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Cuarto concurso de cuento corto: PACO, EL PEQUEÑO GUERRERO





PACO, EL PEQUEÑO GUERRERO

A mi mascota no se la llevó la muerte, yo sé la entregué.

No me la arrebató, yo la tuve en mis brazos y se la pasé suavemente.

Fue un acuerdo pactado entre Paco y yo, el día en que supimos que en este mundo, la realidad era insostenible, y charlamos largo y tendido sobre lo que íbamos a hacer.

Paco era un French Poodle, guerrero celta de pelo blanco, guaguaú salvaje de ojos negros y profundos sin miedo a nada (excepto a los insectos, porque todos tenemos talón de Aquiles), de ladrido fiero con sangre de rottweiler dispuesto a todo.

Libramos cinco meses de batallas indescriptibles, en los que mis fuerzas flanquearon y su mirada me decía que todo iba a estar bien, hubo días en que él desfalleció y yo lo sostuve.

Ganamos con valentía cada enfrentamiento.

Sin embargo, no siempre ganar las batallas significa ganar la guerra. Y, en ocasiones un héroe griego debe saber cuándo retirarse con dignidad.

Paco era un tenaz perrito de nueve kilos que luchó hasta el final contra un gigante, uno tan grande que ha sabido llevarse a lo más valientes.

Si me preguntan, el cáncer es como esos titanes que Zeus derrotaba.

Mas no significa una derrota, porque no nos derrumbó. Nuestro amor es tan grande, que ni la muerte o alguna enfermedad lo toca, vence los monstruos más grandes y acobarda a cualquier demonio.

Nos fuimos con la cabeza en alto, sabiendo que habíamos luchado como los mejores, y nos marchamos juntos, abrazados, burlándonos de la muerte que promete soledad y dolor, cuando en ese preciso instante, en que ella llegó a atemorizarnos solo quedó amor y tranquilidad.

A fin de cuentas, nadie se llevó a Paco de mi lado, porque cuando camino, aún siento sus pasos a mi lado cuidándome.


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