Las aventuras de Yoshiman
Los gritos de mamá me despertaron. Había olvidado por completo que hoy habia clases, volvió a gritar y esta vez se acercó a nuestra habitación. Todos los días teníamos la misma rutina; nos levantábamos a las 4:00 a.m., a las 5:00 salíamos camino al colegio y a las 7:30 iniciábamos las clases. Nos sentábamos y escuchábamos al profesor Carlos hablar sobre temas que la verdad, no me gustaban;yo prefería ayudar a papá con los cultivos, pero mamá insistia en que debia terminar mis estudios. Viviamos un poco lejos del pueblo, mis padres no les gustaba que fuéramos. A mí la verdad no me interesaba mucho, era muy fácil recorrerlo en una o máximo dos horas; además, los fines de semanas estaba lleno de borrachos y hombres extraños, yo prefería quedarme en casa con Guardian, mi perro. Sin embargo, mi hermano Toño, solía escaparse los fines de semana para ver a Maritza, la hija de don Jerónimo,. Mi madre siempre se preocupaba mucho, ya que no quería que se lo llevaran o que apareciera muerto en aquella calle como el hermano mayor de Maritza. La calle del muerto era un callejón que estaba ubicado cerca de la plaza, se llamó así porque todos los fines de semana aparecía una persona sin vida. Algunos la llamaban maldita, ya que debido a esto las personas que vivían en esa lugar terminaron por abandonar sus casas hasta que quedó completamente abandonada. Algunos decían que un día el pueblo terminaría como esa calle.
El domingo por la mañana papá y yo fuimos a la casa de don Octavia a ayudarlo a empacar, él se encontraba muy triste, aunque trataba de disimularlo con algún que otro chiste. Su esposa e hijos lloraban por cada rincón de la casa como en una especie de procesión fúnebre. Al final de la tarde ya la casa estaba vacía y ellos se encontraban camino a su nuevo hogar. Don Octavio le regaló a mi padre una radio, la cual se convirtió en mi obsesión, en especial por Yoshiman, una radionovela que contaba la historia de un superhéroe que defendía a toda su comunidad de una invasión de extraterrestres. Todos los días a las seis de la tarde, no podía hacer nada más que escuchar las aventuras de Yoshiman.Cuando dormía me imaginaba lo que pasaría en el próximo episodio, incluso a veces soñaba que yo era Yoshiman y junto a mi fiel compañero Guardián defendiamos al pueblo de los extraterrestres malvados.
Un día, Sergio no volvió a casa. Después del colegio había ido a visitar a Maritza y desde allí nadie los volvió a ver. Mi madre se encontraba desconsolada y mi padre recorrio todo el pueblo y las casas cercanas.
―No lo busque más usted ya sabe dónde debe estar ―le dijo don Jerónimo.
Mi padre todas las mañanas iba al pueblo y en especial a la calle del muerto, sin embargo, había un lugar donde no había ido, yo sabía que debía hacer, era el momento de poner en práctica todas aquellas cosas que había aprendido de Yoshiman, y con la ayuda de Guardián traería a mi hermano de vuelta a casa. Empaque algunas cosas en mi mochila y me adentré en la montaña, allí decían que encontraría a mi hermano. Guardian solo me acompañó unos pocos metros y se devolvió el muy cobarde. Camine por varias horas hasta que de pronto escuche unos gritos seguidos de unos disparos, tenía ganas de volver a casa, pero no quería regresar sin mi hermano, así que pensé en Yoshiman, él hubiera continuado y enfrentado a los extraterrestres. Seguí a pesar de que las piernas me temblaban a cada paso. Caminé hasta que de repente escuche una voz detrás de mí.
―Alto ¿A dónde crees que vas niño? ―dijo.
Me di media vuelta lentamente y vi un grupo de hombres que me apuntaron con unas armas. En ese momento sentí un escalofrío que recorrió todo mi cuerpo. Pero recordé que Yoshiman siempre estaba seguro y confiado porque al final el bien siempre gana sobre el mal ¿cierto?
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