El
frenesí de los sentidos
Allí
se encontraban, en medio de la oscuridad que les absorbía
profundamente al igual como lo harían sus cuerpos al entrar en
contacto.
En
la penumbra, el tacto, el olfato, el gusto y el oído enardecerían
velozmente.
Se
atraían con la fuerza de un imán, pocos pasos bastaron para entrar
en contacto. Aquel par, degustó la carnosidad voluminosa y tibia…
Un leve toque de sus labios entreabiertos les enlazó y así,
empezaron a fluir al ritmo de las pasiones. Cada roce traía consigo
un roció que les refrescaba e incitaba a continuar.
Sus
lenguas se extendían en exploraciones húmedas, lentas y suaves,
activando leves contracciones a su paso; en ocasiones se deslizaba
por el cuello, deteniéndose a medio camino, para dejar surgir un
beso en compañía de una calurosa exhalación que hacia estremecer
cada fibra del ser.
La
intensidad de los movimientos variaba, así como el latir de sus
corazones ante las provocaciones. De repente, un enérgico y delicado
acto halaba el labio inferior; los vientos cálidos que eran emanados
desde su interior se topaban en un ardiente y frenético saludo. El
deseo se incrementaba sin duda alguna cuando era inhalado el
exquisito aroma proveniente de aquel cabello agitado por manos que se
perdían en su extensión.
De
pronto, un susurro desencadenaba en su piel vibraciones similares a
las causadas por aquellos dedos que le recorrían en un delicado
vaivén.
El
sonido de la respiración, los profundos suspiros, besos
desenfrenados y caricias componían una cautivante melodía que les
envolvía y acrecentaba las ansias para continuar con la mutua
exploración del goce.
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