Quinto Concurso de Cuento Corto: Las ciruelas son más rojas


LAS CIRUELAS SON MÁS ROJAS.

 

 Luljeta Pray

 

Lucero ¡ole, ese nombre tan bonito! pero no tanto como ella, ella tiene esa boquita bien carnuda, jugosa y rojita, como una ciruela madura, los ojos como un par de uvas isabelita, bien grandes, redondos, oscuros como la noche estrellada y llena de luceros... ella me da ese empujón pa’seguir alante, ayyy, es que uno como hombre empieza a crecer y se empieza a fijar en la belleza, y cae uno bobo, así como caía uno diun árbol buscando comerse un mango enmelocotao.

Hace días no me sale trabajo, pero eso pa’ mí no es problema, cuando uno es bien trabajador y honrado, las cosas se le van dando, usted sabe “a dios rezando y con el mazo dando”, yo soy bueno pa’ todo, no es por nada pero a mí me gusta mucho aprender, y cómo soy el mayor de la casa, desde los 8 años fui con mi papá a recoger fríjol, y cómo al mes me volví más rápido quel, cómo él se sintió retado me mando pa’ onde mi tío Ernesto, que trabajaba ordeñando vacas, ahí si me pasaba algo raro, les sacaba buena leche y todo, pero las vacas se enojaban conmigo, de pronto porque las dejaba pelaitas sin naditica pa’ sus terneros, es que ellas son buenas madres, entonces cómo las vacas no me querían por ser muy buen ordeñador me mandaron como… ¿ya hacía qué?... tenía porai unos… 11 masomenos, fui a parar onde mi padrino, que cosechaba las mejores frutas, desas brillantes y fresquitas que venden en los fruver de la ciudad, todas caras, hasta las ciruelas ¡qué pesar tan ricas que son! ahí si no tuve problema, pero es que cuando mi padrino me llevó en el camión a distribuir y me di cuenta del precio pa’ la gente, es que si me dio mucha rabia, porquesque uno es el que cuida cada matica toiticos los días ¿pa’ recibir menos de la mitá?, del colegio de la vereda sí aprendí muy bien las operaciones, la suma, la resta y hasta multiplicar y dividir sé muy bien, entonces ahí sino, yo le dije que eso no me gustaba y me subió un poquitico el precio del costal, pero eso sí, fruta que me pillara comiendo, machete que iba saliendo.

Tonces seguí trabajando 2 años más hasta que conocí a Ramiro ahí en la finca, un pelao, muy rebuscador y como revirado, me dijo que había conseguido un trabajo pa’ hombres, desos que brotan los músculos, donde uno hace fuerza, y se pone uno todo fornido, y cómo a mí me gusta todo oficio, pues le dije a mi padrino que iba a aprender a manejar maquinaria pesada con Ramiro, pa’ que cuando yo volviera le pudiera servir con más cosas, y así, pues yo creo que me ganaba unos pesitos más, que igual mi mamá Esneda estaba ya con mis nuevos tres hermanitos, entonces me toca ayudarlos porque está esperando además una chinita, creemos que es niña porque la barriga es redonda como la luna, y la luna es de las mujeres, o así es que dicen… ay… la luna y la noche, la noche, los luceros, los luceros… mi Lucero.
Pasaron como unos 3 meses con el camello de las máquinas y el pago era todo chimbo, ni pal mercado servía, tonces volví ondel padrino, pero ya tenía otro trabajador que hacía lo mismo que yo, y aunque yo lo hacía mejor, no me dejó seguir trabajando, como habíamos quedado. Yo quería impresionar a Lucero, quería quella confiara en mí pa’ que nos fuéramos a vivir, pero sin plata no hay comida, no hay frutas, y a ella le gustan las frutas… jaaaiii, yo sé que no está bien, pero esque yo estoy toitico enamorao, capaz de cualquier cosa, esta noche yo me fui a buscar ciruelas y uvas ondel padrino, esta noche vi el último lucero, los ojos del padrino me vieron, onde puso el ojo, puso la bala, y ahí caí, en medio del campo que alimenta las bocas colombianas pero que no llega a la nuestra, tengo el corazón como una llave abierta; perdóneme Lucero si esta temporada las ciruelas son más rojas.


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