Ir al contenido principal

Cuarto concurso de cuento cort: NADA CAMBIA.




NADA CAMBIA.

Hace muchos años no sé nada de mi pueblo natal. Ya son 30 años refugiado en esta ciudad que aún es desconocida, y las personas también. Esta mañana desperté muy temprano, tomé café y sentí una urgente necesidad de recordar fielmente como era aquel hermoso pueblo donde nací, a los amigos de jugadas y las hermosas niñas que cruzaban nuestra calle todos los días. Este pueblo como muchos otros; olvidado por el gobierno, no contaba con altas tecnologías como el internet y las telecomunicaciones.

Los recursos enviados por el gobierno, no llegaban a los hospitales ni a las escuelas; se quedaban en los bolsillos de gobernantes corruptos a quienes las personas no les importaban.

Hace varios años, a mediados de junio la paz del pueblo se vió turbada por el horror, la tristeza y la soledad del conflicto armado. Los hombres mayores debían enlistarse a pelear en una guerra de la cual nadie sabía nada. “todo se tornó oscuro, vació, solo.” No hubo tiempo para despedidas y oraciones.

El bisabuelo nos contó que el ejercito llego al pueblo y tomaron su casa como albergue. Él al igual que muchos hombres del pueblo, anhelaban que el conflicto terminara, para sentirse seguros, a salvo. Eran solo sueños; porque después de este vinieron muchos otros grupos que generaron desolación, devastación, viudas, huérfanos, vidas destruidas y corazones llenos de venganza y amargura.

Nosotros tuvimos que huir dejando todo atrás, salir de allí fue la única forma de sobrevivir. Los abuelos como dueños de sus tierras, decidieron quedarse y luchar, tratar de recuperar la herencia de los antepasados, muchos aseguraban que “lo único que no les arrebatarían seria su orgullo”

Pienso que, si en aquel entonces yo fuese mayor, me hubiera quedado a luchar con mi abuelo. Ahora que mi vida llega a su final, lamento no haber podido hacerlo, veo con alegría la esperanza de mis padres y hermanos al salir de ahí y descubro que estos años han sido bendecidos, estando lejos del conflicto armado. Todos aprendimos a trabajar y luchar en la gran ciudad por los familiares que nos quedan. Recordando con total honor a aquellos que quedarón atrás.

Siento que ya puedo partir tranquilo después de cumplir con las expectativas de mis padres y dejando para mis hijos la fortuna de vivir en tranquilidad y armonía. Hoy quiero rendir un sentido y merecido homenaje a todas aquellas personas que sacrificarón sus vidas para que pudiéramos huir.

A mis padres quienes sufrieron en carne propia el desplazamiento, a mis hermanos a quienes eduque y ayude a sostener por muchos años, a mis suegros a mi esposa a quien respeté y veneré, a mis queridas hijas a quienes cuidé con todo el amor del mundo. Solo buenos sentimientos inundan mi alma en este momento a pesar de no haber podido regresar.

Espero que las futuras generaciones se interesen en la situación del conflicto en mi pueblo y se preocupen por buscarle una solución.

Isaías Jaramillo.

-Me he quedado anonadado luego de leer esta carta que mi tátara- tátara abuelo Isaías, pero aun mas al saber que a pesar de tantos años que han pasado nada a cambiado. En el pueblo la guerra y la violencia rondan sus calles y la gente sigue siendo abusada a nadie le importa lo que pasa en el pueblo; a pesar de tantos muertos y familias destruidas, el conflicto de algunos sigue llevando a buenas gentes hacia una guerra sin sentido, de la que nadie se escapa.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Concurso Cuento corto: LA NEGRA CARLOTA

LA NEGRA CARLOTA Ahí viene! La negra Carlota que se pasea por la plaza, los chicos se vuelven locos por su cintura y su cadera. Pero mira que no ven lo que lleva por dentro, se siente triste, absolutamente sola, denigrada y sin dignidad aluna. Por qué todos los días, tiene que salir a vender su cuerpo, para poder mantener a sus ocho hijos. MARIA CUENTO

VIII concurso del cuento corto, ¿NO SABES DE SEBAS?

 ¿ NO SABES DE SEBAS? Toda las comodidades posibles su familia le entregó, vistió bonito bajo la luna y fresco bajo el sol, no le gustaba la lluvia y se quejaba del calor; la primera su cabello despeinó, la segunda excesiva transpiración le brindó. Estudió, entrenó y trabajó, pero nada de eso le gustó. Sus parientes le enseñaron lo bueno y lo malo él escogió. Una amistad le presentó la calle y eso sí que le encantó. Conoció una amiga nueva y con ella se quedó, fue un cambio abismal; pasó de su casa a un callejón. La ese se agrandó, ahora se cree un dios, dejó de ver por ojos ajenos y de todo se adueñó. Venía de la nada, pero iba por todo. Las caricias de su madre jamás las aceptó, las de su abuela siempre las ignoró, y los consejos de sus tíos nunca los escuchó. Hasta los quince años de su casa no salió. Si un día quiso aquellos zapatos; mami se los compró Quería estar a la moda; papi lo vistió. Como la e, salió de noche sin saber para dónde fue, vistiendo de negro desde la cabe...

VIII Concurso del cuento corto, SANTA ELENA CITY

Dicen que estoy loco. Algunos se preguntan cómo terminé aquí, pescando en el caño de la galería Santa Elena. Yo les digo que no es ningún caño, que es un río, pero que ellos todavía no lo pueden ver. Se ríen de mí, tomándome como un caso perdido. Qué más da, sigo en lo mío, tratando de pescar alguna rata en este majestuoso río negro que se extiende por toda la ciudad. ¿Que cómo uno termina viviendo a la orilla de un caño, en medio de la basura y de los adictos? Eso es fácil de responder, toda la respuesta radica en que uno se aburre, se cansa, se fastidia de llevar una vida inalterable. Se cansa de las mañanas en las que te levantas y quieres seguir durmiendo, pero sabes que si sigues durmiendo al rato llegarán las llamadas de tu jefe para preguntarte no cómo estás, sino cuánto tardas en llegar. Un ser humano normal se fastidia del día a día, de la lucha por la supervivencia urbana, de los malos tratos entre nosotros mismos, de los horarios, de las metas que tienes por cumplir. Díganme...