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Mostrando entradas de octubre, 2023

VII Concurso del cuento corto, EL HOMBRE DE LA MONTAÑA

  La tierra, lugar de mil historias sobre grandes palacios dorados, de grandes amores, bodas de plata, enormes conquistas y devastadoras guerras. Espacio de escritores, filósofos, dictadores, celebridades y héroes que con sus mil hazañas la historia los recuerda hasta ahora. Pero en esta ocasión, hablaremos de esas historias opacadas que la mayoría ignora y que son dignas de ser contadas, pero sobre todo de ser recordadas. Pues, de vez en cuando la tierra pare hombres nobles en cuna de paja.   Es el año de 1950, el pequeño ha nacido, es el tercer hijo de una modesta familia de campesinos. Su llanto es tenue, casi imperceptible, pues sabe que las montañas, las ceibas, los balsos, el guaco y toda la vida en el campo le protege y lo recibe con especial cariño. Entre tanto, el niño crece tomando aguapanela, néctar de la montaña. Mientras, el tiempo corre entre tareas de la finca y pequeñas clases maternales de suma y multiplicación.   El niño es ahora un joven, ya es ...

VII Concurso del cuento corto, EL VIOLINISTA

  En un pequeño pueblo, envuelto en un manto gris y tenue que había cubierto el horizonte, llegó un hombre de piel pálida, llevando consigo un pequeño violín. Sus pasos eran como susurros en el viento igual que aquel lugar. Sus dedos danzaban sobre las cuerdas emitiendo unas notas melancólicas que llenaban el aire, para cuando la noche despide el día, todos los lugareños habían quedado cautivos por el sonido de su violín.   El misterioso hombre, con su identidad, su rostro ausente y la razón detrás de su triste violín quebrando el silencio de aquellas calles desoladas, quebrantó la indiferencia de la gente. Algunos seres se acercaron preguntando tímidamente, pero el violinista permanecía en silencio y con su mirada perdida en algún rincón del infinito.   Con el transcurso de los días, un extraño suceso comenzó a tejerse en el pueblo. Las nubes grises que lo habían mantenido en la penumbra tanto tiempo comenzaron a disiparse lentamente. Las risas de la gente se ent...

VII Concurso del cuento corto, DELICIOSAS

  Su corazón latía frenético, sus manos se movían con rapidez, mezclando fuertemente la masa, buscando dar esa textura que le gustaba tanto a los clientes. Miraba constantemente el reloj, cada cinco minutos exactamente, eso la ponía más nerviosa, algunas gotas de sudor se perdían entre la masa, la luz del sol se empezaba a meter entre las cortinas y pronto tendría que salir a vender el producto, debía venderlo todo.   En la misma casa, dos habitaciones más adentro, se escuchaba el llanto de una niña, el televisor estaba prendido en el cuarto, el volumen estaba alto intentando ahogar aquel sollozo, pues no convenía que algún vecino escuchara como la pequeña se lamentaba.   De pronto al cuarto entró la hija mayor, Marcela, quien miraba como a su hermanita Camila le corría un líquido entre las piernas, mientras se encontraba acurrucada tirada en la cama y con las manos entrelazadas envolviendo su abdomen. Recordó entonces Marcela con dolor la primera vez que vivió lo...

VII Concurso del cuento corto, Las olas rompían en la playa.

  El colchón de agua salada cubrió el cuerpo de un hombre alto y robusto que yacía moribundo sobre la arena. No se movió, tenía los brazos llenos de heridas sangrantes y sucias; su cara estaba marcada por varios moretones que el sol del mediodía hacía ver rojos, tan rojos que, si uno se acercaba, parecían coágulos de sangre a punto de reventar. La desnudez de su cuerpo y la blancura de su piel no enmarcaban una diferencia entre donde terminaba él y donde comenzaba la arena. Un cangrejo se paró sobre su espalda después del golpe de la primera ola y le arrancó un pedazo de piel, dejándole una costilla a la vista, la sangre se derramó por la arena, formando un riachuelo que desembocaba en el mar. El cangrejo miró a todos lados, chasqueo las pinzas para avisar al océano que el hombre estaba muerto y cuando vio aproximarse la siguiente ola guardó el pedazo de carne en un rincón de su caparazón y saltó.              ...

