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VI Concurso de Cuento Corto: Vivencias con mí tía




El 9 de agosto de 1974 nació mí tía, una mujer que como dice la canción, luchó contra un cáncer que no se puede curar. Ella fue la última de 7 hermanos, tenía una bella sonrisa, un poder de convencimiento, 2 hijos hermosos y un gran corazón dispuesto a darlo todo.


Como todas las mujeres tuvo decepciones amorosas, como el libro, los hombres que no amaban a las mujeres. Conoció al papá de su primera hija, un “mono” que se creía el más pudiente de la cuadra, que terminó acusando a mí propia tía de ser la culpable de su conducta. Un irresponsable que sólo la abandonó. Además de ese abandono se enfrentó a su primera batalla con el cáncer.


Mí tía practicaba baloncesto y se le dobló el pie en un salto. A partir de ahí empezó a tener un abultamiento en el pie que terminó en un tumor. Por lo que decidió amputarse la pierna para seguir luchando por su hija.


Mí tía era un poco vanidosa y me imagino la situación que debió afrontar al verse sin una pierna y al tener que disimular tapando la prótesis usando ropa que cubriera sus piernas y el sufrimiento al caminar. Pero era tan bella y con un ángel, que llamamos, consiguió otro hombre, el papá de su segundo hijo, al igual que el primero tenía un oscuro pasado con sustancias psicoactivas, por lo que podría sugerir que aman más el vicio que a ellos mismos y su alrededor.


Mí tía pasó muchas dificultades económicas y amorosas, además de sufrir el rechazo de la familia del marido. Persistió hasta el último día de su vida por conseguir un hogar para su familia. También para tener una mejor posición social, sus últimos días fueron muy tristes. Su lucha interna por no dejar a sus hijos huérfanos y en manos de estos dos hombres, el irresponsable y el otro un mujeriego y abusivo.


De las últimas cosas que recuerdo de mí tía, una vez que se realizó un paseo a “los tubos” vía a Buenaventura, compartiendo con varios miembros de la numerosa familia, un reencuentro maravilloso. También celebraron su último cumpleaños en agosto, el número 30, fue muy feliz ese día, con su sonrisa hermosa y su mirada que lo decía todo; pero con el amor que sólo podía brindar su familia reunida, era muy corrinchera, el encantaba una fiesta y estar con su familia le llenaba.


Un día se me acercó y entre la conversación sentía que se estaba despidiendo de mí, un año antes se había muerto mí bisabuela de 103 años y ahora un año después tener que enterrar a mí tía fue una dura experiencia, sobre todo para mí abuela. En medio de las alegrías y tristezas de la vida ahora puedo decir que la hija de mí tía, que tiene una hermosa niña está abriendo la puerta de su futura casa y es una contadora exitosa y responsable. Además el hijo es un barbero con su propio negocio y con una niña también.


No se sabe dónde se siembra; pero siempre queda un fruto cuando todo se hace con amor.



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