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VI Concurso de Cuento Corto: DE SUEÑOS HÚMEDOS Y REALIDADES SECAS



Luego de morir su Delcy, amada hasta la ridiculez, Emanuel empezó a hacerle el amor en sus sueños cada noche. Allí, en ese plano onírico, tenía la facultad de subirla al cielo y quemarla en el infierno al mismo tiempo, en un solo orgasmo. Fatídico fue el día en que él, preocupado por esa extraña y mojada obsesión le dijo que se fuera, que lo dejara libre, que su recuerdo no lo dejaba avanzar, que necesitaba a personas reales y por eso, desde ese momento no habría más encuentros nocturnos entre los dos. Ella, en la desnudez del recuerdo, deslizó sus dedos mojados por la cara de Emanuel dejándolos caer por todo su cuerpo con una soltura poética hasta su entrepierna y lo miró a los ojos como solía hacerlo cuando le quería decir algo importante. Era Delcy, su esposa, de ensueño, tan perfecta, tan obstinada, tan terca como siempre, parte de eso mismo lo había enamorado pero ahora le preocupaba. Ese no rotundo que le tiraba con la mirada a su propuesta era una de esas decisiones que ni él podría influir para cambiar y lo sabía.


Esa madrugada, despertó por última vez para retornar a un sueño profundo luego de ver el cadáver putrefacto de aquella rubia que hacía cinco meses había sepultado, recostado a su lado viéndolo despertar.



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