RESCATE EN EL FILO DEL TIEMPO
En un futuro distante, la humanidad ha colonizado múltiples sistemas solares y ha desarrollado tecnología avanzada para viajar a través del espacio- tiempo. Sin embargo, un misterioso fragmento de un artefacto de origen extraterrestre, conocido como el “Fragmento de Orión”, ha sido robado de un museo galáctico en la Tierra. Se dice que este artefacto tiene el poder de manipular las leyes de la física a un nivel indescriptible, siendo hasta capaz de crear universos. Ese poder atrajo a corporaciones sin escrúpulos y sociedades secretas que lo buscan con desesperación.
Debido al catastrófico estado en el que se encuentra el bienestar multiversal los altos mandos y personas con mayor influencia de la existencia misma, tras una candente y tensa reunión, decidieron enfocar todos sus recursos y por sobre todo, sus esperanzas en Halcyon, la organización más eficiente y moralmente incorruptible de todas, sus grandes virtudes y una gran cantidad de hazañas en su historial, hacen de esta organización el mejor candidato para acabar con esta amenaza de una vez por todas.
Lamentablemente la misión llego en el peor momento posible, ya que la mayoría de sus agentes, sobre todo los de mayor capacidad y experiencia, se encontraban ocupado enfrentando a Phoenix, una banda clandestina interestelar que deseaba expandir su dominio sobre las líneas temporales. Por lo cual la responsabilidad cayó en Leonora, una joven agente novata.
Luego de un apresurado y breve entrenamiento se le asigno, de lejos, su misión más importante, recuperar el fragmento de Orión a toda costa.
Luego de un largo y extenuante viaje siguiendo el rastro de energía del artefacto, el último despojo de dicha energía la condujo a una estación espacial abandonada en el sistema Kepler, el ambiente en el lugar era tétrico, con luces parpadeantes y energía anómala. Leonora avanzo con cautela, siguiendo las lecturas de su escáner, que detectaban una fuerte distorsión temporal.
De repente, una voz desconocida resonó en su comunicador: — Unidad Halcyon, identifíquese. —
Leonora reconoció la señal, aunque nunca la había escuchado antes. El Fantasma de Orión, una entidad neutral obsesionada con el Fragmento. Su misión: evitar que el artefacto cayera en manos equivocadas.
— ¿Quién eres? —pregunto Leonora, activando su escudo mientas continuaba avanzando.
— No te preocupes por eso. Sabes porque estoy aquí. El fragmento debe
ser protegido a toda costa.
Leonora trago saliva. Sabía el Fantasma eran peligroso, enfrentarlo y salir vivo para contarlo es considerado un logro definitivo. Sin detenerse, llego al epicentro de la distorsión temporal. De repente, un destello cegador la envolvió y, cuando abrió los ojos, ya no estaba en la estación.
Se encontraba en una sala inmensa, iluminada por luces inquietantes. A su alrededor, pantallas holográficas que mostraban líneas temporales tratando de fusionarse, todas convergiendo en un solo punto: El fragmento de Orión, flotando en el aire.
Frente a ella, un hombre encapuchado observaba en silencio, sus ojos brillando de forma antinatural. —Te lo advierto, agente de Halcyon—dijo con una voz profunda—. El fragmento no solo es un artefacto. Es la llave de la existencia. Si alguien de pura maldad toca el objeto... todo se acabara.
Leonora sintió el miedo en sus carnes, la misión resulto más peligrosa de lo que esperaba, ese artefacto en realidad era una amenaza absoluta, pero más incremento su miedo cuando una luz totalmente cegadora apareció, esta vez no fue provocada por el fantasma. Una grieta apareció en el aire, como un corte dimensional, y del otro lado emergió una figura imponente. Era una mujer alta, vestida con una armadura negra que brillaba bajo la luz. Los emblemas de Phoenix adornaban su pecho.
— Fantasma, Agente de Halcyon —rugió la mujer, su voz amplificada por algún dispositivo—. El fragmento de Orión es nuestro.
Las luces comenzaron a parpadear, y el suelo vibraba intensamente. Leonora activo su escudo y sacó su arma, el confrontamiento era inevitable, pero antes que alguien pudiera moverse, el fantasma, mientras se desvanecía dijo: — Ya con esto queda claro que la verdadera amenaza es la codicia humana— acto seguido termino por
desaparecer de la vista En cuestión después las líneas temporales se distorsionaron
fragmentándose en pedazos de realidad. El tiempo mismo empezó a colapsar.
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