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Cuarto concurso de cuento corto: El cuerpo desechado

                                      













El cuerpo desechado

  En medio del calor de verano, esas dos voces me decían: Desecha    el cuerpo.

Ese día en la mañana nunca imaginé estar en esta situación, siempre me había negado a aceptar la existencia de “esas dos”; pero el dolor y la rabia incontrolable se apoderaron de mí, fue entonces cuando todo empezó.

Era mi último año de medicina y me encontraba en la etapa más crítica: realizar la tesis, el estrés era incontrolable, en pocas semanas tenía que presentar mi investigación final, por meses había trabajado en la rama de la neurología y aun no sabía lo que estaba haciendo y porque lo hacía.

Ese día me levanté muy temprano, tenía que ir a la universidad y debía recoger parte de mi trabajo de la tesis para experimentar en casa. Cuando llegué a mi espacio, todo estaba muy solo, eran vacaciones y todos se habían ido, solo quedaba yo, mi familia vivía muy lejos y no tenía tiempo para tomarme unas vacaciones. En toda mi vida siempre se me veía más con libros que haciendo vida social; sinceramente no siempre fue por el tiempo, la verdad una parte de mí no soportaba a las personas, a veces pensaba que la vida, no mi vida, la vida en general sería mucho mejor si algunas personas no existieran o estuvieran muertas, pero antes de hacer algo prefería ocuparme de mis intereses.

Para ir de regreso a casa tomé el camino habitual, el que cruza el parque, fue entonces cuando estando a pocas cuadras de mi residencia que pasó lo inesperado, me topé con varios de mis excompañeros de escuela, mi época de escuela no fue la mejor, siempre me habían molestado y ese día no era la excepción, uno de ellos me reconoció de inmediato y empezó a atacarme, me empujó y tropecé hasta caer en el suelo, los demás solo reían, en ese momento supe que sin importar lo que hiciera o trabajara, nada iba a cambiar, fue entonces cuando en ese momento un fuego interno se apoderó de mí, me dejó de importar todo, y empezó a salir de mi cuerpo como una luz roja y otra verde, que poco a poco empezaron a tomar forma, en ese momento lo supe: artemisa y esmeralda.

Por años las había ignorado, no se desde cuando me acompañaban, solo recuerdo que un día empecé a escucharlas, salían a relucir siempre en situaciones de emociones fuertes y siempre se iban al extremo, varias veces me salvaron de misma y de mi inseguridad pero otras veces hacían sugerencias que atentaban contra mis principios y la integridad de otras persona, no me importa el bienestar de la gente pero si pienso en mí y en el karma.

Al tomar totalmente su forma empezaron a reír de forma maquiavélica, sabía que correría sangre o algo mucho peor, uno de mis excompañeros quedó petrificado mientras que los otros salieron corriendo.

Entonces ellas en contra de mi voluntad, lo tomaron, lo tiraron contra el suelo y lo empezaron a pisar y patear, artemisa con sus garras empezó a despedazarlo hasta que fue irreconocible, yo simplemente me quedé mirando.

Al terminar, ellas empezaron a gritarme y a decirme: hazlo, deséchalo; yo sucumbida en el horror y en el asombro tomé el cuerpo, bueno, lo que quedaba de él, y lo deseché en un bote de basura; mi investigación sobre el cuerpo calloso de una persona que sufría convulsiones se había a la borda, entonces en medio de lágrimas artemisa y esmeralda me tomaron de la mano y me dijeron: es hora de dejar de hacer algo que no te apasiona y empieces a vivir la vida , y me fui, a las playas de Australia a ser feliz.

FIN

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