Ir al contenido principal

VIII concurso del cuento corto, PERO SI TAN SOLO...

Pero si tan solo...

En un pequeño pueblo rodeado de montañas, vivía un niño llamado Lucas. Tenía apenas siete años y su risa solía resonar en las calles empedradas, pero un día, el eco de su risa se convirtió en un susurro. Lucas había sido abandonado por sus padres, quienes, en busca de una vida mejor, decidieron dejarlo al cuidado de su abuela. Sin embargo, la abuela, enferma y cansada, no pudo hacerse cargo de él por mucho tiempo. Tristemente, tiempo después, ella falleció, así quedando solo, y ahí es donde Lucas se pregunta: “Pero, si tan solo mis padres no me hubieran dejado solo, ¿todo habría sido diferente?”

La casa donde vivía Lucas era un lugar grande, pero se sentía vacía. Las paredes estaban cubiertas de fotos en blanco y negro, recuerdos de tiempos felices que parecían pertenecer a otra vida. Lucas pasaba sus días explorando el jardín, donde las flores silvestres crecían descontroladas, como su propia soledad. A menudo, se sentaba en un viejo columpio, mirando al horizonte, esperando que sus padres regresaran, volviendo a esa frase a Lucas: “Pero, si tan solo mis padres estuvieran aquí, ¿mi vida hubiera sido diferente?”

Era una tarde, mientras Lucas jugaba en el jardín, escuchó un suave maullido. Al acercarse, encontró a un pequeño gato negro, temblando de frío y hambre. Sin pensarlo dos veces, Lucas lo llevó a casa y le dio un poco de leche. A partir de ese momento, el gato, al que decidió llamar Nube, se convirtió en su mejor amigo. Juntos compartían risas y aventuras, y Lucas se sentía un poco menos solo, lo cual hizo que algo dentro de él comenzara a cambiar. Por lo menos, los pensamientos no fueron de tristeza, sino de alegría por tener compañía.

Con el tiempo, Lucas comenzó a asistir a la escuela del pueblo. Al principio, se sentía nervioso y diferente, pero pronto hizo nuevos amigos. Compartían historias, risas y sueños. Lucas aprendió que, aunque había sido abandonado, aún había personas que se preocupaban por él. La maestra, la señorita Antonella, siempre le decía que tenía un corazón valiente y que su historia no había terminado. Lucas fue tan feliz en ese momento que pensó: “Si tan solo mis padres estuvieran aquí, ¿hubiesen dicho lo mismo?” 

Un día, mientras regresaba a casa con Nube, Lucas encontró una carta en el buzón. Era de sus padres, quienes, después de años de lucha, habían decidido regresar. En la carta, explicaban que nunca dejaron de pensar en él y que estaban trabajando para construir una vida mejor. Lucas sintió una mezcla de emociones: alegría, tristeza y esperanza. Lucas tiene algo muy hermoso por dentro, que a pesar de haber pasado por todo aquello, en su corazón nunca existió el odio. Algo dentro de él, esa duda de “si tan solo”, estaba comenzando a despejarse.

El día en que sus padres volvieron, Lucas sintió que su vida había cambiado para siempre. La casa, que una vez se sintió vacía, ahora estaba llena de risas y amor. Lucas aprendió que, aunque la soledad puede ser abrumadora, la esperanza y el amor siempre encuentran la manera de regresar. Con Nube a su lado y su familia reunida, Lucas entendió que, a veces, los finales felices son solo el comienzo de nuevas historias. Y sí, esa inquietud de “si tan solo” dentro de Lucas desapareció; respondió a esa inquietud así: “Con ellos aquí, todo fue diferente”.

Así, en un pequeño pueblo rodeado de montañas, un niño que había sido abandonado encontró su camino de regreso al amor y la felicidad. 



Comentarios

Entradas populares de este blog

Concurso Cuento corto: LA NEGRA CARLOTA

LA NEGRA CARLOTA Ahí viene! La negra Carlota que se pasea por la plaza, los chicos se vuelven locos por su cintura y su cadera. Pero mira que no ven lo que lleva por dentro, se siente triste, absolutamente sola, denigrada y sin dignidad aluna. Por qué todos los días, tiene que salir a vender su cuerpo, para poder mantener a sus ocho hijos. MARIA CUENTO

VIII concurso del cuento corto, ¿NO SABES DE SEBAS?

 ¿ NO SABES DE SEBAS? Toda las comodidades posibles su familia le entregó, vistió bonito bajo la luna y fresco bajo el sol, no le gustaba la lluvia y se quejaba del calor; la primera su cabello despeinó, la segunda excesiva transpiración le brindó. Estudió, entrenó y trabajó, pero nada de eso le gustó. Sus parientes le enseñaron lo bueno y lo malo él escogió. Una amistad le presentó la calle y eso sí que le encantó. Conoció una amiga nueva y con ella se quedó, fue un cambio abismal; pasó de su casa a un callejón. La ese se agrandó, ahora se cree un dios, dejó de ver por ojos ajenos y de todo se adueñó. Venía de la nada, pero iba por todo. Las caricias de su madre jamás las aceptó, las de su abuela siempre las ignoró, y los consejos de sus tíos nunca los escuchó. Hasta los quince años de su casa no salió. Si un día quiso aquellos zapatos; mami se los compró Quería estar a la moda; papi lo vistió. Como la e, salió de noche sin saber para dónde fue, vistiendo de negro desde la cabe...

VIII Concurso del cuento corto, SANTA ELENA CITY

Dicen que estoy loco. Algunos se preguntan cómo terminé aquí, pescando en el caño de la galería Santa Elena. Yo les digo que no es ningún caño, que es un río, pero que ellos todavía no lo pueden ver. Se ríen de mí, tomándome como un caso perdido. Qué más da, sigo en lo mío, tratando de pescar alguna rata en este majestuoso río negro que se extiende por toda la ciudad. ¿Que cómo uno termina viviendo a la orilla de un caño, en medio de la basura y de los adictos? Eso es fácil de responder, toda la respuesta radica en que uno se aburre, se cansa, se fastidia de llevar una vida inalterable. Se cansa de las mañanas en las que te levantas y quieres seguir durmiendo, pero sabes que si sigues durmiendo al rato llegarán las llamadas de tu jefe para preguntarte no cómo estás, sino cuánto tardas en llegar. Un ser humano normal se fastidia del día a día, de la lucha por la supervivencia urbana, de los malos tratos entre nosotros mismos, de los horarios, de las metas que tienes por cumplir. Díganme...