Quinto Concurso de Cuento Corto: RELATOS BISAGRADOS

 


RELATOS BISAGRADOS 

«De la soledad casi no recuerdo nada. Bueno, tal vez un poco más de lo que se dice. Distantes momentos centellean mi memoria, arrastrándome al inicio. Inicio encerrado entre candados y pestillos de una puerta blanca divisoria -casi como un sepulcro- que sólo admite el ingreso, pero nunca el regreso de sus visitantes. Los recuerdos de hace más de ochenta años despiertan desde su parcela, invisibles y lejanos, tangibles y cercanos».

 

De repente, sus ojos abiertos vislumbraron una luz irreconocible, cotidiana y plena. A su alrededor, un cielo de mar azul, como quien quiere gritar que hay mucho más en su profundidad, pero aún nadie lo descubre. Como si los astrólogos no fueran dignos de escrutar su intimidad y sus ojos estuvieran vendados para no ver las riquezas de su existencia. Bajo su espalda, las baldosas frías color herrumbre, cual tintes que tiñen hasta el alma y que han sido testigos de quién sabe cuántos triunfos, romances, derrotas y desenlaces. Estos espectadores, como era de esperarse, contemplaron sobre el silencio los nuevos sueños empañados de dudas que cojean por los pasillos de aquel edificio, fundamentado en los sueños de aquellos que han despertado a tiempo para encender su alma en busca de ellos.

 

Al salir sólo encontró la nada en medio de todo. Aún el tiempo se había marchado sin considerar a nadie a su paso. De golpe se dio cuenta que el instante de la muerte del amor había pasado y, sin embargo, no se había alejado.

 

Levantando sus ojos examinó la lumbrera mayor. Tenía un ligero viraje en su color, digno de las ovaciones que le brindaban constantemente las hojas de los árboles al moverse por los suspiros del cielo que no podía hacer más que eso. ¡Qué suspiros! Tenían tal potencia y cadencia que el reino vegetal rendía, sincrónicamente, homenaje junto a él.

 

Sus labios vacilaron con una sonrisa incrédula en el momento en que comprendió que lo pasado cayó en el olvido, y que así mismo acontecerá con las cosas futuras. De una manera misteriosa sus fuerzas se incrementaron, afirmando sus piernas, empuñando sus manos y levantando su cabeza, para comenzar la carrera más temida por la humanidad -en la que participa por todo lo existente- cuyo final parece oculto, pero está delante de todos los que la corren.


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