Midiendo calles
Aquel era el primer día en su nuevo
trabajo, por eso Juan llevaba su mejor ropa. Los zapatos de charol que había
heredado de su padre, el reloj que había pasado de generación en generación
desde su bisabuelo hasta llegar a él y la maleta que había comprado su madre,
fruto de los ahorros que había acumulado de lavar la ropa a algunos vecinos del
sector, para permitirle a su hijo llevar sus cuadernos sin peligro de mojarlos,
pero que en esta ocasión almacenaría los ricos alimentos que había preparado
ella en la mañana, en medio de apuros dados por su hijo que no quería llegar
tarde a ese anhelado día.
Subió a su Monareta, con cuidado de
no golpear el marco para no terminar de dañar la pintura y puso su maleta en la
canastilla. Llegó justo a tiempo y fue recibido por su supervisor quien con
mirada penetrante y voz ronca le dijo que ese era su nuevo uniforme, mientras
le entregaba una gorra, una camisa de manga larga, un pantalón y su metro. Todo
esto quedaba a partir de ese momento a su cuidado y de perderse o dañarse algo,
sería descontado de su salario a fin de mes.
Juan guardó la muda planchada y
pulcra en el locker que le asignaron, se puso el uniforme para luego dirigirse
a recibir las instrucciones de su trabajo.
Mire joven, esto es muy sencillo,
prosiguió sin vacilación el supervisor, usted coge el flexometro 51N3RR0R35
5000, lo extiende hasta su máxima capacidad, procede a ubicarlo en el piso,
marca el punto de inicio, acciona el seguro que evita que se repliegue, se
dirige hasta el final y marca el punto, posteriormente regresa, recoge la
herramienta, se dirige hasta la marca final y repite el proceso. Así hasta
llegar al puesto de control que se encuentra más adelante. ¿Le quedó claro?
-Sí señor. Y ¿a qué distancia queda
el punto de control? -preguntó Juan
-Preocúpese por marcar correctamente
los puntos que le indica el flexómetro - respondió toscamente el supervisor
-Y si no he terminado de aquí a las
5, ¿puedo continuar mañana desde el mismo punto?
-No
-Pero...
-Es suficiente de preguntas, empiece
para ver si logra terminar a tiempo
El supervisor se fue sin despedirse
y sin esperar la nueva pregunta de Juan.
Tomó su maleta y su herramienta y se
puso en marcha a realizar su labor tal cual se lo indicaron.
Se dispuso a seguir los pasos que se
le había enumerado. El sol se encontraba ya calentando el cemento en una forma
constante y Juan lo sentía, pero podían más sus ánimos por trabajar, así que se
dispuso a extender el metro, pero este no se extendió más de 30 cm.
Haló
y haló para que se extendiera mucho más, pero fue imposible lograr que al menos
llegara a extenderse un metro para que ese aclamado y muy valorado artilugio
hiciera honor a su nombre. No intentó más por miedo a dañarlo y marcó donde
indicaba
Con el avance del día, y del camino,
Juan se dio cuenta que la distancia de extensión del metro ahora era mayor a la
de un metro de longitud. Esto lo notó mientras llegaba a recogerlo para
disponerse a almorzar, ahora marcaba 10 metros 55 cm. Midió de nuevo, 12 metros
30 cm ahora. 30 metros en la siguiente medida. Observó el camino recorrido y
notó la distancia entre las marcas rojas, cada vez más juntas a la distancia, y
veía también la calle mucho más limpia a lo lejos, casi como un espejo que iba
en degradé hasta donde él estaba. Ahora se encontraba entre casas desvencijadas
y calles polvorientas, más adelante en el camino, la calle sin asfalto se
rodeaba de casa de madera y tejas de latas reusadas. Era el camino hacia su
casa, no lo había notado. A sus pies cayó un periódico que decía en letras
grandes en primera plana “Oxígeno más tóxico y nocivo, se instalarán
purificadores de aire”. Atravesando la calle en la que se encontraba, había más
marcas hechas por otra persona, en cada una se habían instalado una de las
máquinas que aparecía en el periódico. Era el futuro en marcha.
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