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Cuarto concurso de cuento corto: La Muerte No lo Esperaba





La Muerte No lo Esperaba

Esta historia, empezó hace muchos años, cuenta la historia de un ser con la fortaleza y apariencia de un Samurai, siempre tenía puesta su armadura, la cual tenía una singular mezcla de coraje e inocencia acompañada de una gran fuerza, respondía al nombre de Soyo, vivía con su abuela y su mejor amigo al que con cariño llamaba Pit, un amigo bastante singular, era un felino algo espeluznante en su apariencia, pero con un corazón tal vez demasiado dulce para su aspecto, que además de amigo también era su consejero, los tres lo compartían todo, lo bueno y lo malo, lo bonito y lo feo, lo alegre y lo triste, incluso lo que más compartían era la fantasía y la realidad.

Soyo junto a su abuela y a su gran amigo Pit, libraban grandes batallas, todas por cuidar su más grande tesoro; la casa en que vivían, pues en ella tenían todo cuanto necesitaban, excepto cuando luchaban, la casa, era un lugar mágico, llena de fantasía e historias inigualables donde abundaban seres sobrenaturales, estaban seguros de que todo los unía jamás podía separarlos. En un día de otoño la abuela de Soyo, se fue de casa, se despojó de su cuerpo, sin que ellos se dieran cuenta y apenas pudieran percibirlo, ahí se quedó su esencia, ella siguió acompañándolos, los amaba tanto que se negó a irse, no quiso transcender, tuvo que elegir y ella, eligió cuidar de ellos. La ausencia de la abuela debilitó un poco la armadura de Soyo, pero aun así él decidió seguir luchando junto a su inseparable amigo, así pasaron años de asombrosas aventuras e incansables luchas.

Un día Soyo despertó asustado, aterrorizado, confundido y desorientado, tuvo la peor de las pesadillas, la cual le anunciaba una tragedia terrible para su vida, por primera vez su gran amigo Pit, se limitó a hacer lo que hacen los gatos, ante todo lo que Soyo le contó acerca de su pesadilla, Pit, lo miró fijamente, bostezó y después emitió tres maullidos, en ese momento Soyo sintió que debía huir dejándolo todo, deambuló por días sin ningún rumbo, intentaba regresar a casa pero no encontraba el camino, era como sí las calles se negaran a que él las recorriera, pues sin saber por qué, siempre regresaba al mismo lugar, un sitio que le era familiar pero del que estaba seguro que no había visitado antes.

El día que por fin creyó que podía regresar a casa, supo de una extraña noticia, se decía que él estaba muerto, y ante las pruebas que así lo demostraban, muchos así lo creyeron, alguien había ocupado su lugar y ahí donde comprendió la intención de su pesadilla, y le surgió un gran interrogante, ¿será que debo morir para realmente poder vivir? Entonces fue ahí cuando con determinación decidió aceptar el destino, cambio su armadura, cambio su apariencia, y se alejó lo más que pudo, surco los cielos y fue a lugares que nunca antes había imaginado, seguro de poder regresar algún día y contar su versión de la historia, porque aún vive y lo hará por muchos años, porque a él la muerte no lo esperaba.

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