VII Concurso del cuento corto, Manchas de sangre en la sabana

  Blanca reposaba en su cama, una preocupación constante acechaba su mente: sus hijos. A su alrededor gritaban insistentes “Mamá, tengo hambre”. Ya era mediodía, y llevaban dos días sin comer. Cinco niños dependían de ella, y el bebé que yacía a su lado izquierdo, estaba a punto de despertar y llorar. El implacable calor de Cali persistía, pero su cuerpo comenzó a congelarse cuando escuchó los golpes en la puerta. Nada la ponía más tensa que escuchar esos golpes, ninguna otra cosa tensionaba cada músculo de su cuerpo de esa forma. En ese momento, recordó la última vez que lo vio. Pensó que moriría en esa cama, con esas sábanas manchadas de sangre. Eran dos siluetas borrosas, la comadrona y él. Él dijo: "Ya vengo, voy a comprar la leche y cosas pal sancocho".   Una semana después, Blanca se levantó de aquella cama. A medida que se aproximaba a la puerta, su corazón latía con fuerza, pero esta vez era diferente. La tormenta se avecinaba y un resentimiento crecía en su inter...

VII Concurso del cuento corto, Gotas de Lluvia

  He escuchado a mucha gente decir lo rápido que habían muerto sus familiares en algún accidente, en las últimas semanas, me había empezado a acostumbrar a esos comentarios, no era raro escucharlos cuando estabas trabajando en una agencia de seguros de vida, mucho menos, cuando los familiares iban a cobrar el dinero del seguro.   Ahora que me encuentro en el momento de mi muerte, debo decir que se siente demasiado lento, siento como mi cuerpo sale expulsado de mi auto después de que aquel camión se estrellará conmigo, para ser alguien que se preocupaba mucho por la vida de otros, ahora veo que fui algo negligente con la mía, si debí de haber esperado a que cambiara ese semáforo.   Dejo de ser consciente del momento y me encuentro observando a mi yo pequeño, mi primer día de escuela, recuerdo como no quería tener que alejarme de mi madre aquel día, estaba lloviendo y solo quería quedarme en mi cama con ella abrazándome hasta quedarme dormido, me veía algo adorable ...

VII Concurso del cuento corto, EL ENIGMA DE LA MUERTE DE RUBEN FELIPE

  Yo no estaba, pero me lo dijeron. La noche lluviosa del primero de enero, la familia Lombardía cenaba junta, cuando de repente escuchan tres disparos, salieron tan rápido que no les dio tiempo de ponerse el calzado. Abrieron la puerta y se dieron cuenta de que era el hijo mayor de los Lombardía, Rubén Felipe Lombardía, asesinado por unos criminales dentro de su casa sin darle tiempo de hablar; los criminales huyeron lo más pronto posible; los vecinos asustados no sabían qué pasaba, solo escucharon los llantos de sus hermanas, madre, padre y demás familiares. A pesar de eso los Gallegos, familia adinerada del barrio, se asomaron, y bajaron las escaleras de la casa y vieron al difunto en el suelo, encharcado en sangre y su madre a lado de él. Sin nada que pudiesen hacer, llamaron a la policía, o mejor dicho a los cómplices de los criminales: llega el “CTI” Cuerpo Técnico de Investigación Criminal, los cuales se llevan el cuerpo hasta el día siguiente. Esa misma noche la pobre famil...

VII Concurso del cuento corto, EL GUARDIAN PRIMITIVO

  Le gustaba contemplar el camino que seguían aquellos diminutos y tenaces insectos, la cautivaba el valor y la destreza que ponían en la misión de llevar comida a su colonia; si alguna especie sabía quintuplicar su peso en objetos a cuestas, era la hormiga ¡que admirable e inspiradora labor para esa niña que empezaba a descubrir el mundo! La ruta de las hormigas la llevaba a la base del tronco de un gran almendro malabar que le concedía magia a la casa de los abuelos, rincón humilde del mundo que sostenía la vida de Silvia, una niña soñadora. El maravilloso árbol del antejardín, rodeado por un muro de 60 centímetros de alto, era custodiado por un anciano quien fue carpintero, sastre, esposo y su amado abuelo. Silvia lo recordaba como el guardián de aquel pequeño y favorito jardín, donde construía alianzas entre amigos y nutría el alma con juegos; hombre noble que le ofrecía un cariño tan genuino que inspiraba en ella ternura y compasión, para tan hábil carpintero y sastre consagr...

