TODO ES FICCIÓN
Por:
Solano Patiño
El hombre llegaba tarde al trabajo gracias al estúpido trancón que
se formó en la avenida sexta gracias a algún imbécil que chocó a
otro todavía más distraído, si la situación seguía así su auto
no podría avanzar ni un centímetro , el pobre ya pensaba que su
trabajo ya no era más su trabajo. Todo esto sería cierto si el tipo
en realidad tuviera un auto, eso era solo una fantasía para él ya
que su sueldo no le permitía comprarse uno, al desgraciado le tocaba
mas bien irse en transporte público que era todavía más molesto
por no decir infernal ya que parecía un hecho que le tocaba ir
parado y con un montón de gente muy apretados, para colmo ni
siquiera con una chica linda al lado para no hacer su infierno tan
infernal, claro que no, estaba a su lado derecho un señor bastante
gordo y a su lado izquierdo otro tipo cuyo olor corporal dejaba mucho
que desear. Mientras el hombre maldecía para sus adentros el no
poder costearse un carro la alarma del despertador sonó, así
tenemos a Juan aturdido y adormilado, todavía pensando en su extraño
sueño de gordos y tipos malolientes cuando su madre lo llama para
que se levantara de una buena vez, que se hacía tarde para ir al
colegio. Este era el pensamiento melancólico de Juan, de un día
normal en su juventud, además también era uno de los pocos
recuerdos que le quedaban gracias a su avanzado Alzheimer, pero ahora
está viejo y enfermo en la cama de un hospital, es curioso ya que en
su juventud siempre le gustaba imaginarse así mismo en un futuro ya
de adulto y ahora que ya pasaron los años, cuando está mucho más
mayor intenta recordarse así mismo de joven, esfuerzo inútil y en
vano pues él ya casi olvidó al mundo y el mundo ya casi lo ha
olvidado, a veces alguien piensa en su existencia, por la mente de
otros pasa un fugaz pensamiento “¿qué será de él?” pero ahí
queda todo, en una simple divagación. Ese y otros males aquejaban a
Juan el último día de su vida, en donde lo despidieron su familia y
amigos dejando una gran sensación de vacío en todas las personas
que lo querían, recordaba su hija mientras miraba la tumba del que
era su padre, una orquídea deja en el suelo, después se aleja con
lágrimas. Con esto el escritor termina su pequeña prosa y, pensando
en su imaginario Juan y en el nombre tan corriente que eligió para
este, no sabe si con este final su narración esta completa, pero ya
está muy cansado y con ganas de dormir así que apaga su computador,
se levanta del escritorio y se dispone a acostarse.
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