La
Muerte No lo Esperaba
Esta
historia, empezó hace muchos años, cuenta la historia de un ser con
la fortaleza y apariencia de un Samurai, siempre tenía puesta su
armadura, la cual tenía una singular mezcla de coraje e inocencia
acompañada de una gran fuerza, respondía al nombre de Soyo, vivía
con su abuela y su mejor amigo al que con cariño llamaba Pit, un
amigo bastante singular, era un felino algo espeluznante en su
apariencia, pero con un corazón tal vez demasiado dulce para su
aspecto, que además de amigo también era su consejero, los tres lo
compartían todo, lo bueno y lo malo, lo bonito y lo feo, lo alegre y
lo triste, incluso lo que más compartían era la fantasía y la
realidad.
Soyo
junto a su abuela y a su gran amigo Pit, libraban grandes batallas,
todas por cuidar su más grande tesoro; la casa en que vivían, pues
en ella tenían todo cuanto necesitaban, excepto cuando luchaban, la
casa, era un lugar mágico, llena de fantasía e historias
inigualables donde abundaban seres sobrenaturales, estaban seguros de
que todo los unía jamás podía separarlos. En un día de otoño la
abuela de Soyo, se fue de casa, se despojó de su cuerpo, sin que
ellos se dieran cuenta y apenas pudieran percibirlo, ahí se quedó
su esencia, ella siguió acompañándolos, los amaba tanto que se
negó a irse, no quiso transcender, tuvo que elegir y ella, eligió
cuidar de ellos. La ausencia de la abuela debilitó un poco la
armadura de Soyo, pero aun así él decidió seguir luchando junto a
su inseparable amigo, así pasaron años de asombrosas aventuras e
incansables luchas.
Un
día Soyo despertó asustado, aterrorizado, confundido y
desorientado, tuvo la peor de las pesadillas, la cual le anunciaba
una tragedia terrible para su vida, por primera vez su gran amigo
Pit, se limitó a hacer lo que hacen los gatos, ante todo lo que Soyo
le contó acerca de su pesadilla, Pit, lo miró fijamente, bostezó y
después emitió tres maullidos, en ese momento Soyo sintió que
debía huir dejándolo todo, deambuló por días sin ningún rumbo,
intentaba regresar a casa pero no encontraba el camino, era como sí
las calles se negaran a que él las recorriera, pues sin saber por
qué, siempre regresaba al mismo lugar, un sitio que le era familiar
pero del que estaba seguro que no había visitado antes.
El
día que por fin creyó que podía regresar a casa, supo de una
extraña noticia, se decía que él estaba muerto, y ante las pruebas
que así lo demostraban, muchos así lo creyeron, alguien había
ocupado su lugar y ahí donde comprendió la intención de su
pesadilla, y le surgió un gran interrogante, ¿será que debo morir
para realmente poder vivir? Entonces fue ahí cuando con
determinación decidió aceptar el destino, cambio su armadura,
cambio su apariencia, y se alejó lo más que pudo, surco los cielos
y fue a lugares que nunca antes había imaginado, seguro de poder
regresar algún día y contar su versión de la historia, porque aún
vive y lo hará por muchos años, porque a él la muerte no lo
esperaba.
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