VII Concurso del cuento corto, EL REY DE LOS DESGRACIADOS

Alguna vez existió un rey que a los indignos sentó a su mesa, un gran rey que mojó el pan junto a su traidor y con la prostituta comió sin pudor. Mi rey, levantó al ladrón y de nueva ropa lo vistió, su majestad dejó el trono, la mesa de oro y el ejército de criaturas sublimes, por un miserable pordiosero. Nada hubo en este desvalido para ofrecerle, ¿por qué ensucia su copa con los labios de un ruin mentiroso?, su bendito vino humedece los labios y empapa el desierto del alma, ¿por qué extenderle su mano? ¿por qué limpiar su ropa?   Ensanchó eternamente la mesa a sujetos rotos de la peor calaña, perdidos y apartados, su mesa y todo cuanto hay en ella les pertenece, nada hay tan valioso como para impresionarle y son esos a los que les brinda la mejor parte. No tienen nada en las manos, va a ellos por gracia, aun cuando no vuelven en gratitud. Y yo incluso en mi descontento con su tan pródiga forma de ser, ¿quién soy para vituperar su decisión? Un redimido más, de los pecadores el...

VII Concurso del cuento corto, La Hora Novena

El sudor le corre por el cuerpo desde su tortuosa posición, la sangre brota como un rio sin cauce, todos vemos la profundidad de sus heridas, la suavidad en sus ojos. Mi amado está siendo molido por delitos que no cometió, despreciado por llagas que no provocó, no hay en él culpa que otorgar y aun así la responsabilidad fue puesta sobre sus hombros, no le pesa todo este mal que sobre él recae, está en silencio y sus ojos me miran desde ese lugar alto donde yace. Tiene mirada de cordero, dulce y tierna, me ve con el mismo amor de cuando me encontró, su alma parece la de un león, resiste al dolor como si para eso hubiese nacido. Le pido perdón a mi amado desde aquí por dejarle padecer este dolor solo, porque cuando le tomaron yo lo negué y corrí, ¿Cuánto más durará? ha estado siendo azotado por horas y nosotros, sus supuestos amigos, miramos, nada más.   Solo puedo pensar en que clase de loco me vine a enamorar, ¿Qué clase de loco permite que su amada lo vea morir a lo lejos de e...

VII Concurso del cuento corto, AFRES

  Era una fría noche de invierno. La familia se había reunido alrededor de la chimenea después de la cena. Los troncos crujían en el fuego y su calor reconfortaba el ambiente.   Los dos pequeños nietos escuchaban embelesados las historias que su abuelo relataba una y otra vez. Las aventuras de piratas, las leyendas de tesoros escondidos y los cuentos de héroes los mantenían siempre al borde del asiento.   —Abuelito, abuelito, cuéntanos otra vez cómo derrotaste a la temible bestia del pantano — pidió el nieto mayor.   —No, mejor la de cuando encontraste la ciudad perdida de los antiguos —lo interrumpió el segundo—. Esa es mi favorita.   El abuelo sonrió con paciencia. Había narrado esas historias centenares de veces, pero nunca se cansaba de ver la emoción en los ojitos brillantes de sus nietos.   —Está bien, está bien. Les contaré otra vez esas historias después. Pero ahora, ¿qué les parece si les relato una nueva aventura?   —¡...

VII Concurso del cuento corto, NUESTRO LINAJE

  Hasta hace unos 5 años atrás, mi especie era ignorante de los misterios del universo. Cuando salí de la universidad, por fin pude empezar a cumplir el sueño de descubrir una parte del inmenso universo. Mi nombre es Calista, soy la científica más joven en descubrir esas maravillas.   Durante esa búsqueda desesperada por encontrar vida alienígena, aterrizamos en Kertui; un planeta aparentemente careciente de cualquier tipo de vida existente en el universo, pero sin duda, era un planeta dotado de más mujeres, las cuales tenían una belleza extremadamente exótica. A pesar de haber pasado solo unos minutos u horas, me sentí realmente libre, alegre y perteneciente de ahí(no quería que esto acabará), de la nada me sentí totalmente confusa, ya que la legión que nos escoltaba a nosotros como científicos durante estas investigaciones habían caído en su yo sadista – codicioso, Se empezó a ver derramar sangre Kertuitiana y de nosotros a todas las direcciones. Al correr para salvarme ...

VII Concurso del cuento corto, EL SAPO Y LA MARIPOSA

Un misterioso pero extrañamente conocido vaho gélido recorría cada rincón del humedal donde se encontraba un viejo y moribundo sapo mirando hacia el cielo próximo a recibir el amanecer, su pesado y robusto cuerpo poco a poco abandonaba la capacidad para aferrarse al mundo físico, con sus últimas fuerzas decidió dirigirse a su lugar especial donde por fin descansaría en paz, era un pasadizo que desembocaba en un frondoso árbol que se distinguía de los demás gracias a las tonalidades ámbar de sus flores que brillaban a la intensidad del alba, se dice que puede si una de sus flores cae justo donde se proyecta un rayo de sol puede llegar a conceder un deseo a cierta hora específica del día. Su cuerpo reposaba sobre una de las raíces, su longevidad era admirada por gran parte de los habitantes del humedal, menos por él mismo, era un sapo que siempre anheló morir, veía el amanecer, anochecer y el pasar de los días de la misma manera, algunas veces se dirigía hasta este majestuoso lugar a obs...

