Sara A.
Escaleras
en mantenimiento
Quiero
salir de este trabajo ahora mismo, lo único que me faltaba era
encontrar un edificio con más de 30 pisos y con las escaleras
cerradas, a quién se le ocurre hacer una cosa de estas con gente en
su interior. Puede haber un temblor o alguna emergencia y las
personas que están aquí pueden morir atrapadas, incluso yo podría
estar entre esas personas. Debo subir por el ascensor, quizá sea
seguro, pero ¿si no? Tendré que hacerlo de todas maneras, ya son
las 5 de la tarde y mi cita con el Dr. Ángel es a las cinco y
cuarto, no debo hacerlo esperar, es importante para la compañía que
este señor firme con nosotros…
María
se queda enfrente del ascensor. El vigilante del edificio la observa,
pero ella no siente voluntad de oprimir ningún botón. Debe hacerlo,
pero no soporta estar encerrada y sola en lugares pequeños. El
vigilante se acerca y le pregunta.
- ¿Señorita, desea que le ayude?
- ¿Puedo usar las escaleras?
- Lo siento, eso no será posible. En este momento las escaleras están sin iluminación y no es conveniente que suba sola.
Lo
que me faltaba, a oscuras y sola. Es increíble que tenga que pasar
por todo esto justo al final del día, justo con la visita más
importante, de esto depende mi trabajo, debo subir en el ascensor.
Ella
seguía inmóvil y sin contestar nada al vigilante que la seguía
observando. Él se acercó y oprimió el botón. El ascensor no se
demoró en abrir. María abrió sus ojos y empalideció.
-¿Se
siente usted bien? He oprimido el botón porque pensé que
necesitaría ayuda, puede usted decirme a qué piso se dirige y con
gusto le colaboro.
-Voy
para el piso 15 ¿es seguro subir en este ascensor?
-Sí,
no se preocupe.
María
pudo mover sus pies y dirigirse al interior de ascensor, pero ella no
era consciente de lo que estaba haciendo, sus movimientos eran
involuntarios. Cuando el vigilante oprimió el botón del piso 15, la
puerta se cerró.
Esto
no para, ¿alguien podría ayudarme? ¿nadie me escucha? Perfecto.
Moriré ahogada en este ascensor. No puedo respirar. Se me está
agotando el oxígeno. ¡Por favor alguien que me ayude! Ahora está
bajando nuevamente. ¿Qué pasa, es una montaña rusa? No es posible
que me pase esto a mí. Debí llamar a ese dichoso doctor para que me
atendiera en recepción, ahora estoy atrapada, sola, sin aire y en
este diminuto lugar. Debí sospecharlo ¿Cómo no me di cuenta? si no
había iluminación en las escaleras, algo andaba mal en este
edificio. No puede ser, no logré culminar mi obra, era lo que me
daría status en mi trabajo, lograría un ascenso, ahora lograré
estar en un lugar mucho más pequeño, un ataúd. No logro respirar
¡ayúdenme! ¡ayúdenme! ¡ayúdenme!
El
ascensor abrió y María no salía de él. La mujer de la recepción
de ese piso le pregunto si estaba bien y ella no respondió. El
ascensor volvió a cerrarse y María al escuchar el sonido de la
puerta reaccionó e impidió que el ascensor volviera a ponerse en
función. Abrió la puerta, salió de este y pensó, solo
fue una alucinación.
Entonces, María le preguntó a la mujer que se encontraba en frente
de ella.
-¿El
ascensor estuvo funcionando normal mientras yo estaba subiendo?
-Sí
señora, no ha pasado nada con él. ¿Quiere un vaso con agua? Está
muy pálida.
-Te
agradecería el agua. Es primera vez que me subo a un ascensor,
siempre les he tenido miedo, pero después de esto que acaba de pasar
creería que estoy loca. Intentaré bajar nuevamente, pero primero
iré a mi reunión con el Dr. Ángel.
-La
está esperando señorita, en un momento le llevo el agua.
María,
al culminar su reunión bajó por el ascensor un poco prevenida, pero
segura de sí misma. Perdió el miedo a esos aparatos, pero si de
algo estaba segura era que siempre preferiría seguir usando las
escaleras.
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