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VIII Concurso del cuento corto, LA BUSQUEDAD DE LA BELLEZA

 LA BÚSQUEDA DE LA BELLEZA


Dante un pequeño niño con problemas de peso que siempre había tenido que soportar las burlas de sus compañeros, las miradas en las calles y hasta los comentarios de su propia familia que lo perseguían como sombras, se había tenido que acostumbrar a vivir en segundo plano, creyendo que su valor como persona estaba reducido al tamaño de su cuerpo. Cuando empezó su adolescencia, a eso de los 15 - 16 años el cuerpo empieza a cambiar, en el caso de Dante el creció, se estiró y eso lo ayudó a bajar su peso, ya era un adolecente muy guapo, con piel impecable, un hermoso cabello rizado, cuerpo esbelto y siempre atrayendo todas las miradas, pero con el pasar del tiempo, esta admiración se fue convirtiendo en una obsesión, su belleza era su mayor tesoro, pero también su mayor temor.

Dante al estar ya obsesionado con su imagen, siempre se miraba en el espejo resaltando y admirando él mismo su belleza, hasta que un día vio que tenía la cara un poco más rellenita, buscando en internet que podía hacer para esto vio un cirujano plástico que además de prometer un rostro de porcelana prometía la juventud eterna. Sin dudarlo, se sometió a sus manos. Los primeros retoques fueron sutiles, pero pronto no pudo detenerse. Siempre había algo más qué mejorar. Mandíbula marcada, ojos más grandes, hasta se inyectaba para ganar más músculos. Cada intervención él se alejaba más de sí mismo, pero las miradas y los halagos continuaban, alimentando su adicción.

Una noche, solo frente al espejo, Dante no pudo reconocerse. El rostro que le devolvía la mirada era una máscara de perfección vacía. Sus ojos, eran dos huecos sin alma. Golpeó el espejo con rabia, rompiéndolo en mil pedazos. Trozos de cristal cubrieron el suelo, reflejando un rostro distorsionado. Las lágrimas brotaron de sus ojos al darse cuenta de que, en su búsqueda por mantener la belleza, había perdido todo lo que alguna vez se hizo humano. Quiso recuperar lo que había destruido, pero ya era tarde. La belleza, que tanto había buscado, lo había arrastrado por caminos oscuros hasta dejarlo roto y ahora cada vez que alguien lo miraba, Dante no sabía si admiraban lo que veían, o si sentían lástima por lo que quedaba de él.



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