueblo está ahorcado. Parecen la mismísima fruta de la muerte: morada y triste. Miento; no es todo el pueblo. La niña está bajo madera y barro.

Doy la vuelta y veo a los compradores bien a lo lejos. Me parece sentir en mi nariz el fuego que comienza desde la última casa, por allá. Entonces le descubro a mi papá una sonrisa como cuando se tiene razón. Recuerdo mi odio. Bajo a don Braulio con cuidado de no molestar al resto. Le quito la soga con mucha dificultad; pareciera no querer abandonar su lazo, acaso en señal de arrepentimiento. Preparo mi fusil y le doy un tiro en el ojo, que es lo último que me queda. Uso su lazo para ponerme junto a mi padre. Me rodeo con la soga. Salto.

_______________________________________________________________





Mía Faré

Comentarios

Entradas populares de este blog

Concurso Cuento corto: LA NEGRA CARLOTA

LA NEGRA CARLOTA Ahí viene! La negra Carlota que se pasea por la plaza, los chicos se vuelven locos por su cintura y su cadera. Pero mira que no ven lo que lleva por dentro, se siente triste, absolutamente sola, denigrada y sin dignidad aluna. Por qué todos los días, tiene que salir a vender su cuerpo, para poder mantener a sus ocho hijos. MARIA CUENTO

Carta al desamor: "Te extraño"

Te extraño (Autora: Martina) <<Me duele pensar que todo es pasajero, me duele aceptarlo, y en esa misma lógica, aceptar que un día te irás, seguirás tu vida y tendrás muchas risas sin mí, al lado de alguien que no esté tan remendado>> Recuerdo muy bien el momento en que leí eso. Cuando lo hice me di cuenta de que te amaba más de lo que antes creía hacerlo, añoré estar a tu lado en esos momentos y que lo hubieras dicho mirándome a los ojos; te habría abrazado tan fuerte como nunca lo hice y te habría besado como siempre quisiste que lo hiciera; te habría hecho sentir que para mí nunca iba a haber alguien más, que pasaba mis días con el temor de perderte, que a medida que compartíamos nuestros días y nuestras vidas, aunque fuera por momentos, empezaba a querer compartir contigo el resto de mis días, empezaba a querer entregarte toda mi vida, y ser completamente devota a ti. No debí hacerlo. Lo sé. Pero es imposible controlar lo que sientes y hacia quien lo...

Concurso de Cuento corto: La Paz se hace letra 20.17: LA ARAÑA QUE NO SABÍA TEJER LA TELARAÑA

LA ARAÑA QUE NO SABÍA TEJER LA TELARAÑA “ Un montón de circunstancias, me presionaron a elegir; cuenta me di entonces que empezaba a vivir” Cuentan los insectos que hace tiempo vivió una araña que dizque no sabía tejer su telaraña, porque según era muy testaruda, le decían “la araña sorda” a pesar de que oía, pero no escuchaba. Que era tan flaca como un asterisco puesto que llevaba una obligatoria dieta en lugares con muy pocos insectos de su gusto. Las arañas viejas, los caracoles, los gusanos, las grandes hormigas, intentaban aconsejarla de que buscara un lugar digno de su especie para llevar la dieta que se merecen las buenas arañas y sobre todo que aprender a tejer; pero ésta se negaba a escuchar y presuntuosamente les contestaba: “¿Qué van a saber ustedes de cómo tiene que vivir una araña como yo? ¿Acaso ignoran que la naturaleza me ha dotado con el instinto de cazadora?”, al parecer, era ella que no comprendía quién ignoraba tal asunto. Es tanto, que una...