Caminaba a las
tres de la madrugada por la carrera sexta cuando mi soledad fue interrumpida
por una extraña criatura, tenía forma humana pero su cuerpo estaba cubierto
completamente por sangre, humedad y tierra. Se movía con dificultad mientras
emitía un ruido de dolor muy grave, corrí con todo mi aliento, mi única
esperanza era entrar a la terminal y escapar de esa criatura que me seguía
porque no había señal de un alma en esta ciudad. Cuando llegué a la terminal de
transporte y entré al túnel me recosté contra la pared, al no poder seguir por
el cansancio acepté mi destino, pero la criatura nunca entró y aún no sé qué la
hizo retroceder, lo que me hizo pensar que al parecer estaba a salvo, aunque
tenía que salir por el otro lado del túnel y buscar a alguien.
Había pasado
muchas veces por este túnel y sabía que pasaba algo, llevaba más de tres minutos
caminando y no conseguía llegar, el camino se extendía a medida que seguía
entonces traté de correr a toda velocidad, pero el resultado era el mismo, lo
mejor que podía hacer era detenerme y descansar. El túnel se veía como el mismo
de siempre, lo habían remodelado y estaba pintado con color rosa y verde menta,
las paredes tienen algunas piezas artísticas, pero no había forma de salir al
parecer. Decidí volver por donde había entrado inicialmente, si no podía
avanzar al menos podía retroceder, o eso pensé hasta que después de una maratón
no conseguía volver, estaba atrapado ahí. Me tiré al suelo a dormir, solo podía
ver las luces blancas hasta que me di cuenta de la pequeña apertura que tiene
el túnel en mitad de camino, lo que hizo que me pusiera de pie y levantara mis
brazos, logré agarrarme de la apertura de un salto y comencé a subir con
fuerza, solo necesitaba mirar el exterior y pedir ayuda, pero antes de
alcanzarlo una masiva cantidad de agua entró de la calle tirándome al suelo.
El agua estaba
llenando el túnel completamente, yo solo podía flotar a la superficie hasta el
punto en que se cubrió todo, cerré los ojos y aguanté la respiración hasta
quedar inconsciente. Desperté en el mismo túnel, pero ahora estaba como en el
pasado, sus paredes destrozadas y llenas de humedad, las luces entrecortadas
por el mal mantenimiento rematando con la compañía de unas ratas gigantes. Era
peor que lo anterior y mi cordura no lo iba a soportar, empecé a gritar en
busca de auxilio hacia la apertura hasta que se me rasgaba la voz, de la
desesperación comencé a golpear las paredes con mis puños, piernas y cabeza
hasta llenar mi cuerpo de sangre.
La estructura
comenzó a temblar y los techos comenzaron a desprenderse, las paredes se
cayeron encima de mí, todo se derrumbó. Estaba bajo los escombros con todo mi
cuerpo roto, siendo comido por las ratas mientras poco a poco me sumergía en la
locura. De entre la oscuridad surgió una voz lúgubre “Sálvate tú mismo de esta
maldición”, de un hueco entre los escombros entró una luz que dejaba ver un
charco cerca de mí, me arrastré hasta él rasgando totalmente mi piel y sumergí
mi cabeza atravesando el agua, sorpresivamente al hundirme estaba recibiendo
aire, podía ver la ciudad otra vez. Con dificultad saqué mi cuerpo por el
charco logrando salir del túnel y encontrándome a principios de la fuente
libanesa, sentía el cuerpo demacrado, el dolor era insoportable, trataba de
caminar inútilmente porque mis piernas estaban rotas y agotadas por el
cansancio.
A
la distancia pude ver la silueta de un joven entre la noche, caminé con
dificultad hacia él para pedirle ayuda, pero no podía hablar al tener rajada la
comisura de los labios entonces opté por gritarle. El joven me vio, era yo, su
rostro era de miedo ante mi presencia y en consecuencia de eso empezó a correr,
yo le grité con todas mis fuerzas y comencé a seguirlo, necesitaba que se
detuviera aunque era algo inútil por mi discapacidad, terminé tirado en la
calle viéndome a mí mismo entrando otra vez al túnel de la terminal.
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