El cuerpo desechado
En
medio del calor de verano, esas dos voces me decían: Desecha el
cuerpo.
Ese
día en la mañana nunca imaginé estar en esta situación, siempre
me había negado a aceptar la existencia de “esas dos”; pero el
dolor y la rabia incontrolable se apoderaron de mí, fue entonces
cuando todo empezó.
Era
mi último año de medicina y me encontraba en la etapa más crítica:
realizar la tesis, el estrés era incontrolable, en pocas semanas
tenía que presentar mi investigación final, por meses había
trabajado en la rama de la neurología y aun no sabía lo que estaba
haciendo y porque lo hacía.
Ese
día me levanté muy temprano, tenía que ir a la universidad y debía
recoger parte de mi trabajo de la tesis para experimentar en casa.
Cuando llegué a mi espacio, todo estaba muy solo, eran vacaciones y
todos se habían ido, solo quedaba yo, mi familia vivía muy lejos y
no tenía tiempo para tomarme unas vacaciones. En toda mi vida
siempre se me veía más con libros que haciendo vida social;
sinceramente no siempre fue por el tiempo, la verdad una parte de mí
no soportaba a las personas, a veces pensaba que la vida, no mi vida,
la vida en general sería mucho mejor si algunas personas no
existieran o estuvieran muertas, pero antes de hacer algo prefería
ocuparme de mis intereses.
Para
ir de regreso a casa tomé el camino habitual, el que cruza el
parque, fue entonces cuando estando a pocas cuadras de mi residencia
que pasó lo inesperado, me topé con varios de mis excompañeros de
escuela, mi época de escuela no fue la mejor, siempre me habían
molestado y ese día no era la excepción, uno de ellos me reconoció
de inmediato y empezó a atacarme, me empujó y tropecé hasta caer
en el suelo, los demás solo reían, en ese momento supe que sin
importar lo que hiciera o trabajara, nada iba a cambiar, fue entonces
cuando en ese momento un fuego interno se apoderó de mí, me dejó
de importar todo, y empezó a salir de mi cuerpo como una luz roja y
otra verde, que poco a poco empezaron a tomar forma, en ese momento
lo supe: artemisa y esmeralda.
Por
años las había ignorado, no se desde cuando me acompañaban, solo
recuerdo que un día empecé a escucharlas, salían a relucir siempre
en situaciones de emociones fuertes y siempre se iban al extremo,
varias veces me salvaron de misma y de mi inseguridad pero otras
veces hacían sugerencias que atentaban contra mis principios y la
integridad de otras persona, no me importa el bienestar de la gente
pero si pienso en mí y en el karma.
Al
tomar totalmente su forma empezaron a reír de forma maquiavélica,
sabía que correría sangre o algo mucho peor, uno de mis
excompañeros quedó petrificado mientras que los otros salieron
corriendo.
Entonces
ellas en contra de mi voluntad, lo tomaron, lo tiraron contra el
suelo y lo empezaron a pisar y patear, artemisa con sus garras empezó
a despedazarlo hasta que fue irreconocible, yo simplemente me quedé
mirando.
Al
terminar, ellas empezaron a gritarme y a decirme: hazlo, deséchalo;
yo sucumbida en el horror y en el asombro tomé el cuerpo, bueno, lo
que quedaba de él, y lo deseché en un bote de basura; mi
investigación sobre el cuerpo calloso de una persona que sufría
convulsiones se había a la borda, entonces en medio de lágrimas
artemisa y esmeralda me tomaron de la mano y me dijeron: es hora de
dejar de hacer algo que no te apasiona y empieces a vivir la vida , y
me fui, a las playas de Australia a ser feliz.
FIN
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