VII Concurso del cuento corto, SIN LUZ AL FINAL DE LA CALLE

Nada nunca les hizo falta. Eso fue lo que siempre le dijo a cualquier intendente, secretario, alcalde, y hasta al mismísimo gobernador.   -¿Qué queréis este año?- Prometieron una y mil veces sobre la memoria de todo su árbol genealógico, todos ellos en campaña política. Hasta que se dieron cuenta que en el pueblo no había ni siquiera una mísera cabina de votaciones. -O aunque fuera pues, ya como pa’l remedio, una oficina de correos para poder votar por carta.– Se aflojaban la corbata, se sentaban al borde del escenario improvisado, e intentaban hablar de tú a tú, como personas de verdad y no ídolos de cartón con grabadoras atadas al cuello. Se dirigían siempre a Rogelio, tan erguido y orgulloso, que la espalda se le curvaba hacia adentro y la joroba la tenía de barriga de barril.   Lo miraban a los ojos y le estrechaban la mano. -Señor, qué digo señor, caballero, un caballero eso es lo que usted es. Usted parece ser razonable.- Le sacudían algo de polvo amarillento d...

VII Concurso del cuento corto, SALA DE ESPERA

  Las horas vienen en pares. Siempre en pares. Un reloj roto da la hora correcta dos veces al día.   -Lo mismo darían las nueve de la noche, que las tres de la madrugada.-   Susurro, para poder romper un poco el silencio, el silencio eléctrico, el silencio cristalino de concreto y mármol. Al menos dentro de mi cráneo.   Me arremolino de nuevo en el ínfimo sillón marrón y me volteo de lado, para poner de nuevo la vista a través del inmenso ventanal. Verdaderamente inmenso habría de ser.   La primera vez que me deslumbró, tuve ojos y cabeza hacia arriba, hasta la cima, y aún así fui obligado a enderezar la columna para medir la longitud de aquella magnífica pieza.   -Al menos unas diez vidas de alto.-   El cristal fluía, siguiendo la forma ondulada del cielo raso, siguiendo sus visos azulados y plateados, como el mar luego de ponerse el sol, pero en esos instantes en que aún se vislumbran las olas. Con el pequeño brillo que se ha ...

VII Concurso del cuento corto, MURMULLO

  A don Elocuente que siempre tomaba café con mayor tranquilidad en la cafetería de doña Gritos le llegaba a sus oídos con gran fervor las voces de los señores Banales que se encontraban hablando cerca de la mesa, acerca de un tal pueblo del silencio circunstancial. Las palabrotas “silencio” y “pueblo” resonaban fuerte en el interior de don Elocuente, mas fuerte que la cafeína que ingería, pues creía que un sitio como el aquel mencionado ya había caducado.   Don Elocuente cuya vida en su presente la pasaba en la ciudad del ruido circunstancial por razones poco meritorias pero discutibles, veía la opción de tirar sus cosas por la ventana y salir por el techo gritando a marchas hacia ese tal pueblo. Después de una larga reflexión sentado en su silla de madera junto a su perro don Pulgoso decidió emprender la huida.   Vendió una inimaginable cantidad de cosas cochambrosas a fin de sacarle provecho a su esencia (y para deshacerse de ellas claro). Entre ellas una minim...

VII Concurso del cuento corto, NOCHE DE PURGA

Si camino por un andén solitario y ya la luna está en su punto más alto de la oscura noche, ¿no habré yo de llegar a mi hogar? Porque creo que la mano maligna del que se oculta en las sombras piensa aquello y espera, ansioso y acechante, para cazarme.   Me ha seguido desde que aparecí en el bar, cuando saqué mi pierna derecha del auto y la dejé resplandecer a la luz del alumbrado público. Le vi en cuanto bajé, aunque él no se percatara de ello. Otros mil ojos también lo vieron; solo yo supe sus intenciones desde el principio. No llegué escoltada; el auto que me dejó era un taxi. No iba acompañada; ni amigas ni un chico que me interesara, iba sola. Quería ir sola.   A pesar del asunto, no me preocupé por él sino hasta el final de la velada. Bailé, bebí y canté unas cuantas canciones antes de marcharme. No alcancé la ebriedad, mas tampoco quedé sobria. Me sentía plena, como si las luces de los faroles me alumbraran la mente en lugar del cuerpo. Tanta era mi excitación, q...