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Quinto Concurso de Cuento Corto: Semejante a las tinieblas

 



Semejante a las tinieblas

 

 

Penetrando en lo más profundo del bosque, se encontró el hombre con un lote baldío; allí había, además de un montón de cabras de diversos colores, un enorme molino de viento, cuyo motor de movimiento no era el mismo aire, sino una enorme rueda que permanecía inmóvil en el momento. Cuando se acercó, dando tan solo un paso sobre el solar, los bóvidos se voltearon para verle, todos a un mismo tiempo, como un millón de almas perdidas buscando un guía. Antes de que aquel individuo pudiera emitir una palabra, los animales se dieron a la carrera, dirigiéndose hacia la enorme rueda del molino; subieron a ella y comenzaron a correr en dirección al oeste, causando con esto que las hélices del enorme artefacto industrial se pusieran en marcha. Frente al desconocido, se quedó únicamente una oscura y sombría cabra, que le miraba con ojos de codicia. ‹‹Di tu propósito›› —susurró en el vacío una voz. ‹‹¿Quién me habla?›› —preguntó a su vez el angustiado hombre. ‹‹Me tienes en frente. —respondió el otro— ¿Acaso no me ves? ¿No puedes centrar tu mirada en mí?››. Observándole con detenimiento, el humano no pudo evitar mostrar una ridícula sonrisa. ‹‹No crees que sea real

 

—respondió el animal a sus pensamientos—, sin embargo, estás aquí en busca de mí››. ‹‹No puedo creer en aquello que no veo con claridad›› —respondió el sujeto. ‹‹¿Puedes ver tus órganos?›› — argumentó la bestia con un tono de ironía — ¿Acaso has visto alguna vez tus huesos o tus venas? Y, sin embargo, sigues creyendo que todo está allí dentro, contigo››. El varón, casi petrificado por el terror, observó por un momento el inmenso molino; sus aspas giraban a gran velocidad, a medida que las cabras corrían con mayor fuerza en la enorme rueda.


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