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Concurso de Cuento corto: La Paz se hace letra 20.17: EL FIN DE LA OSCURIDAD




EL FIN DE LA OSCURIDAD

En aquella época en que las personas aún gozaban de esa magnífica inocencia, de ilusiones transparentes y los regalos permanentes de la madre naturaleza, se veían por doquier la alegría, el entusiasmo, y las ganas de vivir; los niños corrían libres jugando con cualquier objeto o incluso sólo con la imaginación; los adultos usaban sus manos y sus fuerzas para trabajar por sus familias y también para ayudar a otros a cumplir sus menesteres, era una época dorada, no existían grandes avances tecnológicos pero la vida era sana, la familia era el núcleo de la sociedad, y había armonía con la naturaleza, era esa vida rural que hoy en día muchos extrañamos.

Una noche lluviosa ocurrió algo extraño en uno de los poblados, los cultivos se inundaron, los animales empezaron a morir, la tierra de las altas montañas se deslizaba con fuerza llevándose todo a su paso, parecía que las lágrimas de cada nube negra fueran a durar para siempre, y de repente, un gran relámpago alumbró el poblado y algunos de sus poblados vecinos, del cielo oscuro descendió un ser abominable, con una energía sucia y dañina, sus malas intenciones se sentían a kilómetros de distancia, era un brujo poderoso y con deseos destructivos. La lluvia cesó pero ya nada regresó a la normalidad, la oscuridad se quedó con ellos...

El poderoso brujo llegó con un propósito, acabar con la paz y la armonía. El primer paso fue llevarse en un gran costal a todos los niños del poblado, los llevó hacia las más altas montañas, llenas de vegetación y fauna salvaje, allí los encerró y los obligó a trabajar todos los días, los convirtió en fieras y les robó sus buenos sentimientos enterrando su inocencia para siempre. El malvado brujo cada noche hacía lo mismo con un poblado diferente hasta llegar al último. Pasado poco tiempo los niños habían perdido todo, eran salvajes y estaban dispuestos a seguir la maldad del desalmado brujo, entonces él dio el segundo paso, los liberó y así empezaron a destruir; primero las montañas y su fauna, luego sus propios pueblos y su gente, al sembrar destrucción terminaron por convertirse también en seres desalmados.

Los adultos estaban aterrados de ver tanta maldad sobre la tierra y se dieron cuenta de que sería el fin de la humanidad si no lograban detener esa barbarie. Muchos lo intentaron, idearon diversos planes para detener al brujo, algunos perdieron la vida en el intento, pero finalmente llegó un hombre que fue capaz de entender el verdadero problema y explicar a otros lo necesario para llegar a una solución. Las personas se unieron y encerraron al brujo en una cárcel que jamás nadie debería encontrar, trajeron a los niños de regreso usando la fuerza, sembraron de nuevo todo lo que había sido destruido, regresaron a los animales desterrados a su hábitat y finalmente se ocuparon de dar amor cada minuto a aquellos que habían regresado, los trataron con respeto, con consideración, les enseñaron de nuevo las cosas bellas de la vida, reinventaron el mundo y la forma de vivir sólo para ellos, sin intentar que olvidaran el pasado ya que era inolvidable, sirviendo de guía para que pudieran ver una luz en ese camino oscuro que estaban por terminar. Finalmente con la ayuda de todas las personas, los niños lograron recuperar su esencia y el orden fue restablecido en todos los poblados, esperando que en un futuro nadie pueda encontrar al malvado brujo para liberarlo de su prisión.

Y aún en esta época se escucha a los abuelos contar a sus nietos esa terrible historia como si fuera sólo un cuento más, producto de la imaginación de alguien, sin embargo, si un día llega la tempestad, todos abrazaran con fuerza su fe y elevarán sus plegarias al padre celestial para que su infinito amor evite la llegada de seres desalmados a este mundo.


Hikari

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